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domingo, 11 de diciembre de 2011

Guardianes de la Llama / documental

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en la década de 1980, vio la necesidad de mantener viva la llama de la fe, mediante la tarea de recordar su propia historia. Ante ello, el Dr. Allan Lindsay, escribió y presento una maravillosa serie de 8 episodios en videos, bajo el titulo de Keepers of the Flame (Guardianes de la Llama).

De una manera vívida podemos conocer más sobre la historia de la Iglesia Adventista. El Dr. Lindsay te lleva a lugares de Europa, Norteamérica y Australia, para volver a contar las grandes historias de la controversia y la fe que han dado lugar a la aparición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

A lo largo de cada uno de los videos, podrá conocer, de muy buena fuente, los orígenes del protestantismo actual, el papel fundamental de los reformadores (Lutero, los valdenses, Calvino, Zwinglio, John Knox...). Examinar los orígenes del movimiento adventista, sus bases bíblicas y proféticas. Como así también analizar el papel de Elena G. de White y el valor de los mensajes del Espíritu de Profecía en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En resumen, revivir la historia de como la luz de la verdad ha brillado a través del tiempo y nos ilumina el camino hacia el cumplimiento de la esperanza de la segunda venida de Jesucristo.

Ojo Adventista te ofrece acceder a este magnifico documental y drama, que en la actualidad no es muy conocido y difundido en las iglesias, pero sin embargo, sigue gozando de gran valor.


1. La apostasía



Durante siglos, el conocimiento de la fe se encontró en manos de unos pocos. La iglesia primitiva y piadosa, integrada por aquellos cristianos del primer siglo, terminaría dando un giro que la llevaría lejos de lo que fue su concepción original.

Este episodio muestra con claridad la manera como esa iglesia cristiana primitiva, la de los apóstoles, se transformó y llegó a ser la Iglesia Católica Apostólica Romana. Y la manera como intervino en la historia y especialmente en la Europa medieval. Junto a ello, se habla del valor de aquellos que estuvieron en contra de los abusos de la Iglesia y cómo su valor sirvió como motivador a todos aquellos que vendrían en los años siguientes.


2. Los Reformadores



Después de años de oscuridad, el siglo XV termina viendo un mundo católico convulsionado por las ideas promovidas por un monje alemán llamado Martín Lutero. A pesar de no ser el primero en cuestionar el accionar de la Iglesia romana, su labor dio el comienzo al pensamiento reformador. Estas ideas ayudaron a dar una mirada diferente a la concepción de la fe. El espíritu investigador de aquellos años llevó a la necesidad de buscar la verdad a partir de las Escrituras y sólo las Escrituras.

En este episodio se describe la obra de todos estos hombres que, durante esta época de la historia, lucharon hasta, incluso, entregar sus propias vidas para que la luz de la verdad resplandeciera sobre las tinieblas del error. Se puede ver cómo finalmente, todos estos cambios, ayudaron a que el mensaje protestante llegara hasta las tierras del "nuevo mundo".


3. La gran expectativa



Los acontecimientos que acompañaron el siglo XVIII, hicieron que hacia finales de 1700 y comienzos de 1800, las miradas se muchos, se volvieran hacia las profecías bíblicas. Estudiosos de la Biblia como el mismo Isaac Newton o Lacunza en América, llevaron a ver que, tal vez la respuesta a estos sucesos se encontraba en el estudio de las Escrituras. Es en este momento histórico donde en Estados Unidos aparece la figura de un tímido pero sincero predicador: Guillermo Miller. Sus estudio sobre las profecías de Daniel, lo llevaron a encontrar un mensaje esperanzador para la iglesia de su época.

Este episodio, relata lo ocurrido a en aquellas zonas del norte de Estados Unidos, a lo largo de la década de 1830 y hasta 1844, con relación al impacto generado por el mensaje predicado por Guillermo Miller.


4. Después del chasco



El 22 de octubre de 1844 marcó un hito en el movimiento adventista. Ha sido bautizado por algunos como “el día del gran chasco”. Sin embargo, este momento triste para muchos, se terminaría convirtiendo en el punto de partida para la predicación del mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14. De la decepción, una nueva iglesia se levantó. Presentando una mirada en profundidad a los tres factores históricos que estableció la Iglesia Adventista del Séptimo Día: la resolución de la gran decepción a través de estudio de la Biblia, la observancia del sábado del séptimo día en una pequeña iglesia en Nueva Hampshire, y el don de la la profecía de venir a dos hombres y una mujer frágil llamada Ellen Harmon.

Este episodio relata la asombrosa historia de la forma como el Señor guió a este grupo de fieles. Esa manera como Dios los orientó para descubrir, a partir de este difícil momento, las verdades del tiempo del fin y su misión como Pueblo del Señor.


5. La más débil de los débiles



El movimiento adventista tuvo la oportunidad de ver, en sus inicios, la figura de una modesta jovencita llamada Elena. La misma se convertiría luego en la esposa del predicador Jaime White y juntos aportarían su esfuerzo a la predicación del regreso de Cristo y el surgimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A pesar de sus debilidades de salud, causadas a partir de un accidente a los 9 años de edad, esta mujer se constituyó en la mensajera elegida por Dios para entregar valiosas orientaciones a su pueblo. Durante 70 año, el Señor le habló a través de sueños y visiones, dejando por medio de ella, el mensaje de amonestación para el tiempo del fin.

"Nunca fue elegida para ocupar un cargo en la iglesia, aunque los líderes de la iglesia siempre buscaban su consejo. Asistió a la escuela sólo hasta los 9 años, pero sus mensajes pusieron en marcha las fuerzas que dieron a luz el sistema educativo mundial de la Iglesia Adventista, desde guarderías hasta universidades. Aunque no tenía ningún entrenamiento médico, el fruto de su ministerio puede verse en la red de hospitales, clínicas y dispensarios adventistas que se encuentran alrededor del mundo. Y aunque no fue formalmente ordenada como ministro del evangelio, provocó un impacto espiritual casi sin paralelo en las vidas de millones, desde un extremo de la tierra hasta el otro" (¿Quién fue Elena G. de White? / Centro de Investigación White) .

Este episodio relata la interesante historia de esta mujer, el impacto de su tarea y el legado que ha dejado hasta el presente.


6. Una luz menor



Desde la antigüedad, el Señor quiso comunicarse con el ser humano. Esta tarea la realizó mediante personas comunes (hombres y mujeres) que Él llamaba. A estos personajes se los conoce con el nombre de "profetas". Su tarea consistía, básicamente, en ser los mensajeros de Dios. Jesús predijo, por medio de los profetas del Nuevo Testamento, que la actividad profética continuaría en la iglesia. El Testimonio de Jesús (Cf. Ap 19:10), no finalizaría con el libro de Apocalipsis. De hecho, los libros de Joel y Apocalipsis indican que el don de profecía asistirá especialmente a la iglesia en el tiempo del fin. Es lógico esperar que esta manifestación postrera del Testimonio de Jesús cumplirá el mismo papel y funciones de los profetas del tiempo bíblico.

Este episodio, muestra esa manera como Dios ha seguido dando mensajes de vital importancia a su pueblo en estos últimos días.


7. Un saludable estilo de vida



Lo que Elena G. de White vio en una visión de 1863 dio a los miembros de la Iglesia Adventista una ventaja duradera en materia de salud y medicina. Ideas sorprendentes con las prácticas de salud semi-primitiva de su época. Su continua influencia se remonta a través del tiempo, más allá de que la fundación de instituciones de salud en Battle Creek, Paradise Valley, Glendale y Loma Linda.

Desde la década de 1950, los adventistas del séptimo día han llegado a ser uno de los pueblos más estudiados del mundo. Cientos de artículos han sido publicados, estudiando a decenas de miles de adventistas. Toda esta atención se debe al descubrimiento que el estilo de vida que estas personas tienen, los lleva a vivir de 6 a 8 años más y a reducir dramáticamente las muertes prematuras por cualquier causa, incluyendo las enfermedades del corazón y el cáncer. La ciencia moderna ha establecido que existe un estilo de vida que promueve la salud. Sin embargo, este grupo tan pequeño, y relativamente desconocido, como lo son los adventistas, logró adoptar hábitos saludables más de 120 años antes de su descubrimiento.

El episodio muestra cómo el Señor mostró todos estos concejos de salud a su Iglesia.


8. Elena G. de White, la Mujer



Si bien, el trabajo de esta importante "mensajera del Señor" ha sido ampliamente estudiado, muchos desconocen la mujer que había detrás de esta señora de finos modales y expresiones amables. Así como los escritores bíblicos, era una persona común que vivía una vida como cualquier otra de su época. Fue madre de varios hijos y una cariñosa esposa que enviudó siendo aún bastante joven.

Todos estos detalles y muchos más, son mostrados a lo largo del episodio final de esta serie. Es interesante descubrir la persona que había, tras la figura de Ellen G. White. Y como epílogo, el Dr. Allan Lindsay examina el papel bíblico de la Iglesia Adventista en la gran controversia y como se mueve hacia la Segunda Venida de Cristo.






Titulo: Keepers of the Flame / Guardianes de la Llama
Producción: Adventist Media Center / Australia
Distribución: Review and Herald Publishing
Año: 1989
Idioma: Ingles con doblajes en español, alemán y polaco
Guión y presentación: Dr. Allan Lindsay, ex director del Ellen G. White Research Centre de Australia. Profesor retirado de Historia Adventista del Avondale College, Australia






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miércoles, 22 de junio de 2011

Elena G. de White: una pequeña biografia. Por Arturo L. White

¿Quién fue Elena G. de White y porqué millones consideran sus escritos especialmente valiosos y significativos?

En forma breve se puede decir que fue una mujer de destacados dones espirituales que vivió la mayor parte de su vida durante el siglo XIX (1827-1915), y quien, mediante sus escritos, todavía produce un impacto sobre millones de personas alrededor del mundo. Durante su vida escribió más de 5.000 artículos de periódicos y 40 libros; pero en la actualidad, incluyendo compilaciones de sus 50.000 páginas de manuscritos, hay más de 1.000 títulos disponibles en inglés. Es la escritora femenina más traducida en toda la historia de la literatura, y la autora estadounidense más traducida en cualquier género.

Sus escritos abarcan una amplia gama de temas, incluyendo religión, educación, relaciones sociales, evangelismo, profecía, cuestiones sobre publicación, nutrición y administración. Su obra maestra, que habla del cambio de vida para lograr una vida cristiana de éxito, El camino a Cristo, ha sido publicada en más de 140 idiomas. Los Adventistas del Séptimo Día creen que la Sra. White era más que una escritora de talento; creen que ella fue elegida por Dios como una mensajera especial para atraer la atención del mundo a las Sagradas Escrituras y para ayudar a preparar un pueblo para el segundo advenimiento de Cristo. Desde que ella contaba con 17 años hasta su muerte, 70 años después, Dios le dio aproximadamente 2.000 visiones y sueños. Las visiones variaron en duración de menos de un minuto hasta cerca de cuatro horas. Los conocimientos y los consejos recibidos por medio de estas revelaciones, los escribió para compartirlos con otros. Así sus escritos especiales son aceptados por los Adventistas del Séptimo Día como inspirados, y su excepcional calidad es reconocida incluso por lectores casuales.

Como aparece en Creencias de los Adventistas del Séptimo Día: “Los escritos de Elena de White no constituyen un sustituto de la Escritura. No pueden ser colocados en el mismo nivel. Las Sagradas Escrituras están colocadas en un nivel que les pertenece sólo a ellas, la única regla por la cual sus escritos –y todos los demás deben ser juzgados-, y a la cual deben hallarse sujetos” (Asociación Ministerial, Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Washington D.C., 1988, p. 262). Además, como Elena de White misma dijo, “La circunstancia de haber revelado Dios su voluntad a los hombres por su Palabra, no anuló la necesidad que tienen ellos de la continua presencia y dirección del Espíritu Santo” (El conflicto de los siglos, p. 9). Lo que sigue es una descripción más detallada acerca de la vida y la obra de esta destacada mujer quien, enfrentando todas las pruebas de un verdadero profeta como se presentan en las Sagradas Escrituras, ayudó a fundar la iglesia Adventista del Séptimo Día.

Los primeros años

Elena, junto con su hermana melliza Elizabeth, nació el 26 de noviembre de 1827, en la familia de Roberto y Eunice Harmon. Con ocho hijos en la familia, el hogar era un lugar interesante y lleno de tareas. La familia vivía en una pequeña granja cerca del poblado de Gorham, en Maine, en la parte noreste de los Estados Unidos. No obstante, unos pocos años después del nacimiento de las mellizas, Roberto Harmon dejó los trabajos de la granja y se mudó con su familia a la ciudad de Portland, unos 19 kilómetros hacia el este.

Durante su niñez, Elena colaboraba en el hogar y ayudaba a su padre en la manufactura de sombreros. A la edad de nueve años, una tarde, mientras regresaba a su hogar después de la escuela, fue severamente lastimada en su rostro por una piedra que le arrojó una compañera de clase. Por tres semanas estuvo inconsciente, y en los años siguientes sufrió significativamente como resultado de las graves daños en su nariz. La educación formal de Elena terminó abruptamente y a todos les parecía que tan prometedora jovencita no viviría mucho más. En el año 1840, Elena y sus padres asistieron a un retiro campestre metodista en Buxton, Maine, y allí, a la edad de 12 años, entregó su corazón a Dios. El 26 de junio de 1842, solicitó ser bautizada por inmersión en Casco Bay, Pórtland. Ese mismo día fue aceptada como miembro de la Iglesia Metodista.

El mensaje adventista

En 1840 y 1842, Elena junto con otros miembros de la familia, asistieron a las reuniones Adventistas celebradas en Portland, aceptaron los puntos de vista presentados por Guillermo Miller y sus colaboradores, y esperaron confiadamente el inminente regreso de Cristo. Elena era una activa misionera que buscaba ganar a sus jóvenes amigos y hacer su parte en la proclamación del mensaje Adventista.

Las dificultades del Gran Chasco provocados porque Cristo no regresó a la tierra el 22 de octubre de 1844, no fue menor por ser Elena una joven, y ella, junto con otros, estudió la Biblia y oró fervientemente por luz y conducción en los días de perplejidad que siguieron a esa fecha. Una mañana a fines de diciembre de ese año, cuando muchos se debilitaron y abandonaron su experiencia adventista, Elena Harmon se reunió con otras cuatro mujeres para adorar en el hogar de una amiga en South Portland. El cielo parecía estar cerca del grupo que oraba, y mientras el poder de Dios descansaba sobre Elena, ella fue testigo en la visión del viaje del pueblo adventista a la ciudad de Dios. (Primeros escritos, pp. 13-30.) Cuando la jovencita de 17 años, en forma poco dispuesta y temblando, relató esta visión al grupo de adventistas en Portland, éste la aceptó como luz de Dios. En respuesta a una visión posterior, Elena viajó de lugar en lugar con amigos y familiares para relatar a los grupos esparcidos de adventistas lo que le había sido revelado en su primera visión y las siguientes. Aquellos no fueron días fáciles para los adventistas que habían sufrido el chasco. No sólo enfrentaron las burlas y el ridículo de todo el mundo, sino que no estaban unidos entre ellos mismos, y se levantaban entre ellos fanatismos de toda clase. Pero Dios, mediante revelación, expuso a Elena Harmon las consecuencias de estos movimientos fanáticos, y se le encargó la responsabilidad de reprochar las equivocaciones y señalar el error. Para ella fue muy difícil realizar esta tarea.

El matrimonio de Jaime White y Elena Harmon

En un viaje a Orrigton, Maine, Elena conoció a un joven predicador adventista, Jaime White, quien tenía entonces 23 años de edad. Como sus tareas ocasionalmente los reunía, surgió entre ellos un afecto que los unió más tarde en matrimonio en agosto de 1846.

Durante las primeras semanas que siguieron a su matrimonio, Jaime y Elena estudiaron fervientemente un documento de 46 páginas publicado por José Bates, en New Bedford, Massachussets. El documento, titulado El sábado del séptimo día, presentaba las evidencias bíblicas sobre la santidad del séptimo día. Convencidos de que los puntos de vista presentados eran bíblicos, comenzaron a guardar el sábado como séptimo día. Unos seis meses más tarde, el 3 de abril de 1847, a Elena de White se le mostró en visión la ley de Dios en el santuario celestial con un halo de luz alrededor del cuarto mandamiento. Este punto de vista trajo una clara comprensión de la importancia de la doctrina del sábado y confirmaron la confianza de los adventistas en ella (Primeros escritos, pp. 32-35).

Los primeros días de la vida de casados de Jaime y Elena White estuvieron llenos de pobreza y a veces ansiedades. Los que trabajaban en el movimiento adventista no tenían a nadie más que a sí mismos para su sostén financiero, así que Jaime White dividía su tiempo entre la predicación y el trabajar para ganar el sustento mediante el trabajo en el bosque, en el ferrocarril o en los campos juntando heno. A los White les nació un hijo, Henry, el 26 de agosto de 1847. Su presencia trajo gozo y consuelo a la joven madre, pero Elena de White pronto se dio cuenta que tenía que dejar a su hijo al cuidado de sus amigos de confianza para continuar con su obra de viajar y llevar los mensajes que Dios le había confiado. En los siguientes años ella escribió extensamente, viajó mucho para visitar al “rebaño esparcido” y asistió a conferencias.

Comenzando a publicar

Mientras estaba en Rocky Hill, Connecticut, en el verano de 1849 (entre junio y septiembre), Jaime White comenzó la publicación de La verdad presente, un periódico de 8 páginas de tirada casi mensual. Los últimos números contenían artículos de la pluma de Elena de White presentando cuestiones proféticas del futuro de la iglesia e importantes notas de advertencia y consuelo.

El año 1851 estuvo marcado por la aparición del primer libro de la Sra. White, un trabajo que abarcaba unas 64 páginas titulado: A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White [Una reseña de la experiencia cristiana y las visiones de Elena G. de White]. Este primer documento y su Supplement (1854) se encuentran ahora en las páginas 11-127 del libro Primeros escritos. Los inicios de los periódicos Review and Herald en 1850 y de Youth’s Instructor en 1852, la compra de una prensa manual, luego la publicación de los periódicos en Rochester, Nueva York, durante los años 1852-1855, fueron días extremadamente activos y fatigosos. El dinero escaseaba. La enfermedad y las privaciones contribuyeron a traer angustia y desaliento. Pero habría días más brillantes por venir, y cuando en 1855 los creyentes adventistas en Michigan, invitaron a los White a Battle Creek y prometieron construir una pequeña casa publicadora, las apreturas parecieron comenzar a disminuir.

La mudanza a Battle Creek

En noviembre de 1855, la Asociación Publicadora Review and Herald, con su prensa manual y otros equipos de impresión, se mudó de Rochester, Nueva York, donde tenía sus oficinas alquiladas, a el nuevo edificio levantado en Battle Creek, Michigan, provisto en forma voluntaria por los creyentes adventistas.

Pocos días después que el pastor White y su esposa, y quienes estaban asociados con ellos en la obra de publicaciones, llegaron a Battle Creek, se realizó una reunión de asociación con el propósito de considerar planes para la diseminación del mensaje adventista. Al cierre de esta reunión general, se le revelaron a Elena de White varios asuntos de importancia para la iglesia en general. Estos temas los escribió y leyó en la iglesia de Battle Creek. Los miembros de iglesia reconocieron que este mensaje beneficiaría a todos los grupos de creyentes, así que votaron que se debía publicar. A su debido tiempo salió de la prensa reestablecida un folleto de 16 páginas que llevaba el título, Testimony for the Church [Testimonio para la iglesia] (aparece en el volumen 1 de Testimonies, pp. 113-126), el primero de una serie de escritos que en el transcurso de 55 años totalizó cerca de 5.000 páginas, como aparece publicado en los nueve volúmenes de Testimonies for the Church [Testimonios para la iglesia].

Los registros de los años siguientes muestran al pastor White y su esposa estableciendo la obra de publicaciones y la organización de la iglesia, y viajando de aquí para allá en tren, carruaje y carreta. Es un registro de sufrimiento, de fuertes fríos en largos viajes a través de pueblos establecidos en lugares distantes, y de la protección especial de Dios de muchos peligros. Es un registro con imágenes de desaliento, cuando se dirigían ataques directamente contra la obra, y también de gran aliento, a medida que el poder de Dios producía la victoria en las vidas de los guardadores del sábado y el éxito de la tarea de aquellos que estaban liderando el avance de la causa adventista.

La visión de “el gran conflicto”

En un servicio fúnebre realizado una tarde de domingo en Ohio, en marzo de 1858, en la escuela pública de Lovett’s Grove (actualmente Bowling Green), se le dio a la Sra. White una visión sobre los largos siglos de conflicto entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles. Dos días después Satanás intentó quitarle la vida, para que ella no pudiera presentar a otros lo que se le había revelado. No obstante, sostenida por Dios para realizar la tarea que se le confió, ella escribió una descripción de las escenas que se le habían mostrado y durante el verano de 1858 se publicó el primer volumen, de 219 páginas, del libro titulado Spiritual Gifts, The Great Controversy Between Christ and His Angels and Satan and His Angels [Dones espirituales, la gran controversia entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles]. Este volumen fue bien recibido y sumamente apreciado por su clara exposición de las fuerzas que contienden en el gran conflicto, tocando puntos importantes de la lucha pero tratando más plenamente las escenas finales de la historia de esta tierra. (Véase Primeros escritos, pp. 133-295).

El hogar en Battle Creek

Los diarios de Elena de White de fines de la década de 1850 revelan que no todo su tiempo lo dedicó a escribir y publicar. Las tareas de la casa, el trato amistoso con los vecinos, especialmente aquellos que estaban con necesidades, clamaban por su atención, y ocasionalmente ayudaba a doblar y pegar libros y folletos cuando había mucho trabajo en la oficina de la Review.

Para el otoño de 1860, la familia White sumaba ya seis miembros, con cuatro hijos varones que contaban desde pocas semanas hasta 13 años de edad. No obstante, el niño más pequeño, Herbert, vivió sólo unos pocos meses, su muerte trajo el primer quebrantamiento del círculo familiar. Los esfuerzos culminantes para establecer la iglesia y la organización de asociaciones, sumados a las demandas por escribir mucho, viajar y las tareas personales, ocuparon los primeros años de la década de 1860. El clímax llegó con la organización de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en mayo de 1863.

La visión de la reforma pro salud

Dos semanas después de esto, Jaime y Elena White visitaron Otsego, Michigan, durante el fin de semana para alentar a los obreros evangélicos del lugar. Mientras el grupo se inclinaba en oración al comienzo del sábado, Elena de White recibió una visión de la relación entre la salud física y la espiritual, de la importancia de seguir principios correctos en la dieta y en el cuidado del cuerpo, y de los beneficios de los remedios naturales –aire limpio, luz solar, ejercicio y agua pura.

Antes de esta visión, poco se pensó o se dedicó a las cuestiones de salud, y varios ministros que estaban sobrecargados se habían visto forzados a la inactividad a causa de la enfermedad. Esta revelación del 6 de junio de 1863, produjo un impacto en los líderes de la iglesia recientemente organizada acerca de la importancia de la reforma pro salud. En los meses siguientes, a medida que se veía al mensaje de salud como parte del mensaje de los Adventistas del Séptimo Día, se inauguró un programa educativo para la salud. Un paso introductorio, en este esfuerzo, fue la publicación de seis folletos de 64 páginas cada uno, titulados Health [Salud] o How to Live [Cómo vivir], compilado por Jaime y Elena White. Un artículo de la Sra. White se incluyó en cada folleto.

La muerte imprevista de Enrique White a la edad de 16 años, la severa enfermedad del pastor Jaime White, que lo forzó a dejar por tres años su tarea, y los sufrimientos de muchos otros ministros, impresionó hondamente a los líderes que vivieron en los primeros días de la iglesia sobre la importancia de la reforma pro salud. A principios de 1866, en respuesta a la instrucción dada a Elena de White en el día de navidad de 1865 (Testimonies for the Church, vol. 1, p. 489), en cuanto a que los Adventistas del Séptimo Día debían establecer un instituto de salud para el cuidado de los enfermos y para impartir instrucción sobre la salud, se realizaron planes para el Instituto de la Reforma de la Salud del Oeste [Western Health Reform Institute] que se abrió en septiembre de 1866. Mientras los White estaban yendo y viniendo de Battle Creek entre 1865 a 1868, la pobre condición física del pastor White los llevó a mudarse a una pequeña granja cerca de Greenville, Michigan. Lejos de las tareas estresantes de las oficinas de la iglesia, Elena de White tuvo la oportunidad de escribir, y retomó la presentación de la historia del conflicto como se le haía mostrado más plenamente en revelaciones posteriores. En 1870, se publicó The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía], volumen 1, conteniendo la historia desde la caída de Lucifer en el cielo hasta el tiempo de Salomón. El trabajo con esta serie se interrumpió, y pasaron siete años hasta que salió el siguiente volumen.

La obra se extiende

El éxito de las reuniones campestres Adventistas del Séptimo Día realizadas en Wisconsin y Michigan a fines de la década de 1860, hizo que se realizaran planes más amplios para empresas similares en los años siguientes. Jaime White tuvo una parte activa no sólo en la planificación de estos encuentros sino también en la asistencia a tantas reuniones como la presión de sus tareas administrativas y su decaída salud se lo permitieran. Los largos períodos de sobrecarga laboral y de la lucha durante los días iniciales de la iglesia, la extenuante labor de las tareas editoriales, sumadas a las responsabilidades de la presidencia de la Asociación General y la presidencia de varias juntas institucionales, cobró su cuota sobre su salud. Elena de White acompañaba a su esposo en sus viajes, haciendo plenamente su tarea de predicar y de atención personal, y, cuando el tiempo lo permitía, avanzaba con sus escritos.

El invierno de 1872-1873 encontró a la pareja en California interesada en fortalecer proyectos de la iglesia en la costa del Pacífico. Este fue el primero de varios viajes extensos por el oeste durante los siguientes siete años. El 1 de abril de 1874, se le dio a Elena de White una visión importante mientras estaba en el oeste. En esa visión se abrió ante ella la forma maravillosa en que la tarea de la denominación habría de ampliarse y desarrollarse no sólo en los estados del oeste sino también fuera del país. Pocas semanas después, se realización reuniones campestres en Oakland, California, y como resultado de este esfuerzo público, el pastor White inició el periódico Signs of the Times [Señales de los tiempos].

El Colegio de Battle Creek

En el otoño de 1874, los White estaban de regreso en Michigan, ayudando con el Instituto Bíblico, conduciendo servicios en sábado y asumiendo un papel importante en la fundación del Colegio de Battle Creek. El 4 de enero de 1875, mientras Elena de White estaba de pie ante el grupo que se había reunido proveniente de diferentes estados para dedicar dicho colegio, la primera institución educativa de la denominación, ella relató lo que se le había mostrado en visión hacía pocos días. La imagen que ella presentó de la obra internacional, que debían realizar los Adventistas del Séptimo Día, causó impresión en la asamblea de obreros [empleados de dedicación exclusiva] y creyentes en cuanto a la importancia y la necesidad del colegio. Entre otras cosas, ella habló de que se le habían mostrado casas publicadoras operando en varias tierras y una obra bien organizada desarrollándose en amplios territorios del mundo en los cuales los Adventistas del Séptimo Día, de ese tiempo, nunca habían pensado en entrar.

Escribiendo y viajando

Durante los siguientes años, la mayoría del tiempo de la Sra. White estuvo ocupado en escribir la parte de la historia del conflicto que trataba sobre la vida de Cristo y la obra de los apóstoles. Esto apareció en los volúmenes 2 y 3 de The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía], entre 1877 y 1878. El pastor White estaba muy ocupado en el establecimiento de la Pacific Press [Casa Publicadora Pacífico] en Oakland, California, y en juntar dinero para ampliar el Sanatorio de Battle Creek y el edificio del Tabernáculo en Battle Creek.

Cuando los White visitaron la nueva institución de salud cerca de Santa Elena, California, a comienzos de 1878, Elena de White exclamó que ella había visto esos edificios y sus alrededores en la visión en que se le había mostrado los alcances de la obra en la costa oeste. Éste fue el tercer emprendimiento que había visto en la visión de 1874, los otros eran el periódico Signs of the Times [Señales de los tiempos] y la imprenta Pacific. Durante la temporada de reuniones campestres de fines de la década de 1870, Elena de White predicó a varias audiencias numerosas; la más grande fue la congregación de un domingo por la tarde en Groveland, Massachusets, a fines de agosto de 1877, en la que 20.000 personas oyeron su discurso sobre lo que abarcaba la temperancia cristiana. Sus viajes y tareas durante este período la condujeron del este al oeste y hacia el noroeste del Pacífico. Escribió en forma incesante, asistió a sesiones de la Asociación General, cumplió con sus compromisos como oradora en reuniones campestres y en iglesias, apareció ante grupos pro temperancia, e incluso cumplió con compromisos en pueblos y prisiones estatales. La decaída salud del pastor White lo llevó a viajar a Texas durante el invierno de 1878-1879. Fue allí donde Arturo Daniells, que en años posteriores sirvió como presidente de la Asociación General, y su esposa, María, se unieron a la familia White, el joven Arturo como compañero y enfermero del pastor White y María como cocinera y ama de llaves.

La muerte de Jaime White

Había momentos, durante los dos años siguientes, en que el pastor White estaba razonablemente saludable y era capaz de continuar con su tarea. Pero los largos períodos de sobrecarga mental y física habían disminuido sus fuerzas vitales, y murió en Battle Creek el 6 de agosto de 1881. Parada al lado del cajón de su esposo en el servicio fúnebre, Elena de White rogaba por sí misma para continuar la obra que se le había confiado.

Pronto, Elena de White estuvo otra vez en la costa del Pacífico, sintiendo profundamente la pérdida de su compañero, pero activamente comprometida en la escritura de su cuarto y último volumen de la serie The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía]. La historia del conflicto desde la destrucción de Jerusalén hasta el final del tiempo aparecía en este volumen largamente esperado. Cuando salió de la imprenta en 1884, el libro fue bien recibido. Se publicó una edición ilustrada para la venta casa por casa y que llevaba el título The Great Controversy Between Christ and His Angels and Satan and His Angels [La gran controversia entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles]. En el lapso de tres años se vendieron 50.000 copias.

Elena de White visita Europa

Por algún tiempo la Asociación General había estado pidiendo a la Sra. White y a su hijo, W. C. White, que visitara las misiones en Europa. Mientras ella se preparaba para el viaje, algunos que estaban cerca de ella pensaban que por su condición física el viaje sería imposible. No obstante, obediente a lo que consideraba un deber, se embarcó en el viaje y se le dio la salud necesaria. Dedicó a las ciudades europeas, el tiempo que va desde el otoño de 1885 hasta el verano de 1887.

Desde Basel, Suiza, donde se ubicaban entonces las oficinas de la obra de la Iglesia Adventista en Europa, la Sra. White realizó viajes a Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Dinamarca, Noruega y Suecia. De interés particular fueron dos viajes a los valles valdenses en Italia, donde ella visitó lugares que había visto en visión en relación con los siglos del oscurantismo y la Reforma.

Tanto en Basel, Suiza como en Christiana (actualmente Oslo), Noruega, Elena de White reconoció las prensas para impresión como aquellas que se le habían mostrado en la visión del 3 de enero de 1875, cuando ella vio muchas prensas operando en tierras lejanas fuera de Estados Unidos. El consejo dado por Elena de White a los obreros [empleados de dedicación exclusiva] de la iglesia en Europa significaron mucho para la fijación de normas y planes correctos.

El conflicto de los siglos y Patriarcas y profetas

Debido a la demanda por la traducción del volumen 4 de The Spirit of Prophecy a los idiomas europeos, Elena de White sintió que debía escribir en forma más completa las escenas de la controversia que mencionaban los lugares vistos en Europa. El resultado fue el libro que actualmente se conoce como The Great Controversy [El conflicto de los siglos], que se publicó por primera vez en 1888.

De regreso en los Estados Unidos, Elena de White fijó su residencia en Healdsburg, California, pero asistió a la sesión de la Asociación General de 1888 en Minneapolis, Minnesota. En los meses siguientes viajó y predicó buscando la unidad de la iglesia sobre la doctrina de la justificación por la fe. Durante ese mismo período trabajó en el libro Patriarcas y profetas, que apareció en el año 1890.

El llamado a Australia

En la sesión de la Asociación General de 1891, se le presentó a la Sra. White un llamado urgente para visitar Australia para dar consuelo y ayuda a la obra de la iglesia en esa región pionera. Respondiendo a ese llamado, llegó a Australia en Diciembre de 1891, acompañada por su hijo, el pastor W. C. White, y varios de sus ayudantes. Su presencia en Australia fue muy apreciada por los nuevos creyentes, y sus mensajes de consuelo en relación con la obra en desarrollo, contribuyó mucho en establecer firmemente los intereses denominacionales en este continente del sur. De nuevo, durante su visita a la casa publicadora de la iglesia en Australia, la Sra. White reconoció los equipos de impresión como aquellos que se les había mostrado en la visión de enero de 1875.

No mucho después de su llegada, Elena de White vio claramente la necesidad urgente de una institución de enseñanza en Australia, para que los jóvenes Adventistas del Séptimo Día puedan ser educados en un ambiente cristiano, y así los obreros [empleados de dedicación exclusiva] puedan entrenarse para servir a su país y en los territorios de las islas. En respuesta a sus fuertes llamados, se abrió una escuela bíblica en la ciudad de Melbourne, Australia, en 1892. La escuela operaba en oficinas alquiladas por dos años, pero durante ese tiempo los escritos fervientes y los llamados orales de la Sra. White señalaron que el plan de Dios requería de una escuela ubicada en un ambiente rural.

El Colegio de Avondale

Cuando Dios indicó claramente su aprobación de la propiedad, se aseguró la compra del terreno de Avondale. Entonces, para dar aliento a aquellos que estaban en esta empresa pionera, la Sra. White compró un buen lote en la vecindad e hizo allí su hogar cerca de la nueva escuela. Esta escuela, indicó Dios, sería un modelo de lo que debería ser la educación Adventista.

Con el propósito de que la obra que se desarrollaba en Australia fuera administrada apropiadamente, en 1894 se organizó el territorio en una unión asociación. La primera unión asociación en la historia de los Adventistas del Séptimo Día. Alguien que tuvo una parte en la administración de la obra en la unión asociación recientemente organizada, fue el pastor A. G. Daniells, quien, con su esposa, habían sido enviados a Nueva Zelanda en 1886 como misioneros. Su relación con la Sra. White, y la aceptación de sus consejos a medida que enfrentaba los problemas administrativos del campo de trabajo, ayudaron a prepararlo para la gran tarea que se le confió cuando, después de la sesión de la Asociación General de 1901, fue elegido como presidente de la Asociación General.

Inicio de la obra médica

Tan pronto como la obra educativa había comenzado a ir bien en Avondale, llegaron llamados para establecer un programa médico misionero. Para esto Elena de White no sólo dio un fuerte apoyo moral sino que contribuyó liberalmente con sus limitados medios para ayudar a hacer posible un sanatorio. De hecho, casi cada edificio de iglesia y cada línea de emprendimiento que se inició durante los nueve años de la residencia de la Sra. White en Australia, se benefició con su apoyo financiero.

Además de las diversas actividades en la obra local de este campo pionero, la Sra. White encontró tiempo para escribir miles de páginas con consejos oportunos que cruzaron los mares y guiaron a líderes denominacionales. También preparó artículos semanalmente para los periódicos Review, Signs y Youth’s Instructor. Este cronograma apretado retrasó mucho su obra de publicar libros, y no fue sino hasta 1898 que El Deseado de todas las gentes terminó de completarse e hizo su aparición. El discurso maestro de Jesucristo lo precedió por dos años, y Lecciones prácticas del Gran Maestro [o Palabras de vida del Gran Maestro] y el tomo 6 de Testimonies for the Church [Testimonios para la iglesia] siguieron en 1900.

Alcanzar a los afro-americanos

En 1891, Elena de White apeló a los líderes de la iglesia para que comenzaran una labor de educación y evangelismo en pro de la raza negra en el sur de Estados Unidos. Tres años después, uno de sus hijos, Jaime Edson White, construyó un barco, Río Mississippi, y lo usó por cerca de una década como una misión flotante para los negros en Mississippi y Tennessee. En 1895 y 1896, la Sra. White escribió artículos en la Review and Herald continuando con llamados de urgencia para realizar esfuerzos por los negros en el sur, y de tiempo en tiempo enviaba, desde Australia, mensajes de consuelo y aliento a los obreros [empleados de la denominación] de ese campo. Dio un fuerte apoyo para el establecimiento del Colegio de Oakwood (Oakwood University), en Huntsville, Alabama, que fue fundado con el propósito de educar a los jóvenes Afro-Americanos. En 1904 dio un discurso a los estudiantes y maestros, diciendo que “fue el propósito de Dios que la escuela se ubicara aquí”. A lo largo de los años restantes de su vida, mantuvo un profundo interés y preocupación por la obra de la iglesia entre los negros en los Estados del sur.

El regreso a los Estados Unidos

Un día en 1900, Elena de White sorprendió a su familia y obreros asociados diciéndoles que recibió instrucción divina durante la noche de que debía regresar a América. Desde el punto de vista de la obra en Australia parecía un momento muy importuno para partir, pero Uno cuyos ojos velan sobre los destinos de la iglesia como un todo y conoce el futuro, sabía bien la necesidad de su presencia en los Estados Unidos durante la crisis que vendría en los primeros años del nuevo siglo.

Fijando su hogar en Elmshaven, a pocos kilómetros de la ciudad rural de Santa Elena, en el norte de California, Elena de White dedicó los 15 años restantes de su vida a la preparación de libros, a escribir, en la realización de trabajos personales y a viajar. Tan pronto como estuvo establecida en Santa Elena recibió un llamado para asistir a la sesión de la Asociación General de 1901 en Battle Creek, Michigan.

En esta reunión importante, ella firmemente llamó a una reorganización de la obra de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, para que los intereses de expansión de la iglesia pudieran ser atendidos adecuadamente. Los delegados respondieron a su llamado, desarrollando e implementando un plan de reorganización, abriendo el camino para una amplia distribución de las crecientes responsabilidades que, en ese tiempo, sólo llevaban unos pocos hombres. Ellos adoptaron el plan de la Asociación General y asociaciones locales, y acomodaron los departamentos de la Asociación General. Estos pasos abrieron el camino para una gran expansión y desarrollo de la obra de la iglesia.

Dos años más tarde, las oficinas de la Asociación General y el trabajo de la Asociación Publicadora Review and Herald fueron trasladadas de Battle Creek, y en armonía con los consejos de Elena de White de que debían estar cerca de la costa este, fueron establecidas en Takoma Park, Maryland, un suburbio de Washington, D. C. En ese momento la Sra. White dejó su hogar en California y se mudo a Takoma Park. Por cerca de cinco meses, ella continuó su obra allí. La presencia de la Sra. White en las oficinas centrales de la denominación ayudaron a mantener la confianza en la decisión de mudarla al este.

Los atareados años finales

A fines de 1905, El ministerio de curación, un libro que trata sobre la salud del cuerpo, la mente y el espíritu, salió de la prensa. La educación se había publicado en 1903, y dos volúmenes de Testimonies for the Church, el 7 y el 8, fueron lanzados en 1902 y 1904 respectivamente.

Durante su estadía en Washington, la Sra. White alentó a los obreros de la iglesia en el sur de California a que buscaran un propiedad para el sanatorio de Loma Linda, y llamó a la apertura de la obra de educación para formar médicos misioneros en la costa del Pacífico. Durante los años siguientes, Elena de White interrumpió frecuentemente su labor con los libros para viajar a Loma Linda y así alentar a los obreros de ese lugar, y también al Sanatorio de Paradise Valley cerca de San Diego, que había ayudado a fundar en 1903.

A la edad de 81 años, Elena de White viajó otra vez a Washington, para asistir a la sesión de la Asociación General en 1909. En las reuniones habló varias veces con voz clara y firme. Después de estas reuniones, cumpliendo un deseo largamente acariciado en su corazón, visitó su antiguo hogar en la ciudad de Pórtland, Maine. Allí ofreció nuevamente su testimonio en aquel histórico lugar donde su obra había comenzado unos 65 años antes. Éste fue su último viaje a los estados del este, y dejó una impresión perdurable y vívida en los Adventistas del Séptimo Día que la oyeron hablar o la encontraron en la sesión de la Asociación General.

Cuando Elena de White regresó a Elmshaven, dándose cuenta que le quedaban pocos días, intensificó sus esfuerzos por producir libros que presentaran la instrucción esencial para la iglesia. En 1909 se publicó el volumen 9 de Testimonies for the Church. En 1911 apareció Hechos de los apóstoles. En 1913, salió Consejos para los maestros, y en 1914 se terminó el manuscrito de Obreros evangélicos que fue enviado a la prensa. Los activos meses finales de la vida de la Sra. White fueron dedicados al libro Profetas y reyes.

En la mañana del 13 de febrero de 1915, mientras Elena de White ingresaba a su cuarto de estudio en Elmshaven, se resbaló y calló, y fue incapaz de levantarse. Se la ayudó pero pronto quedó claro que el accidente era serio. Un examen de rayos X mostró una fractura de su cadera izquierda, y por cinco meses la Sra. White fue confinada a su cama o a su silla de ruedas.

Sus palabras a amigos y familiares durante las últimas semanas de su vida mostraban sentimientos de gozo, un sentido de haber realizado fielmente la obra que Dios le había confiado, y una confianza en que la causa de la verdad triunfaría finalmente.

La vida de Elena de White llegó a su fin el 16 de julio de 1915, a la edad de 87 años. Sus restos descansan al lado de los de su esposo en el Cementerio de Oak Hill, Battle Creek, Michigan.

Elena de White vivió para ver crecer el movimiento adventista de un puñado de creyentes a una membresía mundial de 136.879 que para el año 2007 han excedido los 15 millones.





Fuente: CentroWhite.uapar.edu / WhiteState.org
Autor: Arturo L. White (1907-1991) fue secretario / director del White Estate (Patrimonio White) desde 1937 hasta 1978. Sucedió a su padre, William C. White , quien era hijo de Elena G. de White y que había logrado la herencia de su madre desde su muerte en 1915 hasta su muerte en 1937.
Nota: Originalmente publicado el 1 de diciembre de 2007 por uno de los blogs que posteriormente conformaron Ojo Adventista.


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viernes, 29 de octubre de 2010

Pasos iniciales en la organización de la Iglesia. Por Arturo L. White

Aun cuando Elena G. White había escrito y publicado un tanto sobre la necesidad de orden en la administración de la obra de la iglesia (ver EW, pp. 97 -104), y aun cuando Jaime White había presentado esta necesidad ante los creyentes en artículos de la Review and Herald, la iglesia tardaba en tomar acción. En términos generales, lo presentado era bien recibido; pero cuando se trataba de aplicarlo en forma constructiva, había resistencia y oposición. Los breves artículos de Jaime White habían despertado a muchos de la complacencia y ahora se estaba hablando mucho al respecto.

J. N. Loughborough, quien trabajaba con Jaime White en Michigan, fue el primero en responder. Sus palabras eran de afirmación y a la vez defensivas:

Alguien dijo, si se organizan de manera que puedan por ley hacerse de propiedades, van a formar parte entonces de Babilonia. No; yo entiendo que hay una gran diferencia entre estar en posición de proteger por ley nuestra propiedad y utilizar la ley para proteger y hacer cumplir nuestros puntos de vista religiosos. Si es incorrecto proteger la propiedad de la iglesia, ¿por qué entonces no es incorrecto que las personas tengan legalmente propiedades legales? –RH, 8 de marzo de 1860.

Jaime White había finalizado su declaración en la Review, poniendo delante de la iglesia el asunto de la necesidad de organización de los intereses en el ramo de publicación, con estas palabras: “Si alguno objeta nuestras sugerencias, ¿podría por favor redactar un plan que podamos seguir como pueblo?” – Ibíd., 23 de febrero de 1860. El primer ministro laborando en el campo que respondió, fue R. F. Cottrell, un incondicional y fiel editor de la Review. Su reacción inmediata fue decididamente negativa:

El Hermano White ha pedido a los hermanos que se expresen en relación a su proposición de asegurar las propiedades de la iglesia. Desconozco en forma precisa qué medidas implica esta sugerencia, pero entiendo que esto significa la incorporación como organismo religioso de acuerdo con la ley. Personalmente pienso que será incorrecto “hacernos un nombre” siendo que eso constituye la base de Babilonia. No pienso que Dios apruebe tal cosa” - Ibíd., 23 de febrero de 1860.

Cottrel tenía gran experiencia e influencia; su mensaje, publicado en ausencia de Jaime White, sentó las bases para una prolongada batalla.

El asunto osciló de un lado a otro durante los siguientes seis meses, con algunas referencias al mismo en la mayoría de los números de la Review.

Vino luego la convocación para una conferencia general en Battle Creek, iniciada el viernes 28 de septiembre, para considerar la salvaguardia de los intereses de la obra a través de algún tipo de organización. Debido a la importancia de la conferencia, sus sesiones de negocios se registran detalladamente en los números de la Review and Herald del 9, 16 y 23 de octubre. Las sesiones de negocios comenzaron el 29 de septiembre, inmediatamente después del sábado, las cuales José Bates fue llamado a presidir. Teniendo en mente el debate que había estado llevándose a cabo en la Review, los asistentes a la conferencia se lanzaron inmediatamente a una prolongada discusión. Era muy claro que la mayoría veía en forma negativa cualquier paso hacia una organización. Las reuniones continuaron por la noche después del sábado, y durante la mañana y tarde del domingo, terminando finalmente con la adopción de lo siguiente:

Recomendamos a la conferencia la organización de una asociación publicadora que pueda ser propietaria legal de la oficina de la Review. –Ibíd., 16 de octubre de 1860.

Con gran alivio, Jaime White se puso de pie y dijo: “Esto es por lo que he estado suplicando por los últimos seis meses”. - Ibíd., 23 de octubre de 1860. A partir de este voto, la conferencia se reunió en la madrugada del lunes para adoptar una constitución al respecto. Para comenzar, Jaime White tomó la palabra “expresando su gratitud por el candor, buena disposición y unidad, y consideración por los principios correctos manifestados por los presentes”.- Ibíd. Dice el primero de los diez artículos adoptados ese lunes de mañana:

Esta Asociación será denominada The Advent Review Publishing Association [Asociación Publicadora de la Revista Adventista], cuyo objetivo será la publicación de revistas, libros y folletos, calculados para hacer llegar instrucción en cuanto a la verdad bíblica, especialmente sobre el cumplimiento de la profecía, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. – Ibíd.

La mayor parte del documento contenía los detalles sobre organización y personal, y señalaba los deberes de varios oficiales. Pero los negocios a tratar en la conferencia no habían finalizado.


ADOPCIÓN DE UN NOMBRE PARA LA DENOMINACIÓN

El Hermano Bracket se puso de pie y dijo:

Propongo ahora que adoptemos un nombre, siendo que tenemos que tener un nombre si nos vamos a organizar como para poseer legalmente propiedades –Íbid.

Con gran cautela, la conferencia se dispuso a prestar atención a esta área tan elevadamente sensible. El Hermano Poole temía que el adoptar un nombre general los dañara como pueblo. J. B. Frisbie se opuso a un nombre sectario, pero vio la necesidad de cierta uniformidad en los términos por los cuales los observadores del sábado serían conocidos. Moses Hull pensó que las iglesias en varios lugares podían ser conocidas como “la iglesia que adora en el séptimo día, en este, o en este otro lugar”. Jaime White declaró que no podía ver cómo podían arreglárselas sin un nombre y que no podían poseer propiedades sin un nombre. Que siendo que la ley era muy específica al respecto, él no podía ver cómo esto podía significar ir en dirección de Babilonia. M.E. Cornell expresó muy claramente su sentir:

Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús son una marca distintiva entre nosotros y las otras denominaciones. …me parece que perdemos de vista los dones de la iglesia y no les damos la importancia que debieran tener si damos lugar a tanto temor de convertirnos en Babilonia simplemente por adoptar un nombre. Hay confusión en los nombres ya elegidos; y si no se hace algo aquí, las iglesias irán eligiendo todavía otros diferentes nombres. Un nombre general nos va a traer unidad y no confusión. – Ibíd.

Hablando de la iglesia, T. J. Butler tomó la posición de que Dios, quien había armado y diseñado este edificio, lo había declarado “iglesia de Dios”, y luego añadió: “Si Dios nos ha nombrado como padres que tenemos el derecho de dar nombre a sus hijos, ¿no denotaría una falta de modestia el tratar de evadir el poner este nombre o el otro?”

La discusión continuó en forma ferviente hasta las once de la mañana, cuando se procedió a un necesario receso. Las minutas de la discusión después del almuerzo declaraban.

Nuevamente se posó la pregunta ante la reunión: “¿Debemos adoptar un nombre?” Algunos que previamente se habían opuesto a tal acción declararon aquí su cambio de opinión y su disposición a cooperar con los hermanos en esta dirección. – Ibíd

El Hermano Sperry estuvo dispuesto a poner sus prejuicios en el altar, creyendo que Dios daría sabiduría al respecto. Stephen Belden, empleado en la oficina de la Review, expresó su sentir de que estar sin un nombre sería como publicar libros sin títulos o enviar un documento sin membrete.

Entonces Jaime White tomó la palabra y se disculpó por algunos de los hermanos que parecían temer el adoptar un nombre. La Review registró algunos de sus comentarios:

Ha tomado antes la misma posición. En el pasado, cuando éramos comparativamente pocos, no vio él la necesidad de ninguno de esos pasos. Pero ahora se ha levantado gran cantidad de hermanos inteligentes, y sin ninguna regulación de este tipo, serán lanzados a la confusión.

Entonces hizo un repaso del pasado, mencionando la oposición que habían manifestado algunos todo el tiempo, primero contra la publicación de una revista, luego en contra de la publicación de folletos, más tarde en contra de tener una oficina, luego contra la venta de publicaciones, después en contra de organizarse como iglesia y luego en contra de una prensa mecánica. Ha sido difícil convencer a algunos de los hermanos de la necesidad de estas cosas; pero todas ellas han sido esenciales para la prosperidad de la causa. – Ibíd.

Finalmente se hizo la propuesta ante los delegados y fue aprobada. Señala el registro: “Nadie disintió, aunque algunos se abstuvieron de votar”. Al repasar las minutas, encontramos en ellas la historia del resultado por el que vio la luz el nombre por el cual seríamos conocidos los adventistas observadores del sábado.


“EL NOMBRE ELEGIDO –ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA”

Habiéndose votado la adopción de un nombre, la discusión de volvió hacia cuál sería tal nombre. El nombre “Iglesia de Dios” fue propuesto y celosamente defendido por algunos. Se objetó que ese nombre ya lo estaban utilizando algunas denominaciones, lo cual lo hacía indefinido, además de que parecía un tanto presuntuoso ante el mundo. El Hermano White señaló que el nombre elegido debería ser el que ofreciera menos inconvenientes en el mundo en general.

Se propuso el nombre de Adventistas del Séptimo Día como un simple nombre que expresa nuestra fe y posición. Después de unas cuantas observaciones, el Hermano Hewitt [el hombre más honesto del pueblo]* ofreció la siguiente resolución:

Acordado, Que adoptemos el nombre de Adventistas del Séptimo Día. – Ibíd.

Se discutió libremente esta resolución y la redacción quedó ajustada a lo siguiente: “Que nos llamemos Adventistas del Séptimo Día”. Finalmente se votó de esa manera. – Ibíd.

Aun así, T.J. Butler, de Ohio, no estuvo de acuerdo, y los pastores Lawrence, Sperry, Andrews e Ingraham, se abstuvieron de votar. Ahora los adventistas observadores del sábado tenían nombre, un nombre el cual le fue mostrado a Elena G. White, que tenía la aprobación divina. Había sido una conferencia trascendental, claramente influenciada por el Espíritu de Dios.




Fuente: "Elena G. White: Los Primeros Años. Capitulo 28. Tomo 1. 1827 -1862. pp 420 – 431".
Sda150.com / Centro White - Peru
Autor: Arturo L. White (1907-1991). Fue secretario y director de Ellen G. White Estate desde 1937 hasta 1978. Sucedió a su padre, William C. White , que era hijo de Elena G. de White y administro el legado de su madre desde su muerte en 1915 hasta su muerte en 1937. En sus años de retiro produjo en seis volúmenes la biografía de su abuela Elena G. de White: A Biography.
Referencias: * Cuando en 1852 llegó José Bates a Battle Creek, a anunciar el mensaje, se dirigió a la oficina de correos y pidió el nombre y la dirección del hombre más honesto en el pueblo. Lo dirigieron de buena gana al hogar de David Hewitt. Bates pensó que un hombre honesto aceptaría fácilmente el mensaje adventista. Después de estudiar juntos un día las Escrituras, David Hewitt aceptó y se constituyó en el primer converso en Battle Creek.

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viernes, 1 de octubre de 2010

150º Aniversario de la adopción del nombre “Adventista del Séptimo Día”

El 1 y 2 de octubre de 2010, las Iglesias Adventistas conmemoran el 150 Aniversario de la elección del nombre de la denominación, "ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA"

Razón histórica

El primero de octubre de 1860, un grupo de adventistas observadores del sábado se reunieron en la Segunda Casa de Reunión, en Battle Creek, Michigan, a fin de organizar la incipiente obra de publicaciones de la iglesia. Como parte del proceso, se eligió el nombre “Adventista del Séptimo Día”, no solamente para la naciente casa publicadora, sino también fue recomendado para nuestras iglesias locales. En síntesis, el 1 de octubre de 2010 marca el 1500 de la adopción del nombre “Adventista del Séptimo Día”

Propósito

Se sugiere que este históricamente significativo aniversario se use como una oportunidad para cada miembro y congregación local, y para cada institución y organización de la iglesia, para meditar seriamente en la importancia del nombre “Adventista del Séptimo Día”, en términos de lo que se está haciendo individual y corporativamente. En vez de simplemente recordar el pasado -aun cuando sea muy importante hacerlo para cualquier organización- o simplemente celebrar un hito importante en la historia de la denominación, independientemente de cuán loables y agradables sean tales conmemoraciones, es aun más importante una franca consideración de lo que el nombre “Adventista del Séptimo Día” significa hoy. Esto debe incluir una visión con respecto a cómo retener en el presente y hasta que Jesús regrese, nuestra identidad, misión y mensaje distintivos. Debe incluir también un llamado a la acción –instando a cada adventista en todo el mundo a participar activamente en la vida y misión de la iglesia. Entre aquello que se espera también como resultado de los fines de semana de celebración de aniversario, está el ayudar a los miembros a recuperar su identidad adventista, así como el recobrar el sentido de un sano orgullo por ser adventistas del séptimo día.

Se sugiere que cada miembro de iglesia y congregación local, así como todas las otras instituciones y organizaciones de la iglesia, usen el tiempo inmediatamente cercano a la fecha del aniversario, para considerar de nuevo y seriamente la importancia actual de nuestra identidad adventista como agente misionero, tanto individual y colectivamente. Por lo tanto, se anima a los miembros, iglesias y otras instituciones y organizaciones, a utilizar medios apropiados para lograr mundialmente lo anterior. Se sugiere para el efecto el fin de semana del 1 y 2 de octubre, aunque será apropiado llevarlo a cabo en cualquier otra fecha durante el mes de octubre.


Resultados deseados

Una mayor conciencia, por parte de los participantes, en cuanto a cómo el nombre de nuestra iglesia ha sido y continúa siendo crucial para nuestra identidad.

Mayor aprecio y participación en la vida y testificación tanto de la misión como del mensaje profético distintivos de la iglesia.

Discusiones y planes específicos por parte de congregaciones y miembros en cuanto a cómo pueden comunicar mejor al público la identidad y mensaje de la iglesia.

Un compromiso en particular de niños, jóvenes y nuevos miembros en las actividades de tales fines de semana.

Discusiones y planes específicos en cuánto a cómo las instituciones de la denominación pueden realzar su identidad como iglesia.

Mayor colegiación a partir de discusiones y actividades de tal fin de semana.

Ideas concretas para mantener el enfoque en la identidad de la iglesia iniciado durante tal fin de semana.


Datos históricos

En respuesta a invitaciones publicadas para asistir a la reunión de la "Asociación General," los ministros de cinco estados se reunieron en Battle Creek, Michigan, del 18 de septiembre al octubre 1 de 1860. Jaime White, uno de los que convocaron a la reunión, instó a la formación de una organización que legalmente podría ser propietarios de la editorial. Finalmente se propuso una organización, pero sin un nombre jurídico y organizativo, no se podía lograr nada. Algunos se opusieron a la elección de un nombre porque sentían que al hacerse adventistas se convertirían en otra denominación más, o peor aún, llegaríamos a ser "Babilonia".

Después de discutir posibles nombres, por fin, se eligió el nombre "Iglesia de Dios", el cual fue favorecido por muchos, incluyendo a Jaime White. Otros pensaban que el nombre sonaba demasiado presuntuoso, sin mencionar que aquel nombre estaba siendo utilizado por otras iglesias. Finalmente "Adventista del Séptimo Día" se propuso. La aprobación del nombre fue propuesto por David Hewitt, el primer convertido de Joseph Bates en Battle Creek en 1852. Una vez que el nombre de la editorial fue elegido, se votó rápidamente que el mismo nombre también sea recomendado a las iglesias en general. Así, el 1 de octubre de 1860, el nombre que "llevó las características verdaderas de nuestra fe" fue elegido. En aquel tiempo, había alrededor de 2.500 adventistas del séptimo día en el noreste de Estados Unidos y el sudeste de Canadá. Hoy, ese número ha crecido a más de 16.000.000 miembros de la iglesia en todo el mundo.

Elena de White permaneció en un segundo plano a lo largo de las reuniones, pero tan pronto como se escogió el nombre envió el siguiente mensaje de apoyo: “No podríamos elegir un nombre más apropiado que el que concuerda con nuestra profesión, expresa nuestra fe y nos señala como pueblo peculiar…” (Joyas de los testimonios, t 1 p. 80)


A continuación ponemos a su disposición los bosquejos de dos sermones que se predicaran este sábado:

Sermón 1: FORJANDO UNA IDENTIDAD Por Stanley D. Hickerson
Sermon 2: ¿QUE HAY EN UN NOMBRE? Por Dan Martella


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jueves, 24 de junio de 2010

Los Congresos de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día / Historia

91 delegados se reunieron para la 27º Congreso de la Asociación General en 1888 en Minneapolis, Minnesota.

¿Qué es la Congreso de la Asociación General?
La Congreso de la Asociación General es el foro para elegir a los oficiales de la iglesia y la votar los cambios a la Constitución de la iglesia. Los delegados también escucharan los informes de cada una de las 13 regiones administrativas de la iglesia. Los delegados con voto en el Congreso representan las regiones del mundo, tanto por la población de la iglesia o la autonomía financiera de las regiones administrativas. La Constitución establece que al menos el 50 por ciento de los delegados serán laicos, pastores, maestros, y empleados no administrativos de ambos sexos y que representan una gama de edades y nacionalidades. Los miembros de la Iglesia también tendrán la oportunidad de reconectarse con amigos de todo el mundo.

Cambios a través del tiempo

Mientras que los Congresos se celebran actualmente en estadios de fútbol, fotografías de los primeros Congresos muestran a los delegados alineados a lo largo de la entrada de una pequeña iglesia. En aquel entonces, los líderes del movimiento llegaban al Congreso en el estado de Michigan EE.UU. en su mayoría de la región central y noreste de Estados Unidos en tren o en caballo y carruajes. Hoy en día, alrededor de un tercio de los integrantes del movimiento reside ahora en África, con otra tercera que residen en América Central y América del Sur. Brasil cuenta actualmente con más adventistas que cualquier otro país, 1,3 millones.

Inicios de los Congresos

Los líderes adventistas del séptimo día se reunieron en Battle Creek, Michigan, en 1863 "con el propósito de organizar una Conferencia General", lo dice el acta de esa reunión. La reunión se inició en la tarde del 20 de mayo, durante la cual los delegados eligieron a un presidente y un secretario. Durante la reunión, los delegados redactaron una constitución y estatutos. También estableció el liderazgo de la Conferencia compuesto por un Presidente, Secretario y Tesorero. Hoy en día, la misma estructura oficial se mantiene en todos los niveles de administración de la iglesia.

Battle Creek fue el sitio de 26 de la primeros 31 Congresos de la Asociación General El primer Congreso celebrado, al oeste del río Mississippi fue en noviembre de 1887 en Oakland, California. El Congreso se ha celebrado fuera de los EE.UU en tres ocasiones: en 1975 en Austria, los Países Bajos en 1995 y en Canadá en 2000. Atlanta será el 59ª Congreso.

Frecuencia

El tiempo entre las sesiones ha alargado durante los años. Los Congresos se llevaron a cabo cada año hasta 1891. Los Congresos se celebraron a continuación, cada dos años hasta 1905. El Congreso se tomó un descanso de cuatro años, seguido por otra pausa durante la Primera Guerra Mundial, antes de reunirse de nuevo en 1918. Después, el Congreso se celebró cada cuatro años, hasta la Gran Depresión. El Congreso se celebró en 1930, pero no hasta 1936 y luego en 1941. Desde 1970, la sesión se ha llevado a cabo cada cinco años, como es asignado por mandato de la Constitución de la Iglesia Adventista.

Reunión lugares

Recientes Congresos de la Asociación General se han celebrado en estadios de béisbol y fútbol en los EE.UU., Canadá y Europa. Pocos lugares en el mundo ofrecen las comodidades necesarias para tal evento: asientos para 70.000 asistentes, personal de apoyo local que hablan inglés (el idioma oficial de servicios de la iglesia), transportes fiables y rentable, y seguridad alimentaria para una gran grupo.
Próxima sesión

Mientras los adventistas tenemos la esperanza que la segunda venida de Cristo tendrá lugar antes de la próxima Congreso de la Asociación General en 2015, la denominación ha reservado el Alamo Dome en San Antonio, Texas... por si acaso.

Los edificios de la Iglesia ya no podían contener los Congreso de la Asociación General al comienzo de 1900. Arriba, los delegados se reúnen en el Auditorio de Exposiciónes de San Francisco, California, en 1936. Congresos posteriores fueron movidos a grandes estadios. A continuación (foto), el Congreso en el Edward Jones Domo, de St. Louis, Missouri, en 2005.





Fuente: General Conference of Seventh-day Adventists
Traducción: MF / OjoAdventista.com
Fotografías: General Conference of Seventh-day Adventists

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jueves, 11 de marzo de 2010

John Nevins Andrews, el primer misionero al extranjero


John Nevins Andrews

Julio 22, 1829 - Octubre 21, 1883

J.N. Andrews por lo general representa una cosa para los adventistas del séptimo día: fue el primer misionero adventista que viajó a Europa Occidental en 1874, para establecer la obra en Suiza. Pero no debemos olvidar que él también fue el autor del libro histórico History of the Sabbath (Historia del Sábado). Pocos de nosotros conocemos a J. N. Andrews como el tercer presidente de la Asociación General, del 14 de mayo de 1867 al 18 de mayo de 1869. Pero eso es lo que fue él, precedido solamente por John Byington y Jaime White. El gigante literario y acucioso erudito, fue también una vez el editor de nuestra venerable revista de la iglesia, la Review and Herald. Aunque vivió solamente cincuenta y cuatro años, se distinguió como uno de los mejores escritores que jamás hayamos tenido. Estuvo estrechamente asociado con el pastor Jaime White y su esposa en el liderazgo pionero y la obra evangelizadora de la naciente iglesia.

Andrews hizo labor sólida en su servicio pionero en Europa Occidental. En muchos aspectos, él estaba calificado para la obra de misión en el extranjero. En otros, lo hubiera hecho mejor en su propia tierra. Sin embargo, Dios lo usó para reunir a los grupos esparcidos de observadores del sábado en Inglaterra y en el Continente, y para organizar la obra con sede en Basilea, Suiza. Él murió al pie del arado, como un sacrificado misionero pionero.

(Ver: Footprints of the Pioneers, pp. 91-98; Pioneer Stories Retold, pp. 101- 114.)

Una Historia acerca de John. N. Andrews

De muchacho, J. N. Andrews deseaba ser congresista en Washington, D.C. Soñaba con su futuro, y juzgando por su floreciente vigor intelectual y sus habilidades literarias, podría haberlo logrado. Su tío Charles fue congresista y un hombre de importancia política en Maine, pero Dios tenía otros planes mayores para John.

En la primavera de 1844, un folleto llegó a las manos de una familia de apellido Stowell, en Paris, Maine. Este folleto era una reimpresión de un artículo que apareció en un periódico adventista de Portland conocido como The Hope of Israel (La Esperanza de Israel). El propósito de este folleto era convencer a la gente de que el séptimo día era el sábado cristiano y que debería ser guardado en lugar del domingo. Stowell tomó el folleto y lo puso a un lado, pero su hija Marian de quince años de edad lo recogió y lo leyó. Ella se convenció Y asimismo su hermano Oswaldo después de haberlo leído. Luego Marian compartió el folleto con John Andrews, entonces sólo de quince años de edad. Él lo leyó, se lo devolvió, y preguntó: “¿Han leído esto tu papá y tu mamá?”

“No”, dijo Marian, “pero yo sí, y encuentro que nosotros no observamos correctamente el sábado. ¿Qué piensas, John?”

“Yo pienso que el séptimo día es el sábado. Y si tú y yo pensamos eso, Marian, nosotros debemos observarlo”.

“Por supuesto. Mi hermano y yo hemos guardado el sábado pasado. Estaremos contentos de que te unas a nosotros. Pero tú lleva el folleto del pastor Preble a tu padre y madre para que lo lean”.

“De acuerdo”. El señor Andrews lo leyó, luego lo devolvió a los Stowells. Y ambas familias guardaron el siguiente sábado, reuniéndose para el servicio en una de sus habitaciones.

Bien, si no hubiera sido por la intervención de ese folleto, John Nevins Andrews nunca podría haber llegado a ser un gran autor, líder religioso y misionero.

Pronto después de aceptar la verdad propugnada por los adventistas observadores del sábado, el joven John tuvo una extraña experiencia. En Paris, donde él vivía, había un grupo de fanáticos que sembraban semillas de discordia entre los cristianos observadores del sábado. La presencia de estos fanáticos era tan conflictiva que no se realizaron reuniones durante año y medio. Pero después de un tiempo, se anunció una reunión y asistieron los líderes de la iglesia. En esta reunión los fanáticos fueron derrotados. El poder de Dios descendió de manera semejante a como lo hizo en el día del Pentecostés. Los padres se confesaban a sus hijos, los hijos a sus padres y unos a otros. J.N. Andrews, con profunda emoción, exclamó: “Intercambiaría mil errores por una verdad”.

En este servicio este joven llegó a un punto de decisión que echó la suerte para toda su vida futura. Se entregó a la obra de impartir el mensaje que había llegado a amar. Todo el resto de su vida vivió para impulsar los intereses del reino de Dios. ¡Qué ejemplo para nosotros!



Fuente: Centro de Investigación E.G. White / Universidad Peruana Unión

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