viernes, 23 de octubre de 2009

Por qué no bebo alcohol. Por Tom Shepherd

De tanto en tanto leemos en la prensa que un vaso de vino por día ayuda a prevenir las enfermedades cardíacas. Para muchos esto confirma la creencia que la Biblia aprueba el uso moderado del alcohol, y se preguntan por qué los adventistas se oponen tan decididamente a él. Mi propósito es explicar el por qué, desde una perspectiva bíblica y de la salud.

El vino y la cerveza en el Antiguo Testamento

En la Biblia se utilizan varios términos hebreos y griegos para referirse al vino y la cerveza. Se hacen declaraciones tanto positivas como negativas de estas bebidas. La mayoría de las referencias al vino en el Génesis se relacionan con eventos negativos: Noé se embriaga en Génesis 9, las dos hijas de Lot practican el incesto con su padre después de hacerle beber vino (Gén. 19), y Jacob engaña a Isaac con alimento y vino (Gén. 27). Sin embargo, también podemos encontrar referencias positivas, como en Números 18:12: “De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán a 
Jehová, para ti las he dado”. Por lo general, los comentarios positivos respecto del vino aparecen como una referencia a la abundancia de los alimentos típicos de Palestina: el aceite de oliva, los 
granos y el vino (Deut. 7:13; Jer. 31:12).

Aun así, persisten los comentarios negativos: “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora; ninguno que por su causa yerre es sabio” (Prov. 20:1). Proverbios 23:29-35 brinda una descripción asombrosa de los males del alcoholismo.

Jesús y el vino

Algunos dicen que esto es simplemente una censura al abuso del alcohol. ¿No fabricó Jesús abundante vino en las bodas de Caná (Juan 2)? En efecto, fabricó unos seiscientos litros de vino (en griego, oinos) para las festividades. Sin embargo, al igual que muchas de las declaraciones positivas sobre el vino en el Antiguo Testamento, la referencia a oinos en este contexto es parte de la descripción de un evento donde la abundancia de alimento y bebida enfatiza una ocasión festiva. Además, notemos que las palabras del encargado del banquete se asemejan a un proverbio: “Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior”.1 Entonces dice enfáticamente: “Tú has reservado el buen vino hasta ahora”.

Este “dicho proverbial” es visto por muchos como un comentario perspicaz sobre los efectos del alcohol. Cuando comenzaron a beber, los presentes podían percibir la calidad del vino. Pero después de embriagarse, todo parece lo mismo; ¿por qué derrochar buen vino en ebrios?2

Sin embargo, esta concepción pasa por alto un elemento clave del pasaje e interpreta erróneamente el significado del alimento y la bebida en un contexto de fiesta. Debemos notar que el encargado de la fiesta aún podía diferenciar entre el vino bueno y el de inferior calidad. Es obvio que no estaba ebrio aunque también es obvio que había estado bebiendo el que se había servido antes, porque notó la diferencia. El significado del alimento y la bebida en un contexto de fiesta significaba que la abundancia era parte del regocijo. Íntimamente ligado a ello se halla el profundo énfasis en la hospitalidad. Con semejante conjunto de normas sociales, el “buen vino” era usado para agasajar a los invitados al comienzo de la fiesta.

Asimismo, en la literatura griega hay instancias donde oinos es una bebida sin alcohol, por lo que es razonable creer que, en este contexto, esa es exactamente la clase de bebida que fabricó Jesús.3

¿Es la abstinencia un imperativo moral?

Algunos podrían reconocer que, dadas estas explicaciones, es posible apoyar desde la lógica el valor de una vida cristiana abstemia. Pero, ¿es un imperativo moral? Diversas evidencias se combinan para indicar que así es. En primer lugar, las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud muestran el alto costo que produce el alcohol.4 Es responsable de aproximadamente 1,8 millones de muertes por año (3,2 por ciento del total) y de 58,3 millones de años de vida de incapacidad (4 por ciento del total). Es responsable del veinte al treinta por ciento de las muertes por cáncer de esófago y de hígado, de cirrosis hepática, homicidios, epilepsias y accidentes de automóvil. Su consumo se está incrementando en los países en desarrollo, que carecen de infraestructura para la prevención y el tratamiento de los problemas asociados con sus efectos. Aunque más no sea por el interés cristiano en nuestros prójimos, tenemos la responsabilidad moral de predicar y enseñar la abstinencia total del alcohol.

Listos para el regreso de Cristo

Pero existe una razón más apremiante para defender la total abstinencia: ¡El pronto regreso de Cristo! El Nuevo Testamento está lleno de advertencias que nos llaman a estar alertas y sobrios ante el pronto regreso del Señor (Luc. 21:34-36; 1 Ped. 1:13). A este concepto lo denomino temperancia escatológica. El alcohol, por su parte, adormece la mente. Su consumo va en contra de la instrucción de Jesús de estar alerta en todo momento.

La gente a menudo se pregunta si este o aquel mandato bíblico aún se aplica a nosotros hoy. A menudo, se pregunta esto para implicar que el mandato ya no se aplica. Es raro que la gente considere que algunos mandatos puedan aplicarse con menor ahínco hoy que en el pasado. Creo que es lo que sucede con la abstinencia de alcohol. En el mundo antiguo del Mediterráneo, había bebidas alcohólicas pero la mayoría de las personas no la podía consumir en abundancia. Además, su graduación alcohólica no superaba del diez al quince por ciento en el caso del vino (solo cuatro a seis por ciento en la cerveza), y el uso acostumbrado era diluir el vino en una a tres partes de agua.5 La situación es muy diferente en el mundo actual, donde el alcohol es más fácil de conseguir y con concentraciones mucho más elevadas en las bebidas destiladas (generalmente del cuarenta al sesenta por ciento de graduación alcohólica). Las estadísticas de la OMS nos revelan los tristes resultados del alcohol y de qué manera su negra sombra se está esparciendo en todo el planeta.

Soy un adventista que aguarda el pronto regreso de Jesús. A la luz de este gran evento, creo que tengo que mantener mi mente y mi cuerpo alertas para la acción en todo momento. Creo que tengo la responsabilidad de ayudar a mi prójimo a prepararse para el regreso del Señor, y que un estilo de vida saludable es consecuente con las Escrituras y de incumbencia para el cristiano. Es por eso que no bebo alcohol.


Fuente: Adventist World
Autor: Tom Shepherd, es 
profesor de Interpretación de Nuevo Testamento 
en el Seminario Teológico Adventista de la Universidad Andrews.
Referencias: 1 Traducción propia. 2 El verbo griego es metusko, que puede significar ya sea “emborracharse” o “beber a voluntad”. 3 Véase Aristóteles, Meteorologica 384.a.4-5 y 388.b.9-13 por el uso genérico del término oinos. 4 Estadísticas del sitio web de la Organización Mundial de la Salud,
 www.who.int/substance_abuse/facts/alcohol/en/index.html 5 El “vino puro” de Apocalipsis 14:10 sería el vino sin agregado de agua. En la advertencia dramática de Apocalipsis 14 se derrama la ira divina, pura y sin misericordia. Por referencias a la dilución del vino véase David E. Aune, Revelation 6-16, Word Biblical Commentary, vol. 52b (Nashville: Thomas Nelson, 1998), p. 833.

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viernes, 2 de octubre de 2009

El sábado: preguntas y respuestas. Por Doug Batchelor


El sábado: preguntas y respuestas. 1/2
...El benéfico Creador descansó el séptimo día después de los seis días de la creación, e instituyó el sábado para todos los hombres como un monumento de su obra creadora. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día como día de reposo, adoración y ministerio, en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado... + en ADVENTISMO / ojo adventista, haciendo clic aquí.


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