domingo, 11 de diciembre de 2011

Guardianes de la Llama / documental

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en la década de 1980, vio la necesidad de mantener viva la llama de la fe, mediante la tarea de recordar su propia historia. Ante ello, el Dr. Allan Lindsay, escribió y presento una maravillosa serie de 8 episodios en videos, bajo el titulo de Keepers of the Flame (Guardianes de la Llama).

De una manera vívida podemos conocer más sobre la historia de la Iglesia Adventista. El Dr. Lindsay te lleva a lugares de Europa, Norteamérica y Australia, para volver a contar las grandes historias de la controversia y la fe que han dado lugar a la aparición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

A lo largo de cada uno de los videos, podrá conocer, de muy buena fuente, los orígenes del protestantismo actual, el papel fundamental de los reformadores (Lutero, los valdenses, Calvino, Zwinglio, John Knox...). Examinar los orígenes del movimiento adventista, sus bases bíblicas y proféticas. Como así también analizar el papel de Elena G. de White y el valor de los mensajes del Espíritu de Profecía en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En resumen, revivir la historia de como la luz de la verdad ha brillado a través del tiempo y nos ilumina el camino hacia el cumplimiento de la esperanza de la segunda venida de Jesucristo.

Ojo Adventista te ofrece acceder a este magnifico documental y drama, que en la actualidad no es muy conocido y difundido en las iglesias, pero sin embargo, sigue gozando de gran valor.


1. La apostasía



Durante siglos, el conocimiento de la fe se encontró en manos de unos pocos. La iglesia primitiva y piadosa, integrada por aquellos cristianos del primer siglo, terminaría dando un giro que la llevaría lejos de lo que fue su concepción original.

Este episodio muestra con claridad la manera como esa iglesia cristiana primitiva, la de los apóstoles, se transformó y llegó a ser la Iglesia Católica Apostólica Romana. Y la manera como intervino en la historia y especialmente en la Europa medieval. Junto a ello, se habla del valor de aquellos que estuvieron en contra de los abusos de la Iglesia y cómo su valor sirvió como motivador a todos aquellos que vendrían en los años siguientes.


2. Los Reformadores



Después de años de oscuridad, el siglo XV termina viendo un mundo católico convulsionado por las ideas promovidas por un monje alemán llamado Martín Lutero. A pesar de no ser el primero en cuestionar el accionar de la Iglesia romana, su labor dio el comienzo al pensamiento reformador. Estas ideas ayudaron a dar una mirada diferente a la concepción de la fe. El espíritu investigador de aquellos años llevó a la necesidad de buscar la verdad a partir de las Escrituras y sólo las Escrituras.

En este episodio se describe la obra de todos estos hombres que, durante esta época de la historia, lucharon hasta, incluso, entregar sus propias vidas para que la luz de la verdad resplandeciera sobre las tinieblas del error. Se puede ver cómo finalmente, todos estos cambios, ayudaron a que el mensaje protestante llegara hasta las tierras del "nuevo mundo".


3. La gran expectativa



Los acontecimientos que acompañaron el siglo XVIII, hicieron que hacia finales de 1700 y comienzos de 1800, las miradas se muchos, se volvieran hacia las profecías bíblicas. Estudiosos de la Biblia como el mismo Isaac Newton o Lacunza en América, llevaron a ver que, tal vez la respuesta a estos sucesos se encontraba en el estudio de las Escrituras. Es en este momento histórico donde en Estados Unidos aparece la figura de un tímido pero sincero predicador: Guillermo Miller. Sus estudio sobre las profecías de Daniel, lo llevaron a encontrar un mensaje esperanzador para la iglesia de su época.

Este episodio, relata lo ocurrido a en aquellas zonas del norte de Estados Unidos, a lo largo de la década de 1830 y hasta 1844, con relación al impacto generado por el mensaje predicado por Guillermo Miller.


4. Después del chasco



El 22 de octubre de 1844 marcó un hito en el movimiento adventista. Ha sido bautizado por algunos como “el día del gran chasco”. Sin embargo, este momento triste para muchos, se terminaría convirtiendo en el punto de partida para la predicación del mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14. De la decepción, una nueva iglesia se levantó. Presentando una mirada en profundidad a los tres factores históricos que estableció la Iglesia Adventista del Séptimo Día: la resolución de la gran decepción a través de estudio de la Biblia, la observancia del sábado del séptimo día en una pequeña iglesia en Nueva Hampshire, y el don de la la profecía de venir a dos hombres y una mujer frágil llamada Ellen Harmon.

Este episodio relata la asombrosa historia de la forma como el Señor guió a este grupo de fieles. Esa manera como Dios los orientó para descubrir, a partir de este difícil momento, las verdades del tiempo del fin y su misión como Pueblo del Señor.


5. La más débil de los débiles



El movimiento adventista tuvo la oportunidad de ver, en sus inicios, la figura de una modesta jovencita llamada Elena. La misma se convertiría luego en la esposa del predicador Jaime White y juntos aportarían su esfuerzo a la predicación del regreso de Cristo y el surgimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A pesar de sus debilidades de salud, causadas a partir de un accidente a los 9 años de edad, esta mujer se constituyó en la mensajera elegida por Dios para entregar valiosas orientaciones a su pueblo. Durante 70 año, el Señor le habló a través de sueños y visiones, dejando por medio de ella, el mensaje de amonestación para el tiempo del fin.

"Nunca fue elegida para ocupar un cargo en la iglesia, aunque los líderes de la iglesia siempre buscaban su consejo. Asistió a la escuela sólo hasta los 9 años, pero sus mensajes pusieron en marcha las fuerzas que dieron a luz el sistema educativo mundial de la Iglesia Adventista, desde guarderías hasta universidades. Aunque no tenía ningún entrenamiento médico, el fruto de su ministerio puede verse en la red de hospitales, clínicas y dispensarios adventistas que se encuentran alrededor del mundo. Y aunque no fue formalmente ordenada como ministro del evangelio, provocó un impacto espiritual casi sin paralelo en las vidas de millones, desde un extremo de la tierra hasta el otro" (¿Quién fue Elena G. de White? / Centro de Investigación White) .

Este episodio relata la interesante historia de esta mujer, el impacto de su tarea y el legado que ha dejado hasta el presente.


6. Una luz menor



Desde la antigüedad, el Señor quiso comunicarse con el ser humano. Esta tarea la realizó mediante personas comunes (hombres y mujeres) que Él llamaba. A estos personajes se los conoce con el nombre de "profetas". Su tarea consistía, básicamente, en ser los mensajeros de Dios. Jesús predijo, por medio de los profetas del Nuevo Testamento, que la actividad profética continuaría en la iglesia. El Testimonio de Jesús (Cf. Ap 19:10), no finalizaría con el libro de Apocalipsis. De hecho, los libros de Joel y Apocalipsis indican que el don de profecía asistirá especialmente a la iglesia en el tiempo del fin. Es lógico esperar que esta manifestación postrera del Testimonio de Jesús cumplirá el mismo papel y funciones de los profetas del tiempo bíblico.

Este episodio, muestra esa manera como Dios ha seguido dando mensajes de vital importancia a su pueblo en estos últimos días.


7. Un saludable estilo de vida



Lo que Elena G. de White vio en una visión de 1863 dio a los miembros de la Iglesia Adventista una ventaja duradera en materia de salud y medicina. Ideas sorprendentes con las prácticas de salud semi-primitiva de su época. Su continua influencia se remonta a través del tiempo, más allá de que la fundación de instituciones de salud en Battle Creek, Paradise Valley, Glendale y Loma Linda.

Desde la década de 1950, los adventistas del séptimo día han llegado a ser uno de los pueblos más estudiados del mundo. Cientos de artículos han sido publicados, estudiando a decenas de miles de adventistas. Toda esta atención se debe al descubrimiento que el estilo de vida que estas personas tienen, los lleva a vivir de 6 a 8 años más y a reducir dramáticamente las muertes prematuras por cualquier causa, incluyendo las enfermedades del corazón y el cáncer. La ciencia moderna ha establecido que existe un estilo de vida que promueve la salud. Sin embargo, este grupo tan pequeño, y relativamente desconocido, como lo son los adventistas, logró adoptar hábitos saludables más de 120 años antes de su descubrimiento.

El episodio muestra cómo el Señor mostró todos estos concejos de salud a su Iglesia.


8. Elena G. de White, la Mujer



Si bien, el trabajo de esta importante "mensajera del Señor" ha sido ampliamente estudiado, muchos desconocen la mujer que había detrás de esta señora de finos modales y expresiones amables. Así como los escritores bíblicos, era una persona común que vivía una vida como cualquier otra de su época. Fue madre de varios hijos y una cariñosa esposa que enviudó siendo aún bastante joven.

Todos estos detalles y muchos más, son mostrados a lo largo del episodio final de esta serie. Es interesante descubrir la persona que había, tras la figura de Ellen G. White. Y como epílogo, el Dr. Allan Lindsay examina el papel bíblico de la Iglesia Adventista en la gran controversia y como se mueve hacia la Segunda Venida de Cristo.






Titulo: Keepers of the Flame / Guardianes de la Llama
Producción: Adventist Media Center / Australia
Distribución: Review and Herald Publishing
Año: 1989
Idioma: Ingles con doblajes en español, alemán y polaco
Guión y presentación: Dr. Allan Lindsay, ex director del Ellen G. White Research Centre de Australia. Profesor retirado de Historia Adventista del Avondale College, Australia






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jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Pueden hablarnos nuestros muertos? Por Elena G. de White

LA OBRA ministradora de los santos ángeles, tal cual está presentada en las Santas Escrituras, es una verdad de las más alentadoras y de las más preciosas para todo discípulo de Cristo. Pero la enseñanza de la Biblia acerca de este punto ha sido obscurecida y pervertida por los errores de la teología popular. La doctrina de la inmortalidad natural, tomada en un principio de la filosofía pagana e incorporada a la fe cristiana en los tiempos tenebrosos de la gran apostasía, ha suplantado la verdad tan claramente enseñada por la Santa Escritura, de que "los muertos nada saben." Multitudes han llegado a creer que los espíritus de los muertos son los "espíritus ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que han de heredar la salvación." Y esto a pesar del testimonio de las Santas Escrituras respecto a la existencia de los ángeles celestiales y a la relación que ellos tienen con la historia humana desde antes que hubiese muerto hombre alguno.

La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, y más aún la creencia de que los espíritus de los muertos vuelven para servir a los vivos, preparó el camino para el espiritismo moderno. Si los muertos son admitidos a la presencia de Dios y de los santos ángeles y si son favorecidos con conocimientos que superan en mucho a los que poseían anteriormente, ¿por qué no habrían de volver a la tierra para iluminar e ilustrar a los vivos? Si, como lo enseñan los teólogos populares, los espíritus de los muertos se ciernen en torno de sus amigos en la tierra, ¿por qué no les sería permitido comunicarse con ellos para prevenirlos del mal o para consolarlos en sus penas? ¿Cómo podrán los que creen en el estado consciente de los muertos rechazar lo que les viene cual luz divina comunicada por espíritus glorificados? Representan un medio de comunicación considerado sagrado, del que Satanás se vale para cumplir sus propósitos. Los ángeles caídos que ejecutan sus órdenes se presentan como mensajeros del mundo de los espíritus. Al mismo tiempo que el príncipe del mal asevera poner a los vivos en comunicación con los muertos, ejerce también su influencia fascinadora sobre las mentes de aquéllos.

Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La imitación es perfecta; los rasgos familiares, las palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa. Muchas personas se consuelan con la seguridad de que sus seres queridos están gozando de las delicias del cielo; y sin sospechar ningún peligro, dan oídos a "espíritus seductores, y a enseñanzas de demonios."

Después que Satanás ha hecho creer a esas personas que los muertos vuelven en realidad a comunicarse con ellas, hace aparecer a seres humanos que murieron sin preparación. Estos aseguran que son felices en el cielo y hasta que ocupan allí elevados puestos, por lo que se difunde el error de que no se hace diferencia entre los justos y los injustos. Esos supuestos visitantes del mundo de los espíritus dan a veces avisos y advertencias que resultan exactos. Luego que se han ganado la confianza, presentan doctrinas que de hecho destruyen la fe en las Santas Escrituras. Aparentando profundo interés por el bienestar de sus amigos en la tierra, insinúan los errores más peligrosos. El hecho de que dicen algunas verdades y pueden a veces anunciar acontecimientos da a sus testimonios una apariencia de verosimilitud; y sus falsas enseñanzas son aceptadas por las multitudes con tanta diligencia y creídas tan a ciegas, como si se tratara de las verdades más sagradas de la Biblia. Se rechaza la ley de Dios, se desprecia al Espíritu de gracia y se considera la sangre de la alianza como cosa profana. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años.

Muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas atribuyéndolas por completo al fraude y a juego de manos de los médiums. Pero, si bien es cierto que muchas veces se han hecho pasar supercherías por verdaderas manifestaciones, no deja de haber habido también manifestaciones de poder sobrenatural. Los llamamientos misteriosos con que empezó el espiritismo moderno no fueron resultado de la superchería o de la astucia humana, sino obra directa de ángeles malos, que introdujeron así uno de los engaños más eficaces para la destrucción de las almas. Muchos hombres serán entrampados por la creencia de que el espiritismo es tan sólo una impostura humana; pero cuando sean puestos en presencia de manifestaciones cuyo carácter sobrenatural no pueda negarse, serán seducidos y obligados a aceptarlas como revelación del poder divino.

Estas personas no toman en cuenta el testimonio de las Santas Escrituras respecto a los milagros de Satanás y de sus agentes. No fue sino mediante la ayuda de Satanás que los nigromantes de Faraón pudieron imitar la acción de Dios. San Pablo declara que antes de la segunda venida de Cristo habrá manifestaciones análogas del poder satánico. La venida del Señor debe ser precedida de la "operación de Satanás, con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con todo el artificio de la injusticia." (2 Tesalonicenses 2:9, 10, V.M.) Y el apóstol San Juan, describiendo el poder milagroso que se ha de dar a conocer en los últimos días, declara: "Obra grandes prodigios, de tal modo que hace descender fuego del cielo a la tierra, a la vista de los hombres. Y engaña a los que habitan sobre la tierra, por medio de las señales que se le ha dado poder de hacer." (Apocalipsis 13: 13, 14, V.M.) Lo que se predice aquí no es una simple impostura. Los hombres serán engañados dos por los milagros que los agentes de Satanás no sólo pretenderán hacer, sino que de hecho tendrán poder para realizar.

El príncipe de las tinieblas, que por tanto tiempo ha estado empleando los poderes de su inteligencia superior en la obra de engaño, adapta hábilmente sus tentaciones a los hombres de todas las clases y condiciones. A las personas cultas y refinadas les presenta el espiritismo bajo sus aspectos más sutiles e intelectuales, y así consigue atraer a muchos a sus redes. La sabiduría que comunica el espiritismo es la que describe el apóstol Santiago, la cual "no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica." (Santiago 3: 15.) Y esto es, precisamente, lo que encubre el gran seductor cuando el sigilo es lo que más conviene a sus fines. El que, vestido con el brillo de celestiales serafines, pudo aparecer ante Cristo para tentarle en el desierto, suele presentarse también a los hombres del modo más atractivo, cual si fuere ángel de luz. Apela a la razón por la presentación de temas elevados; deleita los sentidos con escenas que cautivan y conquistan los afectos por medio de imágenes elocuentes de amor y caridad. Excita la imaginación en sublimes arrebatos e induce a los hombres a enorgullecerse tanto de su propia sabiduría, que en el fondo de su corazón desprecian al Dios eterno. Ese ser poderoso que pudo transportar al Redentor del mundo a un altísimo monte y poner ante su vista todos los reinos y la gloria de la tierra, presentará sus tentaciones a los hombres y pervertirá los sentidos de todos los que no estén protegidos por el poder divino.

Satanás seduce hoy día a los hombres como sedujo a Eva en el Edén, lisonjeándolos, alentando en ellos el deseo de conocimientos prohibidos y despertando en ellos la ambición de exaltarse a sí mismos. Fue alimentando esos males cómo cayó él mismo, y por ellos trata de acarrear la ruina de los hombres. "Y seréis como Dios-dijo él,-conocedores del bien y del mal." (Génesis 3: 5, V.M.) El espiritismo enseña "que el hombre es un ser susceptible de adelanto; que su destino consiste en progresar desde su nacimiento, aun hasta la eternidad, hacia la divinidad." Y además que "cada inteligencia se juzgará a sí misma y no será juzgada por otra." "El juicio será justo, porque será el juicio que uno haga de sí mismo.... El tribunal está interiormente en vosotros." Un maestro espiritista dijo cuando "la conciencia espiritual" se despertó en él: "Todos mis semejantes eran semidioses no caídos." Y otro dice: "Todo ser justo y perfecto es Cristo."

Así, en lugar de la justicia y perfección del Dios infinito que es el verdadero objeto de la adoración; en lugar de la justicia perfecta de la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana, Satanás ha colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto al error, como único objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del carácter. Eso no es progreso, sino retroceso.

Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a mayor altura que a la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a cosa más exaltada. Caerá más bien en bajezas siempre mayores. Sólo la gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios recursos, su conducta empeorará inevitablemente.

A los indulgentes consigo mismos, a los amigos del placer, a los sensuales, el espiritismo se presenta bajo un disfraz menos sutil que cuando se presenta a gente más refinada e intelectual. En sus formas groseras, aquéllos encuentran lo que está en armonía con sus inclinaciones. Satanás estudia todos los indicios de la fragilidad humana, nota los pecados que cada hombre está inclinado a cometer, y cuida luego de que no falten ocasiones para que las tendencias hacia el mal sean satisfechas. Tienta a los hombres para que se excedan en cosas que son legítimas en sí mismas, a fin de que la intemperancia debilite sus fuerzas físicas y sus energías mentales y morales. Ha hecho morir y está haciendo morir miles de personas por la satisfacción de las pasiones, embruteciendo así la naturaleza humana. Y para completar su obra, declara por intermedio de los espíritus, que "el verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley;" que "cualquier cosa que sea, es buena;" que "Dios no condena;" y que "todos los pecados que se cometen se cometen sin envolver culpabilidad alguna." Cuando la gente es inducida así a creer que el deseo es ley suprema, que la libertad es licencia y que el hombre no es responsable más que ante sí mismo, ¿quién puede admirarse de que la corrupción y la depravación abunden por todas partes? Las multitudes aceptan con avidez las enseñanzas que les dan libertad para obedecer los impulsos carnales. Se da rienda suelta a la lujuria y el hombre pierde el imperio sobre sí mismo; las facultades del espíritu y del alma son sometidas a los más bestiales apetitos, y Satanás prende alegremente en sus redes a millares de personas que profesan ser discípulos de Cristo.

Pero nadie tiene por qué dejarse alucinar por los asertos engañosos del espiritismo. Dios ha dado a los hombres luz suficiente para que puedan descubrir la trampa. Como ya lo hemos visto, la teoría que constituye el fundamento mismo del espiritismo está en plena contradicción con las declaraciones más terminantes de las Santas Escrituras. La Biblia declara que los muertos no saben nada, que sus pensamientos han perecido; no tienen parte en nada de lo que se hace bajo el sol; no saben nada de las dichas ni de las penas de los que les eran más caros en la tierra.

Además, Dios ha prohibido expresamente toda supuesta comunicación con los espíritus de los muertos. En tiempo de los hebreos había una clase de personas que pretendía, como los espiritistas de nuestros días, sostener comunicaciones con los muertos. Pero la Biblia declara que los "espíritus," como se solía llamar a los visitantes de otros mundos, son "espíritus de demonios." (Compárese Números 25: 1-3; Salmo 106: 28; 1 Corintios 10: 20; Apocalipsis 16: 14.) La costumbre de tratar con espíritus o adivinos fue declarada abominación para el Señor y era solemnemente prohibida so pena de muerte. (Levítico 19: 31; 20: 27.) Aun el nombre de la hechicería es objeto de desprecio en la actualidad. El aserto de que los hombres pueden tener comunicación con malos espíritus es considerado como una fábula de la Edad Media. Pero el espiritismo, que cuenta con centenares de miles y hasta con millones de adherentes, que se ha abierto camino entre las sociedades científicas, que ha invadido iglesias y que ha sido acogido con favor entre los cuerpos legislativos y hasta en las cortes de los reyes -este engaño colosal no es más que la reaparición, bajo un nuevo disfraz, de la hechicería condenada y prohibida en la antigüedad.

Si no existiera otra evidencia tocante a la naturaleza real del espiritismo, debería bastar a todo cristiano el hecho de que los espíritus no hacen ninguna diferencia entre lo que es justo y lo que es pecado, entre el más noble y puro de los apóstoles de Cristo y los más degradados servidores de Satanás. Al representar al hombre más vil como si estuviera altamente exaltado en el cielo, es como si Satanás declarara al mundo: "No importa cuán malos seáis; no importa que creáis o no en Dios y en la Biblia. Vivid como gustéis, que el cielo es vuestro hogar." Los maestros espiritistas declaran virtualmente: "Todo aquel que obra mal es bueno a los ojos de Jehová, y él se complace en los tales; o si no, ¿dónde está el Dios de juicio?" (Malaquías 2: 17, V.M.) La Palabra de Dios dice: "¡Ay de los que llaman a lo malo bueno, y a lo bueno malo; que ponen tinieblas por luz, y luz por tinieblas!" (Isaías 5: 20, V.M.)

Esos espíritus mentirosos representan a los apóstoles como contradiciendo lo que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo durante su permanencia en la tierra. Niegan el origen divino de la Biblia, anulan así el fundamento de la esperanza cristiana y apagan la luz que revela el camino hacia el cielo. Satanás hace creer al mundo que la Biblia no es más que una ficción, o cuando mucho un libro apropiado para la infancia de la raza, del que se debe hacer poco caso ahora, o ponerlo a un lado por anticuado. Y para reemplazar la Palabra de Dios ese mismo Satanás ofrece sus manifestaciones espiritistas. Estas están enteramente bajo su dirección y mediante ellas puede hacer creer al mundo lo que quiere. Pone en la obscuridad, precisamente donde le conviene que esté, el Libro que le debe juzgar a él y a sus siervos y hace aparecer al Salvador del mundo como un simple hombre. Así como la guardia romana que vigilaba la tumba de Jesús difundió la mentira que los sacerdotes y los ancianos insinuaron para negar su resurrección, así también los que creen en las manifestaciones espiritistas tratan de hacer creer que no hay nada milagroso en las circunstancias que rodearon la vida de Jesús. Después de procurar así que la gente no vea a Jesús, le llaman la atención hacia sus propios milagros y los declaran muy superiores a las obras de Cristo.

Es cierto que el espiritismo está mudando actualmente sus formas, y echando un velo sobre algunos de sus rasgos más repulsivos, reviste un disfraz cristiano. Pero sus declaraciones hechas desde la tribuna y en la prensa han sido conocidas por el público desde hace muchos años, y revelan su carácter verdadero. Esas enseñanzas no pueden ser negadas ni encubiertas.

Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo es en realidad más peligroso que anteriormente, debido a la mayor sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la Biblia está calculada para agradar al corazón irregenerado, al paso que anula el efecto de sus verdades solemnes y vitales. Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el mal. La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley, todo eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño.

Pocas son las personas que tienen justo concepto del poder engañoso del espiritismo y del peligro que hay en caer bajo su influencia. Muchas personas juegan con él sin otro objeto que el de satisfacer su curiosidad. No tienen fe verdadera en él y se llenarían de horror al pensar en abandonarse al dominio de los espíritus. Pero se aventuran en terreno vedado y el poderoso destructor ejerce su ascendiente sobre ellos contra su voluntad. Pero una vez que los induce a abandonar sus inteligencias a su dirección, los mantiene cautivos. Es imposible que con su propia fuerza rompan el encanto hechicero y seductor. Sólo el poder de Dios otorgado en contestación a la fervorosa oración de fe, puede libertar a esas almas prisioneras.

Todos aquellos que conservan y cultivan rasgos pecaminosos de carácter, o que fomentan un pecado conocido, atraen las tentaciones de Satanás. Se separan de Dios y de la protección de sus ángeles, y cuando el maligno les tiende sus redes quedan indefensos y se convierten en fácil presa. Los que de tal suerte se abandonan al poder satánico no comprenden adónde los llevará su conducta. Pero, después de haberlos subyugado por completo, el tentador los empleará como agentes para empujar a otros a la ruina.

El profeta Isaías dice: "Y cuando os dijeren: Acudid a los espíritus y a los adivinos, que chirrían y mascullan; responded: ¿No debe un pueblo acudir más bien a su Dios? ¿ por los vivos acaso se ha de acudir a los muertos? ¡A la ley y al testimonio! si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido." (Isaías 8: 19, 20, V.M.) Si los hombres hubiesen querido recibir la verdad tan claramente expresada en las Santas Escrituras, referente a la naturaleza del hombre y al estado de los muertos, reconocerían en las declaraciones y manifestaciones del espiritismo la operación de Satanás con poder y con prodigios mentirosos. Pero en vez de renunciar a la libertad tan cara al corazón pecaminoso y a sus pecados favoritos, la mayoría de los hombres cierra los ojos a la luz y sigue adelante sin cuidarse de las advertencias, mientras Satanás tiende sus lazos en torno de ellos y los hace presa suya. "Por cuanto no admitieron el amor de la verdad, para que fuesen salvos, . . . Dios les envía la eficaz operación de error, a fin de que crean a la mentira." (2 Tesalonicenses 2: 10, 11, V.M.)

Los que se oponen a las enseñanzas del espiritismo atacan no sólo a los hombres, sino también a Satanás y a sus ángeles. Han emprendido la lucha contra principados, potestades y malicias espirituales en los aires. Satanás no cederá una pulgada de terreno mientras no sea rechazado por el poder de mensajeros celestiales. El pueblo de Dios debe hacerle frente como lo hizo nuestro Salvador, con las palabras: "Escrito está." Satanás puede hoy citar las Santas Escrituras como en tiempo de Cristo, y volverá a pervertir las enseñanzas de ellas para sostener sus engaños. Los que quieran permanecer firmes en estos tiempos de peligro deben comprender por sí mismos el testimonio de las Escrituras.

Muchos tendrán que vérselas con espíritus de demonios que personificarán a parientes o amigos queridos y que proclamarán las herejías más peligrosas. Estos espíritus apelarán a nuestros más tiernos sentimientos de simpatía y harán milagros con el fin de sostener sus asertos. Debemos estar listos para resistirles con la verdad bíblica de que los muertos no saben nada y de que los que aparecen como tales son espíritus de demonios.

Es inminente "la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra." (Apocalipsis 3: 10.) Todos aquellos cuya fe no esté firmemente cimentada en la Palabra de Dios serán engañados y vencidos. La operación de Satanás es "con todo el artificio de la injusticia" a fin de alcanzar dominio sobre los hijos de los hombres; y sus engaños seguirán aumentando. Pero sólo puede lograr sus fines cuando los hombres ceden voluntariamente a sus tentaciones. Los que busquen sinceramente el conocimiento de la verdad, y se esfuercen en purificar sus almas mediante la obediencia, haciendo así lo que pueden en preparación para el conflicto, encontrarán; seguro refugio en el Dios de verdad. "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré" (Ver. 10), es la promesa del Salvador. El enviarla a todos los ángeles del cielo para proteger a su pueblo antes que permitir que una sola alma que confíe en él sea vencida por Satanás.

El profeta Isaías describe el terrible engaño que seducirá a los impíos y les hará creerse al amparo de los juicios de Dios "Hemos hecho pacto con la muerte, y con el infierno tenemos hecho convenio; cuando pasaré el azote, cual torrente, no nos alcanzará; porque hemos puesto las mentiras por nuestro refugio, y entre los embustes nos hemos escondido." (Isaías 28: 15, V.M.) En la categoría de personas así descritas se encuentran los que en su impenitencia y obstinación se consuelan con la seguridad de que no habrá castigo para el pecador, de que todos los miembros de la humanidad, por grande que sea su corrupción, serán elevados hasta el cielo para volverse como ángeles de Dios. Pero hay otros quienes de modo mucho más aparente están haciendo un pactó con la muerte y un convenio con el infierno. Son los que renuncian a las verdades que Dios dio como defensa para los justos en el día de congoja, y aceptan el falso refugio ofrecido en su lugar por Satanás, o sea los asertos mentirosos del espiritismo.

La obcecación de los hombres de esta generación es indeciblemente sorprendente. Miles de personas rechazan la Palabra de Dios como si no mereciese fe, mientras aceptan con absoluta confianza los engaños de Satanás. Los incrédulos y escarnecedores denuncian el fanatismo, como lo llaman, de los que luchan por la fe de los profetas y de los apóstoles, y se divierten ridiculizando las solemnes declaraciones de las Santas Escrituras referentes a Cristo, al plan de salvación y a la retribución que espera a los que rechazan la verdad. Fingen, tener gran lástima por espíritus tan estrechos, débiles y supersticiosos, que acatan los mandatos de Dios y satisfacen las exigencias de su ley. Hacen alarde de tanto descaro como si en realidad hubiesen hecho un pacto con la muerte y un convenio -con el infierno como si hubiesen elevado una barrera insalvable e indestructible entre ellos y la venganza de Dios. Nada puede despertar sus, temores. Se han sometido tan completamente al tentador, están tan ligados a él y tan dominados por su espíritu, que no tienen ni fuerza ni deseos para escapar de su lazo.

Satanás ha estado preparándose desde hace tiempo para su último esfuerzo para engaitar al mundo. El cimiento de su obra lo puso en la afirmación que hiciera a Eva en el Edén: "De seguro que no moriréis." "En el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal." (Génesis 3: 4, 5, V.M.) Poco a poco Satanás ha preparado el camino para su obra maestra de seducción: el desarrollo del espiritismo. Hasta ahora no ha logrado realizar completamente sus designios; pero lo conseguirá en el poco tiempo que nos separa del fin. El profeta dice: "Y vi ... tres espíritus inmundos, como ranas: . . . son espíritus de demonios, que obran prodigios; los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado, a juntarlos para la guerra del gran, día del Dios Todopoderoso." (Apocalipsis 16: 13, 14, V.M.) Todos menos los que estén protegidos por el poder de Dios y la fe en su Palabra, se verán envueltos en ese engaño. Los hombres se están dejando adormecer en una seguridad fatal y sólo, despertarán cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra, Dios, el Señor, dice: "También pondré el juicio por cordel, y la justicia por plomada; y la granizada barrerá el refugio de mentiras, y las aguas arrebatarán vuestro escondrijo. Asimismo vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con el infierno no quedará en pie cuando pasare el azote, cual torrente, vosotros seréis hollados de este invasor." (Isaías 28: 17, 18, V.M.)






Fuente: El Conflicto de los Siglos. Cap 35. p.607-618.
Autor: Elena G. de White. Los adventistas creemos que ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.

Nota:
Publicado originalmente el sábado 28 de febrero de 2009






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jueves, 10 de noviembre de 2011

Blasfemia: ¿El pecado imperdonable?

En Mateo 12:31 encontramos la referencia a lo que dijo Jesús, “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”. Considera el contexto de este versículo. En el capítulo 11 ciertas ciudades judías rechazaron a Jesús. También Juan el Bautista levantó serias dudas sobre Jesús porque sus expectativas no fueron satisfechas. Mateo 12:31, 32 se refiere al rechazo más serio de Jesús – el rechazo de los Fariseos.

Uno de los episodios de rechazo se encuentra en el relato de Belcebú (Mateo 12:22-37). Este comienza cuando Jesús sana a un ciego y sordo. Lo terrible para los líderes judíos es que la gente está tan entusiasmada por el milagro que empiezan a preguntar en voz audible si Jesús debe ser “el Hijo de David” o no –esto es, el Mesías (vers. 23)

Los frustrados Fariseos no pueden negar la realidad del milagro, pero pueden negar que el mismo vino de Dios. Su solución es que Jesús está ligado con el “príncipe de los demonios.” (vers. 24)

Jesús inmediatamente toma la ofensiva diciéndoles que si Él estuvo curando gente por el poder de los demonios, entonces el reino de Satanás estaría dividido contra sí mismo y estaría en ruinas (vers. 25-28). Jesús argumenta que en realidad, Él es el mayor enemigo del Diablo. Él se compara a sí mismo con un ladrón que ata al hombre fuerte para poder robar su casa (vers. 29). En otras palabras, Jesús el Cristo (Dios con nosotros) ha invadido el territorio enemigo del “príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11) para rescatar a los hijos de Dios.

El punto culminante de la confrontación en la historia de Belcebú llega en Mateo 12:30-32. En este pasaje Jesús no solamente advierte a los oyentes de que no hay neutralidad en la gran lucha entre el bien y el mal, sino que sigue diciendo que cualquiera que acredita el trabajo de Dios a Satanás ha cometido el pecado imperdonable (vers. 31). Mientras es técnicamente verdad que la gente puede hablar contra el Hijo y todavía ser perdonado, no pueden hacer lo mismo y ser perdonados si están bajo la convicción del Espíritu Santo de que Jesús es el Mesías. Hacer tal cosa sería rechazar la incitación del Espíritu Santo en sus corazones y mentes. El resultado es una conciencia endurecida (1° Timoteo 4:2; Tito 1:15) que no puede más responder al trabajo del Espíritu de llevar la gente al arrepentimiento y confesión de sus pecados (Juan 16:8). Tales rechazadores están más allá del alcance del Espíritu de Dios, porque han cerrado el canal a través del cual Dios puede alcanzarlos. Cuando esto sucede, están más allá de toda esperanza. Han cometido el pecado imperdonable.

Muchos Cristianos sensibles se preocupan de que han cometido el pecado imperdonable. El hecho de que están conscientes es una indicación de que todavía están escuchando al Espíritu y desean responderle. Frederick Bruner tiene razón sobre el asunto cuando escribe, “el espíritu del pecado contra el Espíritu es uno inflexiblemente despreocupado. Es impenitencia, la falta de voluntad para arrepentirse... no es un conjunto de actos descuidados, es un estado de dureza”. (Bruner, 1:462)

Jesús sigue proclamando que el verdadero estado de la gente puede ser conocido por las palabras que salen de sus bocas (Mateo 12:33-37). Tal verdad no es prometedora para los Fariseos, cuyas bocas recientemente han establecido la perspectiva de que las acciones de Jesús fueron inspiradas por el Diablo en vez de por Dios. Si continúan en ese sentido, Mateo 12:22-37 implica, que eventualmente cometerán el pecado imperdonable.





Fuente: Bibleinfo.com
Nota: nota publicada originalmente el 5 de febrero de 2009





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viernes, 7 de octubre de 2011

La iglesia remanente de Dios, terminando fuerte! / Sermón de Ted N. C. Wilson



• "God's Remnant Church-- Finishing Strong!".
Sermón pronunciado por el Pastor Ted N. C. Wilson, Presidente de la Conferencia General de Adventistas del Séptimo Día, en la ASI (
Adventist-laymen’s Services & Industries) Convención de 2011, en Sacramento, California, el 06 de agosto 2011.


• Este sermón puede ser leido en ingles en Adventist Review, "God's Remnant Church--Finishing Strong!", haciendo clic aquí.






Orador: Ted N. C. Wilson, quien ha sido elegido Presidente de la Iglesia Adventista a nivel mundial para el período 2010-2015, fue elegido como uno de los vicepresidentes generales de la Iglesia Adventista en el 2000 durante la Sesión General de la Conferencia en Toronto. Sus 36 años de servicio denominacionales incluyen los puestos administrativos y ejecutivos en los Estados Unidos del Atlántico Medio, África y Rusia.









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miércoles, 5 de octubre de 2011

Infierno: ¿Tormento eterno o aniquilación? Por Samuele Bacchiocchi

El infierno es una doctrina bíblica, pero ¿qué clase de infierno? ¿Un lugar donde los pecadores impenitentes arden para siempre y sufren dolor conscientemente en un fuego que nunca termina? ¿O un juicio penal mediante el cual Dios aniquila a los pecadores y el pecado para siempre?
Tradicionalmente, a lo largo de los siglos, las iglesias y los predicadores han enseñado categóricamente la idea de que el infierno es un tormento eterno. Pero en tiempos recientes, raramente oímos los viejos sermones de “fuego y azufre”, aun por parte de predicadores fundamentalistas, los que teóricamente todavía podrían estar comprometidos con dicha creencia. Su reticencia en predicar sobre el tormento eterno muy probablemente no se debe a la falta de integridad en proclamar una verdad impopular, sino a su aversión a predicar una doctrina que encuentran difícil de creer. Después de todo, ¿cómo es posible que el Dios que tanto amó al mundo que envió a su Hijo unigénito para salvar a los pecadores pueda también ser un Dios que tortura a la gente (aun al peor de los pecadores) para siempre, por el tiempo sin fin? ¿Cómo puede Dios ser un Dios de amor y justicia y sin embargo atormentar a los pecadores para siempre en un infierno ardiente?

Esta paradoja inaceptable ha inducido a eruditos bíblicos de todas las denominaciones a reexaminar las enseñanzas bíblicas referentes al infierno y el castigo final. 1

He aquí la cuestión fundamental: ¿El fuego del infierno atormenta a los perdidos eternamente o los consume en forma permanente? Las respuestas a esta pregunta varían. Dos interpretaciones recientes destinadas a hacer más humano el infierno merecen una breve mención.

Puntos de vista alternativos sobre el infierno

• Una perspectiva metafórica del infierno. La interpretación metafórica sostiene que el infierno es un tormento eterno, pero que el sufrimiento es más mental que físico. El fuego no es literal sino figurado, y el dolor es causado más por un sentido de separación de Dios que por tormentos físicos. 2

Billy Graham expresa este punto de vista metafórico cuando dice: “A menudo me he preguntado si el infierno no es un terrible ardor dentro de nuestros corazones en busca de Dios, para tener compañerismo con Dios, un fuego que nunca podemos extinguir”. 3 La interpretación de Graham es ingeniosa, por no decir otra cosa. Desafortunadamente, ignora el hecho de que la descripción bíblica del “ardor” no se refiere a un ardor dentro del corazón, sino a un lugar donde los malvados son consumidos.

William Crockett también arguye en favor de la interpretación metafórica: “El infierno, entonces, no debiera ser descrito como un infierno vomitando fuego como el horno ardiente de Nabucodonosor. Lo más que podemos decir es que los rebeldes serán expulsados de la presencia de Dios, sin ninguna esperanza de restauración. Como Adán y Eva serán echados, pero esta vez a la ‘noche eterna’, donde el gozo y la esperanza se han perdido para siempre”. 4

El problema con esta imagen del infierno es que meramente desea reemplazar el tormento físico con la angustia mental. Algunos pueden cuestionar si la angustia mental eterna es realmente más humana que el tormento físico. Aun si eso fuera cierto, la reducción del cociente de dolor en un infierno no literal no cambia sustancialmente la naturaleza del infierno, puesto que éste todavía continúa siendo un lugar de tormento sin fin.

La solución ha de encontrarse no en una humanización o saneamiento del concepto tradicional del infierno, de suerte que finalmente pueda ser un lugar más tolerable donde los malvados pasen la eternidad, sino en una comprensión de la verdadera naturaleza del castigo final, el cual, como veremos, es una aniquilación permanente y no un tormento eterno.

• Una perspectiva universalista del infierno. Una segunda revisión del infierno, más radical, ha sido intentada por los universalistas, quienes reducen el infierno a una condición temporaria de castigos escalonados que finalmente conducen al cielo. Los universalistas creen que finalmente Dios triunfará en su propósito de conducir a todo ser humano a la salvación y la vida eterna, de modo que nadie, en realidad, será condenado en el juicio final ya sea al tormento eterno o a la aniquilación. 5

Nadie puede negar el atractivo que el universalismo tiene para la conciencia del cristiano, porque toda persona que ha sentido el amor de Dios anhela ver que él salve a todos. Sin embargo, nuestro aprecio por el interés de los universalistas en promover el triunfo del amor de Dios y en refutar el concepto antibíblico del sufrimiento eterno, no debe cegarnos al hecho de que esta doctrina es una seria distorsión de la enseñanza bíblica. La salvación universal no puede ser una idea correcta meramente porque la del sufrimiento eterno esté equivocada. El alcance universal del propósito redentor de Dios no debe confundirse con el hecho de que aquellos que rechacen su provisión de salvación perecerán.

Si bien tanto el punto de vista metafórico como el universalista representan esfuerzos bien intencionados para atenuar el concepto del sufrimiento eterno, fallan en hacer justicia a la información bíblica y de ese modo, en última instancia, tergiversan la doctrina bíblica del castigo final de los perdidos. La solución sensible a los problemas de la perspectiva tradicional debe encontrarse, no reduciendo o eliminando la cuota de dolor de un infierno literal, sino aceptando el infierno por lo que es: el castigo final y la aniquilación permanente de los malvados. Como dice la Biblia: “El malo no existirá más” (Salmo 37:10)* porque “su fin será la perdición” (Filipenses 3:19).

El infierno como aniquilación

La creencia en la aniquilación final de los perdidos se basa en cuatro consideraciones bíblicas principales: (1) la muerte como castigo del pecado; (2) el vocabulario bíblico sobre la destrucción de los malvados; (3) las implicaciones morales del tormento eterno; y (4) las implicaciones cosmológicas del tormento eterno.
• La muerte como castigo del pecado. La aniquilación final de los pecadores impenitentes se indica, primero de todo, por el principio bíblico fundamental de que el castigo final del pecado es la muerte. “El que peque, ése morirá” (Ezequiel 18:4, 20). “Porque la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). El castigo del pecado, por supuesto, abarca no sólo la primera muerte, que todos experimentan como un resultado del pecado de Adán, sino también lo que la Biblia llama la segunda muerte (Apocalipsis 20:14; 21:8), que es la muerte final, irreversible, experimentada por los pecadores impenitentes. Esto significa que la paga final del pecado no es el tormento eterno, sino la muerte permanente.

La Biblia enseña que la muerte es la cesación de la vida. Si no fuera por la certeza de la resurrección, la muerte que experimentamos sería la terminación de nuestra existencia (1 Corintios 15:17, 18). Es la resurrección lo que hace que la muerte, en vez de ser el fin definitivo de la vida, se convierta en un sueño temporario. Pero no hay resurrección a partir de la muerte segunda, porque aquellos que la experimentan son consumidos en “el lago de fuego” (Apocalipsis 20:14). Esa será la aniquilación final.
• El vocabulario bíblico sobre la destrucción de los impíos. La segunda razón apremiante para creer en la aniquilación de los perdidos en ocasión del juicio final es el amplio vocabulario de destrucción usado en la Biblia para describir el fin de los impíos. De acuerdo con Basil Atkinson, el Antiguo Testamento usa más de 25 sustantivos y verbos para describir la destrucción final de los impíos. 6

Varios salmos, por ejemplo, describen la destrucción de los impíos con imágenes dramáticas (Salmos 1:3-6; 2:9-12; 11:1-7; 34:8-22; 58:6-10; 69:22-28; 145:17, 20). En el Salmo 37, por ejemplo, leemos que los malvados “como hierba serán pronto cortados” (vers. 2); “serán exterminados”, “el malo no existirá más” (vers. 9-10); los impíos “se disiparán como humo” (vers. 20), “serán exterminados juntos” (vers. 38). El Salmo 1 contrasta el camino de los justos con el de los malos. Del último se dice que “no se levantarán los malos en el juicio” (vers. 5), que son “como la paja que arrebata el viento” (vers. 4); y que “la senda de los malos perecerá” (vers. 6). En el Salmo 145, David afirma que el Señor “guarda a todos los que lo aman, pero destruirá a todos los impíos” (vers. 20). Esta muestra de referencias bíblicas sobre la destrucción final de los impíos armoniza completamente con la enseñanza del resto de las Escrituras.

Los profetas frecuentemente anuncian la destrucción final de los impíos en conjunción con el día escatológico del Señor. Isaías proclama que “los rebeldes y pecadores serán destruidos juntos. Y los que dejan al Eterno serán consumidos” (cap. 1:28). Se encuentran descripciones similares en Sofonías (1:15, 17-18) y en Oseas (13:3).

La última página del Antiguo Testamento hace una descripción contrastante entre el destino de los creyentes y el de los incrédulos. Sobre aquellos que temen al Señor, “nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá sanidad” (Malaquías 4:2). Pero a los incrédulos y soberbios, el día del Señor “los abrasará, y no quedará de ellos ni raíz ni rama” (Malaquías 4:1).

El Nuevo Testamento sigue fielmente al Antiguo en la descripción del fin de los impíos, con palabras e imágenes que denotan total aniquilación. Jesús comparó la completa destrucción de los malos con cosas tales como la cizaña que es atada en manojos para ser quemada (Mateo 13:30, 40); los peces malos que son tirados (Mateo 13:48); las plantas dañinas que son desarraigadas (Mateo 15:13); los árboles infructíferos que son cortados (Lucas 13:7); las ramas que se desechan para ser quemadas (Juan 15:6); los labradores infieles que son destruidos (Lucas 20:16); el siervo malo que será castigado (Mateo 24:51); los antediluvianos que fueron destruidos por el diluvio (Lucas 17:27); los habitantes de Sodoma y Gomorra que fueron destruidos por el fuego (Lucas 17:29); y los siervos rebeldes que fueron degollados al regreso de su amo (Lucas 19:14, 27).

Todas estas ilustraciones describen gráficamente la destrucción final de los impíos. El contraste entre el destino de los salvados y el de los perdidos es el de la vida en contraste con la destrucción.

Aquellos que apelan a las referencias de Cristo al infierno o al fuego eterno (gehenna, Mateo 5:22, 29-30; 18:8-9; 23:15, 33; Marcos 9:43-44, 46-48) para apoyar su creencia en el tormento eterno, fallan en reconocer un punto importante. Como lo señala John Stott, “El fuego en sí es calificado como ‘eterno’ y ‘que no se apaga’, pero sería muy raro si lo que es arrojado en él resultara indestructible. Nuestra expectativa sería precisamente lo opuesto: que sería consumido para siempre, no atormentado para siempre. De ahí que es el humo (evidencia de que el fuego ha hecho su obra) lo que ‘sube para siempre jamás’ (Apocalipsis 14:11; ver cap. 19:3). 7 La referencia de Cristo a la gehenna no indica que el infierno es un lugar de tormento sin fin. Lo que es eterno o inextinguible no es el castigo sino el fuego, el cual, como en el caso de Sodoma y Gomorra, causa la destrucción completa y permanente de los impíos, una condición que dura para siempre.

La declaración de Cristo de que los impíos “irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46) es considerada generalmente como una prueba del sufrimiento eterno consciente de los malignos. Esta interpretación ignora la diferencia entre castigo eterno y castigando eternamente. La palabra griega aionios (“eterno”) significa literalmente “que dura por los siglos”, y a menudo se refiere a la permanencia del resultado antes que a la continuación de un proceso. Por ejemplo, Judas 7 dice que Sodoma y Gomorra “sufrieron el castigo del fuego eterno [aionios]”. Es evidente que el fuego que destruyó a las dos ciudades fue eterno, no por su duración sino por sus resultados permanentes.

Otro ejemplo se encuentra en 2 Tesalonicenses 1:9, donde Pablo, hablando de aquellos que rechazan el Evangelio, dice: “Estos serán castigados de eterna destrucción por la presencia del Señor y por la gloria de su poder”. Es evidente que la destrucción de los impíos no puede ser eterna en su duración, porque es difícil imaginar un proceso de destrucción eterno, inconcluso. La destrucción presupone aniquilación. La destrucción de los impíos es eterna, no porque el proceso de destrucción continúe para siempre, sino porque los resultados son permanentes.

El lenguaje de destrucción es ineludible en el libro de Apocalipsis. Representa allí el método de Dios para vencer la oposición del mal hacia él mismo y a su pueblo. Juan describe con vívidas imágenes el lanzamiento del diablo, la bestia, el falso profeta, la muerte, el sepulcro y los impíos al lago de fuego, que es “la segunda muerte” (Apocalipsis 21:8; ver 20:14; 2:11; 20:6).

Los judíos frecuentemente usaban la frase “la segunda muerte” para describir la muerte final, irreversible. Pueden encontrarse numerosos ejemplos de ello en el Targum, la traducción aramea e interpretación del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el Targum sobre Isaías 65:6 se expresa así: “Su castigo será en la gehenna, donde el fuego arde todo el día. He aquí, escrito está delante de mí: ‘No les daré respiro durante [su] vida, pero les aplicaré el castigo de sus transgresiones y entregaré sus cuerpos a la segunda muerte’ “. 8

Para los salvados, la resurrección marca la recompensa de una segunda vida, superior, pero para los perdidos indica la retribución de una segunda muerte, definitiva. Así como no hay más muerte para los redimidos (Apocalipsis 21:4), tampoco hay más vida para los perdidos (Apocalipsis 21:8). La “segunda muerte”, entonces, es la muerte final, irreversible. Interpretar la frase de otra manera, como tormento consciente eterno o separación de Dios, es negar el significado bíblico de la muerte como cesación de la vida.

• Las implicaciones morales del tormento eterno. Encontramos una tercera razón para creer en la aniquilación final de los perdidos en las implicaciones morales inaceptables de la doctrina del tormento eterno. La noción de que Dios tortura deliberadamente a los pecadores durante las edades sin fin de la eternidad es totalmente incompatible con la revelación bíblica de Dios como un Ser de amor infinito. Un Dios que les impone a sus criaturas una tortura inacabable, no importa cuán pecadores puedan haber sido, no puede ser el Padre amante que nos es revelado por Jesucristo.

¿Tiene Dios dos caras? ¿Es ilimitadamente misericordioso por un lado e insaciablemente cruel por el otro? ¿Puede amar tanto a los pecadores que envió a su Hijo para salvarlos, y sin embargo odiar tanto a los pecadores impenitentes como para someterlos a un interminable tormento cruel? ¿Podemos legítimamente alabar a Dios por su bondad, si atormenta a los pecadores por las edades de la eternidad? La intuición moral que Dios ha implantado en nuestra conciencia no puede aceptar la crueldad de una deidad que somete a los pecadores a un tormento sin fin. La justicia divina jamás podría demandar para pecados finitos la penalidad infinita del dolor eterno.

Además, el tormento eterno, consciente, es contrario a la visión bíblica de justicia porque tal castigo crearía una seria desproporción entre los pecados cometidos durante el lapso de una vida y el castigo resultante que duraría toda la eternidad. Como lo plantea John Stott: “¿No habría, entonces, una seria desproporción entre los pecados cometidos conscientemente en el tiempo y el tormento experimentado conscientemente durante toda la eternidad? No minimizo la gravedad del pecado como rebelión contra Dios nuestro Creador, pero cuestiono si el ‘tormento eterno, consciente’, es compatible con la revelación bíblica de la justicia divina”. 9

• Las implicaciones cosmológicas del tormento eterno. Una cuarta y última razón para creer en la aniquilación de los perdidos es que el tormento eterno presupone un dualismo cósmico eterno. El cielo y el infierno, la felicidad y el dolor, el bien y el mal continuarían existiendo para siempre uno al lado del otro. Es imposible reconciliar este punto de vista con la visión profética del nuevo mundo, según la cual no habrá más “llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). ¿Cómo podrían olvidarse el llanto y el dolor si la agonía y la angustia de los perdidos fuesen características permanentes del nuevo orden?

La presencia de incontables millones sufriendo para siempre un tormento penosísimo, aunque esto ocurriera muy lejos del campamento de los salvados, sólo podría servir para destruir la paz y la felicidad del nuevo mundo. La nueva creación sería defectuosa desde el mismo comienzo, puesto que los pecadores permanecerían como una realidad eterna en el universo de Dios.

El propósito del plan de salvación es finalmente erradicar de este mundo la presencia del pecado y de los pecadores. Sólo si los pecadores, Satanás y los demonios son por último consumidos en el lago de fuego y extinguidos mediante la segunda muerte, podremos verdaderamente decir que la misión redentora de Cristo se ha cumplido. El tormento eterno proyectaría una sombra oscura permanente sobre la nueva creación.

Nuestra época necesita desesperadamente aprender el temor de Dios, y esta es una razón para predicar el juicio y el castigo finales. Necesitamos advertir a la gente de que aquellos que rechazan los principios de vida de Cristo y su provisión de salvación, finalmente experimentarán un juicio terrible y “serán castigados de eterna destrucción” (2 Tesalonicenses 1:9). Necesitamos proclamar osadamente las grandes alternativas entre la vida eterna y la destrucción permanente. La restauración del punto de vista bíblico sobre el juicio final puede soltar la lengua de los predicadores, porque podrán predicar esta doctrina vital sin el temor de representar a Dios como un monstruo.






Fuente: Dialogo Universitario / Este artículo está basado en un capítulo de su libro Immortality or Resurrection? A Biblical Study on Human Nature and Destiny (Berrien Springs, Michigan: Biblical Perspectives, 1997).
Nota: este articulo ha sido originalmente publicado el jueves 20 de noviembre de 2008
Autor: Samuele Bacchiocchi (1938, Italia-2008, EEUU) Uno de los teólogos y eruditos mas respetados dentro y fuera del adventismo, especialmente sobre las verdades del Sábado. Luego de sus estudios en el Theology at Newbold College y en Andrews University Theological Seminary, se convierte en el primer no católico en 450 en ser admitido en Pontificia Universita Gregoriana, del Vaticano. El papa Pablo VI lo galardona con una medalla de oro, obteniendo su Doctorado en Historia de la Iglesia y es distinguido academicamente 'summa cum laude' por su trabajo de clase y la exposición de su tesis doctoral "Del sábado al domingo". Luego se desempeño por 26 como profesor de Historia de la la Religión en la Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EEUU. Viajo alrededor del mundo dando conferencias en universidades, seminarios teológicos, reuniones profesionales, y reuniones religiosas. También es autor de 15 libros y numerosos artículos en revistas religiosas y revistas.

R
eferencias: * Todos los pasajes bíblicos que aparecen en este artículo han sido tomados de la versión Nueva Reina-Valera 1990. 1. Para información sobre investigaciones recientes sobre la naturaleza del infierno, ver Samuele Bacchiocchi: Immortality or Resurrection? A Biblical Study on Human Nature and Destiny (Berrien Springs, Mich.: Biblical Perspectives, 1997), pp. 193-248. 2. Ver William V. Crockett: “The Metaphorical View”, in William Crockett, ed., Four Views of Hell (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1992), pp. 43-81. 3. Billy Graham: “There Is a Real Hell”, Decision 25 (Julio-Agosto 1984), p. 2. En cierto lugar, Graham pregunta: “¿Podría ser que el fuego al que se refirió Jesús es una eterna búsqueda de Dios que nunca se satisface? El estar lejos de Dios para siempre, separados de su presencia, sería, ciertamente, un infierno”. Ver The Challenge: Sermons From Madison Square Garden (Garden City, N. Y.: Doubleday, 1969), p. 75. 4. Crockett, p. 61. 5. Basil F. C. Atkinson: Life and Immortality: An Examination of the Nature and Meaning of Life and Death as They Are Revealed in the Scriptures (Taunton, England: E. Goodman, s. f.), pp. 85, 86. 6. Ibíd. 7. John Stott y David L. Edwards, Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue (London: Hodder y Stoughton, 1988), p. 316. 8. M. McNamara, The New Testament and the Palestinian Targum to the Pentateuch (New York: Pontifical Biblical Institute, 1978), p. 123. 9. Stott y Edwards, Essentials, pp. 318, 319.

Fotografía: detalle "El mapa del Infierno" de Sandro Boticelli (realizado entre 1480 y 1490)





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viernes, 19 de agosto de 2011

La Deidad / Sermones de Stephen Bohr

Seminario dedicados a la Deidad y reafirmar la doctrina de la Trinidad.


• Tema 1: 1+1+1+1=UNO

Serie de cinco temas presentados a comienzo de este año 2011, por el pastor Stephen P. Bohr, en la la iglesia Adventista del Séptimo Día Hispana de Toronto, Canadá.


• Tema 2: El Espíritu Santo


• Tema 3: Los Angeles


• Tema 4:


• Tema 5: El Bautismo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo


Fuente: VienePronto.org
Autor: Stephen P. Bohr, nació en Wisconsin, creció en Venezuela, donde sus padres sirvieron como misioneros. Durante más de 30 años que ha servido como pastor, profesor de teología, consejero de la juventud, y evangelista reconocida en todo el mundo. Presenta tambien en 3ABN la conocida serie “New Perspectives on the Spirit of Prophecy” (Nuevas perspectivas en el Espíritu de Profecía) y es autor de la innovadora serie, "Cracking the Genesis Code" (Descifrando el Código de Génesis). También es Presidente del ministerio independiente SECRETS UNSEALED y sirve como pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Central de Fresno, California.








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domingo, 10 de julio de 2011

Escritos sobre la vida de Cristo. Por Arturo L. White

Después de la publicación del tomo 1 de The Spirit of Prophecy, en 1870, Jaime y Elena de White volvieron su atención hacia un segundo libro de 400 páginas, el cual versaría sobre la historia del Nuevo Testamento, la vida de Cristo y la obra de los apóstoles. Un tercer volumen se referiría a la historia posbiblica hasta el fin del tiempo.

El 1º de enero de 1873 encontró ocupados a Jaime y Elena de White, en la costa oeste de los Estados Unidos, en donde ella comenzó a escribir sobre la vida de Cristo. En reuniones siguientes, sostenidas en la Iglesia Bautista de Petaluma, California, habló el domingo de mañana sobre la tentación de Jesús en el desierto, y sintió el “impacto del tema”.

Sin embargo, como su esposo, que la había animado a escribir y le ayudaba a preparar los materiales, estaba enfermo por el trabajo excesivo, una semana después decidió enfrentar francamente la situación. Hasta que adquiriera las destrezas que sentía que necesitaba, discontinuaría su redacción sobre la vida de Cristo. En ese momento, ¿cómo podría ella manejar temas tan grandes y sublimes? En su diario escribió: “Pienso poner a un lado mi trabajo de escribir, el cual tanto me agrada, y ya veré si no puedo convertirme en una erudita. No soy experta en gramática. Intentaré, si el Señor me ayuda, convertirme a los 45 años de edad en una experta en la ciencia [de escribir]. Creo que él me ayudará” (MS 3, 1873, p. 5).

Como apenas tenía tres grados de la escuela elemental, siempre sintió su deficiencia para escribir. No mucho antes había enfatizado ante sus hijos la importancia de ser buenos escritores (Carta 28, 1871). Sus libros, artículos, cosas y manuscritos revelan, desde el comienzo de su trabajo, que su escritura era clara e impresionante, y que sus mensajes ostentaban un estilo distinguido. Una lectura de Primeros escritos, fruto de sus primeros años, muestra un vocabulario modesto y una estructura sencilla en la oración. Libros y artículos posteriores descubren un desarrollo en la técnica literaria. Esto sucedió desde que empezó a ayudar a su esposo en la corrección de las pruebas para la Review and Herald y otras publicaciones, y a medida que leía y se relacionaba con otras personas cada día en el hogar y en sus viajes. Constantemente, como hacen la mayoría de los escritores, pensaba sin cesar en algo y se esforzaba por descubrir la manera mejor y más convincente de expresar la verdad.

En diciembre de 1872 ya habían aparecido, en la Review and Herald varios artículos sobre “El primer advenimiento de Cristo”. Afortunadamente, aunque sentía su incapacidad, no se desanimó, sino que de continuo, durante los próximos años, escribió y publicó artículos sobre la vida y enseñanza de Jesús. Estos concluyeron en abril de 1875 con una serie sobre “La tentación de Cristo”.

Un año después las circunstancias fueron más favorables para escribir. La Sra. White se encontraba de nuevo en la costa del Pacífico, en su nuevo hogar en Oakland, California. Tenía una buena ayudante de redacción en su sobrina Mary Clough, mujer inteligente, hija de Carolina, hermana de la Sra. White. Mary era una buena cristiana, pero no había aceptado el sábado. Jaime White estaba en el este, asistiendo a la reunión de la Asociación General y atendiendo otros deberes como presidente de la Asociación General. Elena G. de White vio la oportunidad de continuar con la redacción de la vida de Cristo, y decidió, a menos que el Señor le indicara lo contrario, que se concentraría en este proyecto.

A fines de marzo escribió a su esposo: “Mary Clough y yo haremos todo cuanto podamos para adelantar mis escritos. No veo que ninguna luz brille para mí en el Estado, de Míchigan. Este año siento que mi trabajo es escribir” (Carta 63, 1876).

“Disfruto la presencia de Dios. Escribo y siento libertad al escribir. Estoy manejando temas preciosos. El último que completé… [fue la historia de] Jesús sanando al hombre impotente junto al estanque de Betesda” (Carta 1, 1876).

Las primeras páginas eran de puño y letra de Elena G. de White. Mary hacía el trabajo editorial cuidadosamente, y colocaba las páginas en capítulos. Por supuesto, la obra terminada era manuscrita, pues esto fue seis o siete años antes de que las máquinas de escribir se usaran en los escritos de la sierva del Señor. Todas las mañanas escribía diligentemente en su cuarto superior. Después de comer iba al cuarto de Mary Clough, se sentaba en un sofá y escuchaba a medida que Mary le leía el material revisado de su manuscrito. Descansaba o paseaba en su carruaje en la tarde, quizá escribía unas pocas cartas, y ya avanzada la tarde escuchaba de nuevo leer a Mary. Como las dos trabajaban tan estrechamente, la Hna. White se refería a los escritos que “nosotras” hacemos, aludiendo al trabajo que realizaban juntas. Algunos años después ella explicó el término “nosotras”: “Mis ayudantes y yo somos colaboradores que enviamos al mundo la luz que recibo para que bendiga al mundo” (Carta 170, 1906).

Confianza en la ayuda divina y en la humana

La Sra. White sentía perfecta confianza en la ayuda divina y en la humana. A medida que ella y su ayudante trabajaban juntas con propósito resuelto, tenían a mano, como referencias, algunos libros de otros autores: Life of Christ (La vida de Cristo), de William Hanna y Life and Work of Christ (Vida y obra de Cristo), por Cunningham Geikie, y posiblemente otros. El libro que salió de sus manos daba evidencias de que habían consultado la obra de W. Hanna.

Un día Elena G. de White informó a su esposo: “Mary me ha leído dos artículos; uno sobre los panes y los peces, [el otro en cuanto a] Cristo caminando sobre las aguas… Son unas cincuenta páginas que comprenden variados asuntos. Pienso que es lo más precioso que alguna vez yo haya escrito. Mary está muy entusiasmada; piensa que es del más elevado valor…"

“Temas muy interesantes se presentaron a menudo a mi mente. Estos temas los menciono y se fijan en la memoria de Mary” (Carta 13, 1876).

Y en verdad que hablar en público fue también una parte del proceso de revelación de Elena G. de White. Según su propia declaración, mientras escribía en cuanto a la alimentación de los cinco mil, habló a una congregación grande, realzando “el tema de los panes y los peces… Todos escucharon con mucha atención; algunos estaban boquiabiertos” (Carta 9, 1876).

“Tengo ahora un trabajo especial: escribir las cosas que el Señor me ha mostrado… Tengo un trabajo que hacer que ha sido una gran carga para mi alma; cuán grande, sólo el Señor lo sabe".

“Repito: necesito tiempo para que mi mente se calme y sosiegue. Necesito tiempo para meditar y orar mientras me empeño en este trabajo… Esta es una obra grande, y clamo a Dios cada día por la ayuda de su Espíritu para hacer este trabajo bien”. (Carta 59, 1876 Dirigida a Lucinda Hall).

En el proceso de escribir se combinaban: estudio de la Biblia, visiones, oración, meditación, discusión con sus ayudantes, e “intensa meditación,” todo bajo la dirección del Espíritu Santo. “Siento inmensa paz y calma mental – declaró –. Parece que no hay nada que confunda y distraiga mi mente; y con un pensar tan intenso, mi mente se sobrecargaría si se sintiera perpleja con otra cosa” (Carta 13, 1876).

“No puedo forzar las ocupaciones. Este trabajo debe ser hecho cuidadosa, lenta y perfectamente. Los temas que hemos preparado están bien realzados. Me agradan” (Carta 14, 1876).

Cuando trabajaba a fines de mayo de 1876, en The Spirit of Prophecy, volumen 2, y casi terminaba el tópico de la entrada triunfal en Jerusalén, salió de California hacia el este para asistir a reuniones campestres. A fines de noviembre el libro fue publicado, pero por alguna razón aparece como impreso en 1877.

Como ejemplo, veamos el capítulo sobre los panes y los peces como aparece en The Spirit óf Prophecy, volumen 2, páginas 258 a 267, y comparémoslo con el relato de los Evangelios y el libro de W. Hanna. Para la Hna. White la Biblia fue su fuente básica de información.

Los cuatro Evangelios relatan la alimentación de los cinco mil. (Mat. 14: 13-23; Mar. 6: 32-46; Luc. 9: 10-17; Juan 6: 1-13) Ella comenzó su narración en donde se llevó a cabo el milagro: un lugar apropiado “para tal retiro, del otro lado del mar, cruzando desde Capernaum” (2SP, 258). El relato de W. Hanna pudo haber enriquecido el de la Hna. White, porque, como Mateo, él sitúa el escenario de la alimentación en “un lugar desierto,” y agrega que fue “frente a Capernaum, al otro lado del lago, en el territorio que va al norte de Betsaida” (LC, 277).

Tanto Hanna como la Sra. White señalan dos razones para la orden de Cristo a los discípulos: “Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta”. (Luc. 9: 14) Pero Marcos 6: 40 dice: “de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta”. Hanna dice que la orden “indicaba el propósito de nuestro Señor de que no hubiera confusión, para que la atención pudiera dirigirse a lo que estaba a punto de hacer” (LC, 279).

La Hna. White menciona lo mismo: “para conservar el orden, y que todos pudieran ver el milagro que iba a hacer” (2SP, 262; DTG, 333).

Tanto Hanna como la Hna. White se refieren a la amenaza de “violencia” que pudo haberse presentado en el intento del pueblo de coronarlo rey. Hanna escribe de la aparente intención de la gente de “tomarlo enseguida y forzarlo a ser rey. Jesús vio que esta incipiente acción de levantamiento, si seguía, llevaría a algunos a actos de violencia” (LC, 280). Y la Hna. White escribe: “Él sabía que la violencia y la insurrección serían el resultado de su exaltación como rey de Israel” (2SP, 264; DTG, 341).

Lo dicho probablemente se basa en Juan 6: 15, pero bien puede haber una conexión con el relato según lo da Hanna: “Él llamó a los doce y les ordenó que se embarcaran inmediatamente, … a remar hacia Capernaum, en donde se uniría a ellos durante la noche o en la mañana” (LC, 280).

Elena G. de White informa: “Él llamó a sus discípulos y les ordenó que tomaran inmediatamente el bote y regresaran a Capernaum, y que él despediría a la gente. Les prometió encontrarse con ellos esa noche o en la mañana siguiente. Los discípulos estaban poco dispuestos a someterse a este arreglo” (2SP, 264; DTG, 341).

Otras semejanzas en puntos menos importantes se ven aquí y allá en los dos relatos mencionados, pero posiblemente sugeridas por los relatos bíblicos. En el caso de la promesa de encontrarse con sus discípulos esa noche o a la mañana siguiente, se puede ver que Hanna la afirma como una suposición lógica, basada quizá en Marcos 6: 45, mientras que la Hna. White pudo depender de implicaciones de la Escritura, o de información recibida en visión, o de la suposición de Hanna. La evidencia disponible excluye una conclusión dogmática.

Puntos únicos de Elena G. de White

Pero más importantes y significativas que las similitudes son las diferencias entre ambos escritos, las cuales por supuesto, no demuestran dependencia.

En el viaje a través del lago hacia el “lugar desierto”, Elena G. de White nos informa que “otros lo siguieron en botes” (2SP, 259; DTG, 332). Ni los Evangelios ni Hanna mencionan este hecho.

Elena G. de White menciona algunos de los sucesos del día: “Cientos de enfermos y lisiados fueron traídos para que Jesús los sanara, y fueron colocados sobre el piso en tal forma que llamaran su atención… Todas las enfermedades estaban representadas entre los enfermos que exigían su ayuda. Algunos ardían de fiebre, inconscientes de sus preocupados amigos que los habían ayudada. Allí estaban el sordo, el ciego, el paralítico, el cojo y el lunático…"

“Sus palabras fueron a menudo interrumpidas por los delirios de algunos azotados por la fiebre o los gritos desgarradores de los dementes, cuyos amigos se esforzaban a través del gentío para llevar a los enfermos hasta el Sanador. La voz de la sabiduría [de Jesús] a menudo también se perdió entre los gritos de triunfo cuando las víctimas sin esperanza eran restauradas instantáneamente a la salud y la fuerza” (2SP, 259-260). Hanna apenas si menciona el sanamiento de estos enfermos.

Hay un detalle significativo mencionado por Elena G. de White, pero no por Hanna ni otros escritores. Se trata del intento que hicieron los discípulos de librar a Jesús del agotamiento: “El Maestro había trabajado todo el día sin alimento ni descanso, y los discípulos, viéndolo pálido de cansancio y hambre, le rogaron que descansara de su trabajo y tomara algún alimento. Como sus esfuerzos no sirvieron de nada, consultaron cómo podrían librarlo de la apremiante multitud, pues temían que muriera de fatiga". “Pedro y Juan tomaron los brazos de su bendito Maestro y bondadosamente trataron de llevárselo; pero él rehusó ser sacado de ese lugar. Su obra era urgente. Cada suplicante de su misericordia sentía que su caso era el más apremiante. La multitud se apiñaba contra el Salvador y lo llevaba de un lado a otro. En sus esfuerzos por acercarse más a él se pisoteaban unos a otros” (2SP, 260-261).

Esto demuestra que, aunque Elena G. de White extrajo datos de Hanna, de Geikie y de otros escritores, sus visiones le dieron una información de la cual no dispusieron otros comentadores de la vida de Jesús. Tales descripciones dan un toque de autenticidad que sólo puede ser impartido por un testigo. Sus escritos son ricos en detalles nuevos y frescos, que ella relaciona, como ningún otro, con lecciones y asuntos espirituales.

Los volúmenes 2 y 3 de The Spirit of Prophecy fueron publicados bajo el título general “La gran controversia entre Cristo y Satanás”. Un libro lleva el subtítulo “Vida, enseñanza y milagros de nuestro Señor Jesucristo”, y el otro, “Muerte, resurrección y ascensión de nuestro Señor Jesucristo”. Poco después el material fue distribuido en seis libros pequeños. También fue publicado en un solo volumen con el título La vida de Cristo, en alemán, francés, danés y sueco.





Fuente: CentroWhite.uapar.edu / Artículo publicado en el suplemento de la Revista Adventista de enero de 1982
Autor: Arturo L. White (1907-1991) fue secretario / director del White Estate (Patrimonio White) desde 1937 hasta 1978. Sucedió a su padre, William C. White , quien era hijo de Elena G. de White y que había logrado la herencia de su madre desde su muerte en 1915 hasta su muerte en 1937.
Fotografía: Montaje de Ojo Adventista



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