sábado, 12 de diciembre de 2009

Creencias Fundamentales de los Adventistas del Septimo Día

Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y sostienen que ciertas creencias fundamentales son enseñanzas de las Santas Escrituras. Estas creencias, así como están presentadas aquí, constituyen el entendimiento y la expresión de la Iglesia sobre las enseñanzas de las Escrituras. Una revisión de estas declaraciones se podrían llevar a cabo en una sesión de la Conferencia General cuando la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, sea llevada a un entendimiento mas completo de la verdad Bíblica o encuentre palabras mas adecuadas en las cuales expresar las enseñanzas de la Santa Palabra de Dios.

Las 28 creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día:

1. Las Santas Escrituras
2. La Trinidad
3. Dios Padre
4. Dios El Hijo
5. Dios El Espíritu Santo
6. La Creación
7. La Naturaleza del Hombre
8. La Gran Controversia
9. La Vida, Muerte, y la Resurrección de Cristo
10. La Experiencia de la Salvación
11. Crecimiento en Cristo
12. La Iglesia
13. El Remanente y su Misión
14. Unidad en el Cuerpo de Cristo
15. El Bautismo
16. La Santa Cena del Señor
17. Dones Espirituales y Ministerios
18. El Don de la Profecía
19. La Ley de Dios
20. El Día de Reposo
21. La Mayordomía
22. Comportamiento Cristiano
23. El Matrimonio y la Familia
24. El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial
25. La Segunda Venida de Cristo
26. La Muerte y la Resurrección
27. El Milenio y el Fin del Pecado
28. La Tierra Nueva

1. Las Santas Escrituras

Las Santas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento son la Palabra escrita de Dios, dadas a los hombres santos por divina inspiración de Dios quienes hablaron y escribieron así como fueren movidos por el Espíritu Santo. En Su Palabra Dios ha entregado al hombre el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras son la infalible revelación de Su voluntad. Ellas son el estandarte de su carácter, la prueba de experiencia, el revelador autoritario de doctrinas, y el confiable anotación de los hechos de Dios en la historia.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: 2 Pedro 1:20,21; 2 Timoteo 3:16,17; Salmos 119:105; Proverbios 30:5,6; Isaías 8:20; Juan 17:17; 1 Tesalonicenses 2:13; Hebreos 4:12.

2. La Trinidad


Hay un solo Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas co-eternales. Dios es inmortal, todo poderoso, conociendo todo, sobre todo, y omnipresente. El es infinito y más allá de comprensión humana, pero conocido por Su auto revelación. El es siempre digno de alabanza, adoración, y servicio por toda la creación.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Deuteronomio 6:4; Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Efesios 4:4-6: 1 Pedro 1:2; 1Timoteo 1:17; Apocalipsis 14:7.

3. El Padre

Dios el eterno Padre es el Creador, la Fuente, el Sustentador, y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, misericordioso y graciable, lento con la ira, y abundante en constante amor y fidelidad. Las cualidades y los poderes exhibidos en el Hijo y el Espíritu Santo también son revelaciones del Padre.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 1:1; Apocalipsis 4:11; 1 Corintios 15:28; Juan 3:16; 1 Juan 4:8; 1 Timoteo 1:17; Éxodo 34:6,7; Juan 14:9.

4. El Hijo


Dios el eterno Hijo fue encarnado en Cristo Jesús. Por Él todas las cosas fueron creadas, el carácter de Dios es revelado, la salvación de la humanidad es realizada, y el mundo es juzgado. Siempre Dios verdadero, Él se convirtió verdaderamente hombre, Jesús el Cristo, fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Él vivió y paso la tentación como todo ser humano pero ejemplifico perfectamente la rectitud y el amor de Dios. Por Sus milagros Él manifestó el poder de Dios y fue demostrado como el Mesías prometido de Dios. Él sufrió y murió voluntariamente en la cruz por nuestros pecados y de nuestra parte. Él volverá de nuevo en gloria para la ultimo liberación de Su pueblo y la restauración de todas las cosas.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Juan 1:1-3; S. Juan 1:14; Colosenses 1:15-19; Juan 10:30; Juan 14:9; Romanos 6:23; 2 Corintios 5:17-19; Juan 5:22; Lucas 1:35; Filipenses 2:5-11; Hebreos 2:9-18; 1 Corintios 15:3,4; Hebreos 8:1, 2; Juan 14:1-3.

5. El Espíritu Santo


Dios el eterno Espíritu fue activo con el Padre e Hijo en la creación, la encarnación, y la redención. Él inspiro a los escritores de las Escrituras. Él lleno la vida de Cristo con poder. Él llama y convence al ser humano y aquellos quienes responden, Él los renueva y transforma en la imagen de Dios. Enviado por Dios y el Hijo para estar siempre con Sus hijos, Él extiende dones espirituales a la iglesia, la encomienda para ser testigo de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la lleva a toda verdad.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 1:1,2; Lucas 1:35; Lucas 4:18; Hechos 10:38; 2 Pedro 1:21; 2 Corintios 3:18; Efesios 4:11,12; Hechos 1:8; Juan 14:16-18; Juan 14:2; Juan 15:26,27, Juan 16:7-13.

6. La Creación

Dios es Creador de todas las cosas, y ha revelado en la Escritura el relato autentico de Su actividad creativa. En seis días el Señor hizo los cielos y la tierra y a todo ser viviente sobre la tierra, y descanso el séptimo día de esa primera semana. Él de tal manera estableció el Sábado como perpetuo conmemorativo de Su obra creativa completada. El primer hombre y mujer fueron hechos en la imagen de Dios como la obra coronadora de la Creación, fueron dados dominio sobre la tierra, y dados la responsabilidad de cuidarla. Cuando el mundo fue acabado era muy bueno declarando la gloria de Dios.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 1 & 2; Éxodo 20:8-11; Salmos 19:1-6; Salmos 33:6; Salmos 33:9; Salmos 104; Hebreos 11:3.

7. La Naturaleza del Hombre

El hombre y la mujer fueron hechos en la imagen de Dios con individualidad, y el poder y la libertad de pensar y actuar. Aunque creados seres libres, cada uno es una unidad inseparable del cuerpo, la mente, y el alma, dependiendo sobre Dios para vida el suspiro y toda otra cosa. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, ellos negaron su dependencia sobre Él y cayeron de su alta posición bajo Dios. La imagen de Dios en ellos fue desfigurada y ellos fueron sujetos a la muerte. Su descendencia sufre también de su naturaleza caída y de sus consecuencias. Ellos son nacidos con debilidades y con tendencias al mal. Pero Dios en Cristo reconcilia al mundo a Él mismo y por medio de Su Espíritu restaura en los penitentes mortales la imagen de su Creador. Creados para la gloria de Dios, ellos son llamados a amarle a Él y a unos a otros cuidando también de su ambiente.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 1:26-28; Génesis 2:7; Salmos 8:4-8; Hechos 17:24-28; Génesis 3; Salmos 51:5; Romanos 5:12-17; 2 Corintios 5:19,20; Salmos 51:10; 1 Juan 4:7,8; 1 Juan 4:11; 1 Juan 4:20; Génesis 2:15.

8. El Gran Conflicto

Toda la humanidad esta envuelta hoy en el gran conflicto entre Cristo y Satanás respecto al carácter de Dios, Su ley, y Su soberanía sobre el universo. Este conflicto tuvo origen en el cielo cuando un ser creado, dotado con el libre albedrío, en exaltación propia se convirtió en Satanás, el adversario de Dios y condujo a una porción de los ángeles a la rebelión._ Él introdujo el espíritu de rebelión a este mundo cuando llevo a Adán y a Eva al pecado. Esta trasgresión humana resulto en la desfiguración de la imagen de Dios en la humanidad, en el desorden en el mundo creado, y en su devastación eventual como en la instancia del diluvio mundial. Observado por toda la demás creación, este mundo se volvió en el tribunal del conflicto universal, del cual el amor de Dios será_ últimamente vindicado. Para asistir a Su pueblo en este conflicto Cristo envía al Espíritu Santo y a su fieles ángeles para guiar, proteger, y sostener a los suyos en el camino a la salvación.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Apocalipsis 12:4-9; Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:12-18; Génesis 3; Romanos 1:19-32; Romanos 5:12-21; Romanos 8:19-22; Génesis 6:8; 2 Pedro 3:6; 1 Corintios 4:9; Hebreos 1:14.

9. La Vida, La Muerte, y la Resurrección de Cristo


En la vida de Cristo de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, en Su sufrimiento, en Su muerte, y en Su resurrección , Dios proveo la única manera de expiación para el pecado humano. Así que aquellos quienes aceptaran esta sacrificio tuvieran vida eterna, y la creación entera entendiera mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la virtuosidad de la ley de Dios y la misericordia de Su carácter de manera que aun que condena nuestros pecados provee por nuestro perdón. La muerte de Cristo es substitutoria y expiatoria, reconciliadora y transformadora. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobres las fuerzas del mal y para aquellos quienes aceptan su expiación les asegura victoria final sobre el pecado y la muerte. Ésta declara el Señorío de Cristo Jesús ante el cual toda rodilla del cielo y la tierra se doblara.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Juan 3:16; Isaías 53; 1 Pedro 2:21,22; 1 Corintios 15:3,4; 1Corintios 15:20-22; 2 Corintios 5:14,15; 2 Corinthios 5:19-21; Romanos 1:4; Romanos 3:25; Romanos 4:25; Romanos 8:3,4; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10; Colosenses 2:15; Filipenses. 2:6-11.

10. La Experiencia de la Salvación


En infinito amor y misericordia Dios dejo que Cristo quien no tenia pecado, llevara pecado por nosotros para que en Él pudiéramos ser hechos rectos ante Dios. Guiados por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra manera pecaminosa, nos arrepentimos de nuestras transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor, Cristo, como Substituto y Ejemplo. Esta fe la cual recibe salvación viene por medio del poder divino del Verbo y recibe el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados, adoptados como hijo e hijas de Dios y libertados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu somos nacidos de nuevo y santificados. El Espíritu renueva nuestras mentes, escribiendo la ley de Dios en nuestros corazones y nos es dado poder para vivir una vida santa. Permaneciendo en Él somos hechos copartícipes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación hoy en el juicio final.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: 2 Corintios 5:17-21; Juan 3:16; Gálatas 1:4; Gálatas 4:4-7; Tito 3:3-7; Juan 16:8; Gálatas 3:13,14; 1 Pedro 2:21,22; Romanos 10:17; Lucas 17:5; Marcos 9:23,24; Efesios 2:5-10; Romanos 3:21-26; Colosenses 1:13,14; Romanos 8:14-17; Gálatas 3:26; Juan 3:3-8; 1 Pedro 1:23; Romanos 12:2; Hebreos 8:7-12; Ezequiel 36:25-27; 2 Pedro 1:3,4; Romanos 8:1-4; Romanos 5:6-10.

11. Crecimiento en Cristo

Por su muerte en la cruz, Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. Él, que durante su ministerio terrenal subyugó los espíritus demoníacos, ha quebrantado su poder y asegurado su condenación final. La victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas del mal que aún tratan de dominarnos, mientras caminamos con él en paz, gozo y en la seguridad de su amor. Ahora, el Espíritu Santo mora en nosotros y nos capacita con poder. Entregados continuamente a Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos libres de la carga de nuestras acciones pasadas. Ya no vivimos en las tinieblas, ni en el temor de los poderes malignos, ni en la ignorancia y falta de sentido de nuestro antiguo estilo de vida. En esta nueva libertad en Jesús, somos llamados a crecer a la semejanza de su carácter, manteniendo diariamente comunión con él en oración, alimentándonos de su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando sus alabanzas, reuniéndonos juntos para adorar, y participando en la misión de la iglesia. Al darnos en amoroso servicio a aquellos que nos rodean y al dar testimonio de su salvación, Cristo, en virtud de su presencia constante con nosotros por medio del Espíritu, transforma cada uno de nuestros momentos y cada una de nuestras tareas en una experiencia espiritual

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Salmo 1:1, 2; 23:4; 77:11, 12; Colosenses 1:13, 14: 2:6, 14, 15; Lucas 10:17-20; Efesios. 5:19, 20; 6:12-18; 1 Tesalonicenses 5:23; 2 Pedro 2:9; 3:18; 2 Corintios 3:17, 18; Filipenses. 3:7-14; 1; 1 Tesalonicenses 5:16-18; Mateo 20:25-28; Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38, 39; 1 Juan 4:4; Hebreos 10:25.

12. La Iglesia

La iglesia es la comunidad de creyentes quienes confiesan a Cristo Jesús como Señor y Salvador. Así como con el pueblo de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento somos llamados fuera del mundo. Nos reunimos juntos para alabar, para el compañerismo, para la instrucción en la Palabra, para la celebración de la Cena del Señor, para servicio a la humanidad, y para la proclamación mundial del evangelio. La iglesia deriva su autoridad en Cristo quien es el Verbo encarnado, y en las Escrituras que son la Palabra escrita. La iglesia es la familia de Dios adoptada por Él como hijos e hijas, sus miembros viven por acabo del nuevo pacto. La iglesia es la novia por quien Cristo murió con tal de santificarla y limpiarla. En Su regreso triunfante, Él presentara una gloriosa iglesia, cuyos fieles de todas las edades, han sido comprados con Su sangre, no teniendo falla o arruga, sino que santa y sin mancha.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 12:3; Hechos 7:38; Efesios 4:11-15; Efesios 3:8-11; Mateo 28:19,20; Mateo 16:13-20; Mateo 18:18; Efesios 2:19-22; Efesios 1:22,23; Efesios 5:23-27; Colosenses 1:17,18.

13. El Remanente y Su Misión

La iglesia universal es compuesta de todos aquellos quienes verdaderamente creen en Cristo. En los últimos días de apostasía difundida, un remanente ha sido llamado fuera para guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del juicio, proclama la salvación por medio de Cristo, y da voz del pronto advenimiento de Él. Esta proclamación es simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14. Coincide con el juicio investigador en el cielo y resulta en una obra de arrepentimiento y reforma en la tierra. Todo creyente es llamado a tener una parte personal en esta testificación mundial.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Apocalipsis 12:17; Apocalipsis14:6-12; Apocalipsis 18:1-4; 2 Corintios 5:10; Judas 3; Judas 14; 1 Pedro 1:16-19; 2 Pedro 3:10-14; Apocalipsis 21:1-14.

14. Unidad en el Cuerpo de Cristo

La iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, lengua y pueblo. En Cristo somos nuevas criaturas, sin distinciones de raza, cultura, educación, y nacionalidad; sin diferencias entre alto y bajo, rico y pobre, hombre y mujer; no debe haber división entre nosotros. Somos todos iguales en Cristo, quien por su Espíritu nos ha enlazado en compañerismo con Él, y con los hombres. Estamos para servir y ser servidos sin parcialidad o reservaciones. Por medio de las revelación de Cristo Jesús en las Escrituras compartimos la misma fe, igual esperanza y hacemos un alcance en testificar a todos. Esta unidad tiene su fuente en la perfecta unión de los Miembros de la Deidad, que nos han adoptado como Sus hijos.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Romanos 12:4,5; 1 Corintios 12:12-14; Mateo 28:19,20; Salmos 133:1,2; 2 Corintios 5:16,17; Hechos 17:26,27; Gálatas 3:27,29; Colosenses 3:10-15; Efesios 4:14-16; 4:1-6; Juan 17:20-23.

15. El Bautismo

Con el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de Cristo Jesús, y testificamos de nuestra muerte al pecado y de nuestra intención de caminar en una vida nueva. Así reconocemos a Cristo como Señor y Salvador, nos convertimos en Sus criaturas, y somos recibidos como miembros en Su iglesia. El bautismo es símbolo de nuestra unión con Cristo, del perdón de nuestros pecados, y de nuestra recepción del Espíritu Santo. Es por inmersión en agua, contingente sobre una afirmación de fe en Jesús y, en el arrepentimiento de los pecados. Sigue la instrucción en las Santas Escrituras y aceptación en sus enseñanzas.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Romanos 6:1-6; Colosenses 2:12,13; Hechos 16:30-33; Hechos 22:16; Hechos 2:38; Mateo 28:19,20.

16. La Cena del Señor

La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y sangre de Jesús como expresión de fe en Él, nuestro Señor y Salvador. En esta experiencia de comunión, Cristo esta presente para reunirse y fortificar a los suyos. Al tomar parte alegremente proclamamos la muerte del Señor hasta su próxima venida. La preparación para la Santa Cena incluye una introspección, arrepentimiento y confesión. El Maestro ordenó el servicio del rito de humildad para significar renovación y limpieza, para expresar buena voluntad para servir uno al otro en humildad semejante a la de Él, y para unir nuestros corazones en amor. El servicio de comunión es abierta a todo creyente Cristiano.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: 1 Corintios 10:16,17; 1 Corintios 11:23-30; Mateo 26:17-30; Apocalipsis 3:20; Juan 6:48-63; Juan 13:1-17.

17. Dones Espirituales y Ministerios

Dios otorga sobre cada miembro de Su iglesia en cada época dones espirituales con los cuales cada miembro es de utilizarlos en ministerio amoroso para el beneficio de la iglesia y la humanidad. Guiados por la agencia del Espíritu Santo, proporciona a cada miembro la revelación de Su voluntad. Los dones proveen toda habilidad y ministerios necesitados por la iglesia para cumplir su divina misión. De acuerdo a las Escrituras, estos dones incluyen tales ministerios como el de la fe, sanación, profecía, proclamación, enseñanza, administración, reconciliación, compasión, servicio y caridad para el bien de la gente. Unos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la iglesia como pastorales, evangelísticas, apostólicas, y de enseñanza del ministerio, particularmente necesitados para equipar a los miembros al servicio, para levantar a la iglesia a una madurez espiritual, y para fomentar unidad de la fe y conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles mayordomos de la gracia de Dios, la iglesia es protegida de la influencia destructiva de la falsa doctrina y crece en fe y en amor.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Romanos 12:4-8; 1 Corintios 2:9-11 & 27-28; Efesios 4:8 & 11-16; Hechos 6:1-7; 1 Timoteo 2:1-3; 1 Pedro 4:10,11.

18. El Don de la Profecía

Unos de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una marca identificatoria de la iglesia remanente y fue manifestada en el ministro de Elena G. de White. Como la mensajera de Dios, sus escritos son fuente autorizada de verdad, la cual provee para la iglesia comodidad, dirección, instrucción, y corrección. También, deja en claro que la Biblia es el único estandarte por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Joel 2:28,29; Hechos 2:14-21; Hebreos 1:1-3; Apocalipsis 12:17; Apocalipsis 19:10.

19. La Ley de Dios

Los gran principios de la ley de Dios son incorporados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Ellos expresan el amor de Dios, su voluntad, y propósito concerniente a la conducta humana y sus relaciones. Son vigentes para toda persona, en toda época. Estos preceptos son la base del pacto de Dios con su pueblo y es el estandarte de los juicios de Dios. Por medio de la agencia del Espíritu Santo estos señalan el pecado y despiertan el sentido de necesidad de un Salvador. La Salvación es completamente por gracia y no por obras, pero su fruto es la obediencia a los Mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter Cristiano y resulta en el sentido de bien estar. Es una evidencia de nuestro amor por el Señor y nuestra condescendencia por nuestros semejantes. La obediencia por fe demuestra el poder de Cristo para transformar vidas y para fortalecer la testificación Cristiana.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Éxodo 20:1-17; Salmos 40:7,8; Mateo 22:36-40; Deuteronomio 28:1-14; Mateo 5:17-20; Hebreos 8:8-10; Juan 16:7-10; Efesios 2:8-10; 1 Juan 5:3; Romanos 8:3,4; Salmos 19:7-14.

20. El Sábado


El Creador bienhechor, después de los seis días de la Creación, descanso el séptimo día y lo instituyo Sábado para toda persona como memorial de la Creación. El cuarto mandamiento de la incambiable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día Sábado como día de descanso, alabanza, y ministerio en armonía con la enseñanza y observancia de Jesús, el Señor del Sábado. El Sábado es un día de comunión deleitosa con Dios y de uno con los otros. Es símbolo de nuestra redención en Cristo, una señal de nuestra santificación, una prenda de nuestra fidelidad, y un goce anticipador de nuestro eterno futuro en el reino de Dios. El Sábado es la perpetua señal de Dios de su pacto entre Él y su pueblo. Observancia gozosa de este tiempo santo de tarde a tarde, de puesta de sol a puesta de sol, es celebración de los hechos creativos y redentivos de Dios.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; Lucas 4:16; Isaías 56:5,6; Isaías 58:13,14; Mateo 12:1-12; Éxodo 31:13-17; Ezequiel 20:12 & 20:20; Deuteronomio 5:12-15; Hebreos 4:1-11; Levítico 23:32; Marcos 1:32.

21. La Mayordomía

Somos los mayordomos de Dios confiados con tiempo y oportunidades, habilidades y posesiones, y la bendición de la tierra y sus recursos. Somos responsables a Él por su uso apropiado. Reconocemos que Él es dueño por medio de nuestro servicio fiel a Él y a nuestro prójimo, por devolución el diezmo y dando ofrendas para la proclamación de su Evangelio y el sostén y crecimiento de su Iglesia. La mayordomía es un privilegio dado por Dios para nutrirnos en amor y para la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo se regocija en las bendiciones que vienen a otros como el resultado de su fidelidad.

Apoyo se encuentra estos los siguientes pasajes Bíblicos: Génesis 1:26-28; Génesis 2:15; 1 Crónicas 29:14; Hageo 1:3-11; Malaquías 3:8-12; 1 Corintios 9:9-14; Mateo 23:23; Romanos 15:26,27; 2 Corintios 8:1-15.

22. El Comportamiento Cristiano


Somos llamados a ser personas devotas quienes piensan, sienten, y actúan en armonía con los principios celestiales. Para que el Espíritu pueda recrearnos en el carácter de nuestro Señor debemos envolvernos en esas cosas que producirán la pureza, salud, y gozo Cristiano en nuestras vidas. Esto significa que nuestro recreo y entretenimiento debe de cumplir los estandartes mas altos del paladar y la belleza Cristiana. Mientras reconocemos las diferencias culturales nuestra vestimenta ha de ser simple, modesta, y primorosa, conveniente de cuales la verdadera belleza no consiste de un adorno superficial sino en la ornamentación imperecedera de un espíritu manso y quieto. Esto también significa que porque nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo debemos de cuidarlos sabiamente. Junto con ejercicio y descanso adecuado debemos de adoptar la dieta mas saludable posible y abstenerse de comidas inmundas identificadas en las Escrituras. Ya que las bebidas alcohólicas, el tabaco, y el abuso de las drogas y narcóticos son dañinas a nuestros cuerpos debemos abstenernos de ellas; también. debemos ocuparnos en todo lo que traiga a nuestras mentes y cuerpos la disciplina de Cristo, quien desea nuestra gozo y bienestar.

Apoyo se encuentra en los siguientes pasajes Bíblicos: Romanos 12:1,2; 1 Juan2:6; Efesios 5:1-21; Filipenses 4:8; 2 Corintios 10:5; 2 Corintios 6:14-7:1; 1 Pedro 3:1-4; 1 Corintios 6:19,20; 1 Corintios 10:31; Levítico 11:1-47; 3 Juan 2.

23. El Matrimonio y la Familia

El matrimonio fue divinamente establecido en el Edén y afirmado por Jesús a ser una unión de por vida en compañerismo amoroso entre un hombre y una mujer. Para el Cristiano el compromiso de matrimonio es a Dios así como al cónyuge, y debería ser emprendida por parejas quienes comparten la misma fe. Amor mutuo, el honor, el respeto, y la responsabilidad son la fábrica de esta relación la cual ha de reflejar el amor, la santidad, intimidad, y permanencia de la relación entre Cristo y su Iglesia. Sobre el divorcio, Jesús enseño que la persona quien divorcia a su cónyuge sino fuera a causa de la fornicación, que se casare con otra, comete adulterio. Aunque algunas relaciones familiares pueden caer corto de lo ideal, los matrimonios quienes se someten completamente uno al otro en Cristo pueden realizar una unidad amorosa por medio de la dirección del Espíritu y nutrimento de la iglesia. Dios bendice a la familia y intenta que su membresía asista el uno al otro hacia la madurez completa. Los padres deben criar a sus hijos para amar y obedecer al Señor. Por su ejemplo y sus palabras ellos han de enseñarles que Cristo es un disciplinario amoroso, siempre haciendo y cuidando, quien quiere que ellos sean miembros se su Cuerpo, la familia de Dios. La unidad familiar es un distintivo testimonio de este mensaje evangelístico final.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Génesis 2:18-25; Mateo 19:3-9; Juan 2:1-11; 2 Corintios 6:14; Efesios 5:21-33; Mateo 5:31,32; Marcos 10:11,12; Lucas 16:18, 1 Corintios 7:10,11; Éxodo 20:12; Efesios 6:1-4; Deuteronomio 6:5-9; Proverbios 22:6; Malaquías 4:5,6.

24. El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial

Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo el cual el Señor levanto y no el hombre. En él, Cristo intercede por nuestra parte haciendo disponible a todos los creyentes el beneficio de su sacrificio expíador ofrecido para todos en la cruz. Fue instaurado como nuestro Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor al tiempo de su ascensión. En 1844 al final de los 2.300 días proféticos, Él entro a la segunda y última fase de su ministerio expíador. Este es una obra del juicio investigador la cual es parte de la última disposición de todo pecado, tipificado por lavamiento en el antiguo santuario Hebreo en el Día de Expiación. En ese típico servicio el santuario era lavado con la sangre de los animales sacrificados, pero lo celestial es purificado con el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a los seres celestiales quienes de los que duermen con los muertos son de Cristo y así en Él, son juzgados dignos de tener parte en la primera resurrección. También manifiesta quienes de los vivos cumplen con Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Así en Él están preparados para el traslado a su Reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios con salvar aquellos quienes creen en Jesús. Declara que aquellos quienes han permanecido fieles a Dios recibirán el reino celestial. La realización del ministerio de Cristo marcara el cierre del tiempo de gracia para el hombre y señala su Segunda Venida.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Hebreos 8:1-5; Hebreos 4:14-16; Hebreos 9:11-28; Hebreos 10:19-22; Hebreos 1:3; Hebreos 2:16,17; Daniel 7:9-27; Daniel 8:13,14; Daniel 9:24-27; Números 14:34; Ezequiel 4:6; Levítico 16; Apocalipsis 14:6,7; Apocalipsis 20:12; Apocalipsis 14:12; Apocalipsis 22:12.

25. La Segunda Venida de Cristo

La segunda venida de Cristo es la es la esperanza bendita de la iglesia, el colmo del evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible, y mundial. Cuando Él regrese, los muertos justos serán resucitados y juntos con los vivos justos serán glorificados y llevados al cielo, pero los impíos vivos morirán. Las líneas proféticas por poco cumplidas a su final, juntos con la condición hoy día del mundo, indican que la venida de Cristo es inminente. La hora y el tiempo de ese evento no han sido revelados, pero somos exhortados a estar listos a todo tiempo.

Apoyo se encuentra en los siguientes pasajes Bíblicos: Tito 2:13; Hebreos 9:28; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; Mateo 24:14; Apocalipsis 1:7; Mateo 24:43,44; Mateo 26:64; 1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:51-54; 1 Tesalonicenses 1:7-10; 1Tesalonicenses2:8; Apocalipsis 14:14-20; Apocalipsis 19:11-21; Mateo 24; Marcos 13; Lucas 21; 2 Timoteo 3:1-5; 1 Tesalonicenses 5:1-6.

26. La Muerte y la Resurrección

La paga del pecado es muerte. Pero Dios quien solo es inmortal concederá la vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día la muerte es un estado de inconciencia para toda persona. Cuando Cristo, quien es nuestra vida aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados y recibidos a encontrarse con su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los impíos tomara lugar mil años después.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Romanos 6:23, 1 Timoteo 6:15,16; Eclesiastés 9:5,6; Salmos 146:3,4; Juan 11:11-14; Colosenses 3:4; 1 Corintios 15:51-54; 1 Tesalonicenses 4:13-17; Juan 5:28,29; Apocalipsis 20:1-20.

27. El Milenio y el Fin del Pecado

El milenio es el reinado de mil años de Cristo con sus santos en el cielo entre la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo los impíos muertos serán juzgados. La tierra será sumamente desolada, sin habitantes humanos vivos, pero ocupado por Satanás y sus ángeles. Al cierre, Cristo y sus santos y la Santa Ciudad, descenderá del cielo a la tierra. Los impíos muertos serán resucitados y Satanás y sus ángeles circundarán la ciudad pero el fuego de Dios los consumirá y limpiara la tierra. El universo así será librado del pecado y los impíos para siempre.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Apocalipsis 20; 1 Corintios 6:2,3; Jeremías 4:23-26; Apocalipsis 21:1-5; Malaquías 4:1; Ezequiel 28:18,19.

28. La Tierra Nueva

En la tierra nueva en la cual los justos vivirán, Dios proveerá un hogar eterno para los redimidos y un perfecto ambiente para vida, amor, gozo, e instrucción eterna en su Presencia. Es aquí donde Dios mismo morara con su pueblo y el dolor y la muerte dejarán de ser. El gran conflicto habrá terminado y el pecado no será mas. Todas las cosas vivientes e inanimadas declararán que Dios es amor y Él reinará para siempre. Amén.

Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: 2 Pedro 3:13; Isaías 35; Isaías 65:17-25; Mateo 5:5; Apocalipsis 21:1-7; Apocalipsis 22:1-5; Apocalipsis 11:15.


Nota: originalmente publicado el 28 de setiembre de 2007.

+ Leer más...

jueves, 12 de noviembre de 2009

¿A quién le interesa la ıglesıa? Por Chantal J. Klingbeil

Por qué los ocupados modernos (y posmodernos) aún necesitan de la iglesia
De niña, la iglesia era para mí un lindo lugar, acaso a veces un tanto aburrido, pero en esencia bueno. Cierto día, la maestra de Escuela Sabática que tanto admiraba se fue a vivir con otro hombre, después de habernos dicho tantas cosas buenas del matrimonio. Con los años me volví escéptica. La iglesia no era lo que debía ser, y estaba llena de hipócritas. Pero, ¿a qué me refiero por “iglesia”? La Iglesia Adventista está compuesta por millones de individuos. Personas aburridas, activas, amantes, egoístas, sinceras, hipócritas, altruistas, hirientes, confundidas, sabias, agobiadas, frágiles, insensibles, perezosas, trabajadoras, diplomáticas, ilusionadas, abusadas, críticas y humildes. Son personas tan humanas como usted y yo. Nosotros somos la iglesia.

Un milagro divino a lo largo de la historia

¿Qué mantiene unidos a millones de individuos de diferentes colores, expectativas, idiomas, ideas y culturas? ¡No es otra cosa que un milagro! Un milagro que tiene nombre: Jesús. La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesa a Jesucristo como Señor y Salvador.

Dios se ha especializado en lo imposible (Mat. 19:26). Nuestras raíces espirituales pueden ser rastreadas hasta una promesa imposible dada a un anciano sin hijos (Gén. 12:1-3). Dios hizo posible lo imposible y Abrahán tuvo numerosos descendientes. En otro momento liberó de la esclavitud a una multitud muy diversa. La “congregación en el desierto” (Hech. 7:38) vio abrirse el Mar Rojo; recibió el desayuno en la puerta de sus tiendas y agua de la roca. No eran personas perfectas: entre ellos había quejosos, idólatras, ladrones, glotones y críticos. Pero Dios se dedicó a purificarlos y limpiarlos individual y colectivamente. Estaba llamando a su iglesia a que experimentara la salvación en forma personal y que se extendiese esa invitación a otros (Isa. 56:7). Algunos respondieron en forma positiva. Otros se dedicaron a replicar a Dios. Pero Dios tuvo la última palabra en la persona de Jesús (Juan 1:1-3).

En Jesús, Dios comenzó otra tarea imposible. Comenzó a preparar a un grupo de discípulos pendencieros. Como resultado, doce hombres transformaron por completo el mundo conocido. Satanás trató de erradicar la naciente iglesia mediante la persecución. Dios hizo lo imposible y la iglesia se hizo mundial. Entonces Satanás trató de asfixiar la vitalidad de la iglesia introduciendo doctrinas humanas. El fuego arrasador de la Reforma hizo volver a la iglesia a su verdadera Cabeza. Pronto resurgió la suficiencia. Y una vez más Dios hizo lo imposible. Llamó a un pequeño grupo de jóvenes casi todos menores de treinta años. Los ayudó a redescubrir verdades especiales y les dio dones y una gran tarea. Es ahí donde aparecemos usted, yo, y millones de otros adventistas. Somos parte del milagro que Dios llevó a cabo por medio de nuestros pioneros.

Primera metáfora: El cuerpo

Dios siempre ha tenido ideales para su iglesia. La Biblia los presenta en lenguaje metafórico. He aquí cuatro de mis metáforas favoritas, para estimular al menos nuestro apetito espiritual. La metáfora de la iglesia como un cuerpo es un tanto obvia (1 Cor. 12:12-27). Me resulta particularmente pertinente, dado que todos sabemos lo que es aplastarse el dedo en una puerta y sentir que el estómago se nos hace un nudo por el intenso dolor. Como parte del cuerpo de Cristo, estoy conectada con usted. Su dolor y su pérdida también es, directa o indirectamente, mi dolor y mi pérdida. Necesitamos mantenernos juntos, porque sin usted, no puedo llegar a ninguna parte.

Segunda metáfora: El edificio

Antes creía que las iglesias son edificios más bien estáticos e inmóviles que acaso remodelamos cada diez años. Pablo, sin embargo, habla de la iglesia como un templo hecho de piedras vivas (1 Cor. 3:9-17). En algunas partes del mundo he tenido una vislumbre de lo que es un templo “viviente”. En esos lugares, la feligresía supera por lejos los edificios y los recursos. Puede que al visitar una de esas iglesias veamos a cuarenta miembros reunidos sobre un piso de tierra, sentados sobre tablones y rodeados de paredes y techos de cañas. En menos de seis meses, se cavan los cimientos y la feligresía llega a sesenta. Tres meses después, levantan dos paredes y se coloca el piso de cemento; ya cuentan con setenta miembros. Seis meses más, y se coloca el bautisterio y se levantan las otras dos paredes ya con cien miembros. Un año después terminan el techo y agregan bancos; ya son ciento cincuenta. Pero las terminaciones tendrán que esperar, porque la iglesia ya ha dado inicio a un nuevo grupo que se reúne en un lugar con piso de tierra y paredes de caña, y se necesitan fondos extras para ayudar a este grupo. Creo que Pablo se refiere a estos templos en movimiento, donde cada pared sostiene a la otra. Usted y yo, como piedras vivas de esta iglesia, podemos llegar a ser un edificio dinámico para Cristo.

Tercera metáfora: La novia

Tengo que hacer una confesión: me encantan las bodas. ¡Es tan atractivo ver hermosos arreglos florales, y también lo es ver a la novia (2 Cor. 11:2); aunque no sean bonitas, todas las jóvenes parecen bellas, vestidas de blanco y rebosantes de felicidad. A los ojos de Dios esta iglesia, a pesar de todas sus faltas, no carece de hermosura. Usted y yo llegamos a ser radiantes y hermosos cuando nos enamoramos de Jesús y nos dejamos envolver por la pureza de lo que él hizo por nosotros.

Cuarta metáfora: La familia

No creo que pueda catalogar a la familia como metáfora. Para mí la iglesia no es como una familia; es mi familia. He pasado los últimos veinte años lejos de mis padres y familiares, pero siempre he tenido una familia. Gente que me motivó. Gente que se entusiasmó al escuchar las primeras palabras de mis hijitas. Gente que lloró con nosotros cuando perdimos nuestro primer bebé. No fueron multitudes, sino unos pocos: mi familia.

Hace unos años mis padres tuvieron una breve parada en Roma y, como era sábado, decidieron ir a la iglesia. Una mujer que hablaba inglés se acercó y les tradujo el sermón, y entonces insistió en que fueran a su casa a almorzar. Por la tarde les mostró la ciudad. Pero allí no terminó su hospitalidad. La mujer y su esposo dejaron su dormitorio para que mis padres pudieran descansar. Ya en el aeropuerto, mi madre, abrumada por tanta bondad, trató de darle las gracias. La mujer dijo con una sonrisa: “Es lo menos que uno puede hacer por la familia”. ¿Familia? Sí, aunque seamos totalmente extraños, somos familia (Efe. 3:15).

Al pensar en la inmensa misión que enfrenta esta iglesia para llevar el evangelio del reino a todo el mundo, podría sentirme abrumada. Al mirar la iglesia, veo que a menudo marchamos en direcciones diferentes. Podría sentirme desilusionada. Al mirar mi propia vida, veo promesas quebrantadas y extrañas contradicciones. Podría sentirme desesperanzada. Pero Jesús ha prometido presentar a una iglesia gloriosa, “sin mancha ni arruga ni cosa semejante”, sino por el contrario “santa y sin mancha” (Efe. 5:27). Quiero seguir siendo parte de la iglesia de Dios. Quiero ser parte de ese milagro divino.


Fuente: Adventist World
Autor: Chantal J. Klingbeil es la maestra de 
sus hijas, ama de casa y escritora. Vive en 
Silver Spring, Maryland, U.S.A.

+ Leer más...

viernes, 23 de octubre de 2009

Por qué no bebo alcohol. Por Tom Shepherd

De tanto en tanto leemos en la prensa que un vaso de vino por día ayuda a prevenir las enfermedades cardíacas. Para muchos esto confirma la creencia que la Biblia aprueba el uso moderado del alcohol, y se preguntan por qué los adventistas se oponen tan decididamente a él. Mi propósito es explicar el por qué, desde una perspectiva bíblica y de la salud.

El vino y la cerveza en el Antiguo Testamento

En la Biblia se utilizan varios términos hebreos y griegos para referirse al vino y la cerveza. Se hacen declaraciones tanto positivas como negativas de estas bebidas. La mayoría de las referencias al vino en el Génesis se relacionan con eventos negativos: Noé se embriaga en Génesis 9, las dos hijas de Lot practican el incesto con su padre después de hacerle beber vino (Gén. 19), y Jacob engaña a Isaac con alimento y vino (Gén. 27). Sin embargo, también podemos encontrar referencias positivas, como en Números 18:12: “De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán a 
Jehová, para ti las he dado”. Por lo general, los comentarios positivos respecto del vino aparecen como una referencia a la abundancia de los alimentos típicos de Palestina: el aceite de oliva, los 
granos y el vino (Deut. 7:13; Jer. 31:12).

Aun así, persisten los comentarios negativos: “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora; ninguno que por su causa yerre es sabio” (Prov. 20:1). Proverbios 23:29-35 brinda una descripción asombrosa de los males del alcoholismo.

Jesús y el vino

Algunos dicen que esto es simplemente una censura al abuso del alcohol. ¿No fabricó Jesús abundante vino en las bodas de Caná (Juan 2)? En efecto, fabricó unos seiscientos litros de vino (en griego, oinos) para las festividades. Sin embargo, al igual que muchas de las declaraciones positivas sobre el vino en el Antiguo Testamento, la referencia a oinos en este contexto es parte de la descripción de un evento donde la abundancia de alimento y bebida enfatiza una ocasión festiva. Además, notemos que las palabras del encargado del banquete se asemejan a un proverbio: “Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior”.1 Entonces dice enfáticamente: “Tú has reservado el buen vino hasta ahora”.

Este “dicho proverbial” es visto por muchos como un comentario perspicaz sobre los efectos del alcohol. Cuando comenzaron a beber, los presentes podían percibir la calidad del vino. Pero después de embriagarse, todo parece lo mismo; ¿por qué derrochar buen vino en ebrios?2

Sin embargo, esta concepción pasa por alto un elemento clave del pasaje e interpreta erróneamente el significado del alimento y la bebida en un contexto de fiesta. Debemos notar que el encargado de la fiesta aún podía diferenciar entre el vino bueno y el de inferior calidad. Es obvio que no estaba ebrio aunque también es obvio que había estado bebiendo el que se había servido antes, porque notó la diferencia. El significado del alimento y la bebida en un contexto de fiesta significaba que la abundancia era parte del regocijo. Íntimamente ligado a ello se halla el profundo énfasis en la hospitalidad. Con semejante conjunto de normas sociales, el “buen vino” era usado para agasajar a los invitados al comienzo de la fiesta.

Asimismo, en la literatura griega hay instancias donde oinos es una bebida sin alcohol, por lo que es razonable creer que, en este contexto, esa es exactamente la clase de bebida que fabricó Jesús.3

¿Es la abstinencia un imperativo moral?

Algunos podrían reconocer que, dadas estas explicaciones, es posible apoyar desde la lógica el valor de una vida cristiana abstemia. Pero, ¿es un imperativo moral? Diversas evidencias se combinan para indicar que así es. En primer lugar, las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud muestran el alto costo que produce el alcohol.4 Es responsable de aproximadamente 1,8 millones de muertes por año (3,2 por ciento del total) y de 58,3 millones de años de vida de incapacidad (4 por ciento del total). Es responsable del veinte al treinta por ciento de las muertes por cáncer de esófago y de hígado, de cirrosis hepática, homicidios, epilepsias y accidentes de automóvil. Su consumo se está incrementando en los países en desarrollo, que carecen de infraestructura para la prevención y el tratamiento de los problemas asociados con sus efectos. Aunque más no sea por el interés cristiano en nuestros prójimos, tenemos la responsabilidad moral de predicar y enseñar la abstinencia total del alcohol.

Listos para el regreso de Cristo

Pero existe una razón más apremiante para defender la total abstinencia: ¡El pronto regreso de Cristo! El Nuevo Testamento está lleno de advertencias que nos llaman a estar alertas y sobrios ante el pronto regreso del Señor (Luc. 21:34-36; 1 Ped. 1:13). A este concepto lo denomino temperancia escatológica. El alcohol, por su parte, adormece la mente. Su consumo va en contra de la instrucción de Jesús de estar alerta en todo momento.

La gente a menudo se pregunta si este o aquel mandato bíblico aún se aplica a nosotros hoy. A menudo, se pregunta esto para implicar que el mandato ya no se aplica. Es raro que la gente considere que algunos mandatos puedan aplicarse con menor ahínco hoy que en el pasado. Creo que es lo que sucede con la abstinencia de alcohol. En el mundo antiguo del Mediterráneo, había bebidas alcohólicas pero la mayoría de las personas no la podía consumir en abundancia. Además, su graduación alcohólica no superaba del diez al quince por ciento en el caso del vino (solo cuatro a seis por ciento en la cerveza), y el uso acostumbrado era diluir el vino en una a tres partes de agua.5 La situación es muy diferente en el mundo actual, donde el alcohol es más fácil de conseguir y con concentraciones mucho más elevadas en las bebidas destiladas (generalmente del cuarenta al sesenta por ciento de graduación alcohólica). Las estadísticas de la OMS nos revelan los tristes resultados del alcohol y de qué manera su negra sombra se está esparciendo en todo el planeta.

Soy un adventista que aguarda el pronto regreso de Jesús. A la luz de este gran evento, creo que tengo que mantener mi mente y mi cuerpo alertas para la acción en todo momento. Creo que tengo la responsabilidad de ayudar a mi prójimo a prepararse para el regreso del Señor, y que un estilo de vida saludable es consecuente con las Escrituras y de incumbencia para el cristiano. Es por eso que no bebo alcohol.


Fuente: Adventist World
Autor: Tom Shepherd, es 
profesor de Interpretación de Nuevo Testamento 
en el Seminario Teológico Adventista de la Universidad Andrews.
Referencias: 1 Traducción propia. 2 El verbo griego es metusko, que puede significar ya sea “emborracharse” o “beber a voluntad”. 3 Véase Aristóteles, Meteorologica 384.a.4-5 y 388.b.9-13 por el uso genérico del término oinos. 4 Estadísticas del sitio web de la Organización Mundial de la Salud,
 www.who.int/substance_abuse/facts/alcohol/en/index.html 5 El “vino puro” de Apocalipsis 14:10 sería el vino sin agregado de agua. En la advertencia dramática de Apocalipsis 14 se derrama la ira divina, pura y sin misericordia. Por referencias a la dilución del vino véase David E. Aune, Revelation 6-16, Word Biblical Commentary, vol. 52b (Nashville: Thomas Nelson, 1998), p. 833.

+ Leer más...

viernes, 2 de octubre de 2009

El sábado: preguntas y respuestas. Por Doug Batchelor


El sábado: preguntas y respuestas. 1/2
...El benéfico Creador descansó el séptimo día después de los seis días de la creación, e instituyó el sábado para todos los hombres como un monumento de su obra creadora. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día como día de reposo, adoración y ministerio, en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado... + en ADVENTISMO / ojo adventista, haciendo clic aquí.


+ Leer más...

lunes, 21 de septiembre de 2009

“¡Compórtate!” Reflexiones acerca de los reglamentos y las restricciones. Por Ray Roennfeldt

“¡Compórtate!”

Cuántos recuerdos me trae esa palabra. A veces era el último consejo antes de salir de casa al campamento de verano. Parecía implicar que la reputación de la familia corría peligro sobre los hombros de nosotros, los jovencitos, durante esa breve excursión en busca de la independencia. Otras veces, el “¡compórtate!” representaba una severa advertencia dada en un momento de comportamiento inapropiado.

¿Conducta cristiana?

¿Es de esperar que los cristianos también tengan un estándar de conducta? ¿Es de esperar que guarden la ley? ¿No es el énfasis en la conducta y las normas otra cosa que legalismo? Este tema siempre ha producido controversias en los creyentes.

Las críticas de Jesús a los fariseos parecen complicar el panorama. Los fariseos estaban obsesionados con la conducta. Tenían reglas para todo: las condiciones que permitían poner fin a un matrimonio; los requerimientos necesarios para el lavado de las manos antes de comer; la necesidad de diezmar aun las hierbas del jardín; y las actividades que se podían hacer en sábado. En Mateo 23, Jesús pronuncia siete “ayes” contra los fariseos, debido a su hipocresía. Los acusa de, entre otras cosas, cerrar el reino de los cielos delante de los hombres (versículo 13); convertir a sus prosélitos en hijos del “infierno” (versículo 15); utilizar artilugios para evadir las promesas (versículo 18); ser sumamente escrupulosos en el diezmo pero ignorar la justicia, la misericordia y la fe (versículo 23).

Este ataque frontal debe haber sorprendido a los fariseos y sus seguidores, pero Jesús dejó muy en claro lo que pensaba al decir: “Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mat. 5:20).*

La actitud de Cristo hacia los fariseos (junto con las declaraciones “Oísteis que fue dicho . . . pero yo os digo . . .” de Mateo 5) ha sido utilizada por algunos como pruebas de que él abolió la ley. Sin embargo, una conclusión tal es injustificada si consideramos que también expresó con claridad: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat. 5:17).

Asimismo, al menos a primera vista, Pablo también parece oponerse a las “obras”, al afirmar que “el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Rom. 3:28; véase también 3:20, 21; 8:3; y Gál. 2:16).

De manera que si la salvación no es por las obras, como lo enseñan claramente Cristo y también Pablo ¿por qué ese énfasis constante en la conducta, al menos entre los adventistas?

La base de la conducta cristiana

En primer lugar, debe observarse que la salvación se basa en un don divino, no en el desempeño humano. Al escribir a los creyentes de Éfeso, Pablo es enfático respecto de este punto: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efe. 2:8, 9). Y probablemente sea aquí donde el cristianismo tiene una mayor diferencia con las otras grandes religiones. Se ofrece la salvación como un presente ¡así de simple! Nada que hagamos, dejemos de hacer o lleguemos a ser, puede ganar el favor de Dios. En su lugar, por medio de Cristo, Dios garantiza que nos tratará con favor (gracia) y nos dará gratuitamente la vida eterna. Todo lo que tenemos que “hacer” es aceptar o creer (Juan 3:16).

En segundo lugar, debería reconocerse que la entrega de un presente o regalo a menudo produce una respuesta. Inmediatamente después de afirmar en Efesios 2 que la salvación es por gracia, Pablo dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:10). Jesús utilizó la metáfora de la vid y los pámpanos para expresar lo mismo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).

¿Qué clase de frutos espera Jesús de la vida cristiana? En Juan 15 se expresa en términos de amor y cuidado por los demás (versículos 9-17; cf. Gál. 5:22, 23). Así emerge claramente que el don de la vida de Cristo tendrá un impacto en cada rincón y escondrijo de nuestra vida. Por ejemplo, al discutir la inmoralidad sexual, Pablo sostiene que hemos sido “comprados por precio; glorificad, pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Cor. 6:20; cf. 1 Tes. 5:23).

¿Demasiada intromisión?

Bien se podría decir: “Pero es demasiada intromisión. ¿Por qué el cristianismo debe influir en cada aspecto de nuestras vidas?” Lo que pasa es que las relaciones humanas también funcionan de esa manera ¿no le parece? Mi matrimonio ha afectado cada aspecto de mi vida. He aquí una breve lista: con cuánto cuidado dejo mi ropa; adónde voy para recrearme; a qué hora como; qué como; cuán a menudo uso el teléfono; qué clase de amigos tengo y cómo conduzco el automóvil. Éstos son sólo algunos ejemplos y aunque algunos son de gran importancia, no he notado que me sienta restringido ¡excepto tal vez, cuando quiero “colgar” los pantalones en el piso hasta el día siguiente! Es natural que yo quiera “comportarme” porque soy parte de una relación.

Entonces ¿cómo se comportarán los cristianos? Las siguientes sugerencias no son exhaustivas, porque la Escritura misma no es tan explícita en este punto, sino que ofrece principios de conducta que deben ser aplicados en las situaciones y culturas en las que nos hallamos.

No es sorprendente que los cristianos se comporten como buenos ciudadanos pagando los impuestos y respetando las leyes de su país (Mat. 22:21). La excepción se da cuando los requerimientos legales de la nación van contra nuestra responsabilidad primordial para con Dios (Hech. 5:29). Los cristianos también se comportan de manera distintiva con los demás. Se preocupan y hasta perdonan a sus enemigos (Mat. 5:44-48). Pablo indicó que las barreras comunes de estatus, raza y género no tenían por qué dividir a los primeros cristianos (Gál. 3:28); acaso los de ahora necesiten el mismo recordatorio.

Los seguidores de Cristo deberían ser obedientes a la ley de Dios. De hecho, la obediencia será el resultado natural de una relación de pacto con él. El factor de relación cambia toda nuestra perspectiva hacia la ley. En lugar de pensar en las prohibiciones, recordamos que el Señor dijo: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto [o de donde fuere], de casa de servidumbre [o de donde fuere]” y por lo tanto “no tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exo.20:2, 3).

Mucho más podría decirse, pero en realidad los cristianos debemos ser cuidadosos en cada área de nuestras vidas para representar con propiedad al Salvador (véase 1 Cor. 10:31). Eso significa tener cuidado en lo que comemos, decimos, vestimos, miramos, bebemos… es decir ¡en todo! Sin embargo, ese cuidado no es obsesivo, demandando absolutamente la misma clase de conducta de cada uno de los cristianos. Dios nos llama a vivir para él en forma personal y en el contexto de la familia de la iglesia. La fortaleza de una familia está dada por la forma en que enfrenta las diferencias entre sus miembros —diferencias de madurez, temperamento, género, etc.— y en la actitud que toma cuando uno de sus miembros no se “comporta” como la familia esperaba que lo hiciera.


Fuente: AdventistWorld.com
Autor: Ray Roennfeldt, Decano de la Facultad de Teología del Colegio Adventista Superior Avondale, en Cooranbong, Australiay Director electo de dicha universidad.
Referencias: *Véase “Shabbath”, en Herbert Danby, editor, The Mishnah: Translated From the Hebrew With Introduction and Brief Explanatory Notes (Oxford: Oxford University Press, 1933), pp. 100-121.

+ Leer más...

sábado, 5 de septiembre de 2009

Directorio mundial de Divisiones y Uniones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Asociacion General (GC) de la IGLESIA ADVENTISTA del 7' DÍA.

Seventh-day Adventists Official Website
General Conference of Seventh-day Adventists
12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904, USA 301-680-6000

Divisiones Mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

División Sudamericana
División Interamericana
División Norteamericana
División Asia-Pacífico Sur
División Africa Oriental
División Euroafricana
División Euroasiática
División Asia-Pacífico Norte
División Pacífico Sur
División Sudasiática
División Transeuropea
División Sudafricana
División Africa y del Océano Índico

Uniones por División

División Sudamericana.

Union Austral
Unión Boliviana
Unión Central Brasileña
Unión Centro-Oeste Brasileña
Unión Chilena
Unión Ecuatoriana
Unión Peruana del Norte
Unión Peruana del Sur
Unión Este Brasileña
Unión Noreste Brasileña
Unión Norte Brasileña
Unión Sur Brasileña

División Interamericana.

Unión Caribeña
Unión Centro Americana
Unión Colombiana
Unión Cubana
Unión Dominicana
Unión Antillana Francesa
Unión Haitiana
Unión Mexicana Interoceánica
Unión Mexicana del Norte
Unión Mexicana del Sur
Unión Puerto Riqueña
Unión Antillana Venezolana
West Indies Union

División Norteamericana.

Atlantic Union Conference
Canadian Union
Columbia Union Conference
Lake Union Conference
Mid-America Union Conference
North Pacific Union Conference
Pacific Union Conference
Southern Union Conference
Southwestern Union Conference

División Euroafricana.

Unión Austriaca
Unión Búlgara
Unión de Czeco-Slovakia
Unión Franco-Belga
Unión Italiana
Unión Norte Alemana
Unión Portuguesa
Unión Rumana
Unión Sur de Alemania
Unión Española
Unión Suiza
Unión Trans-Mediterranea

División Euroasiática.

Unión Oeste de Rusia
Unión Ukraniana
Unión de Moldovia
Unión Sur
Unión Misión Este de Rusia
Unión Misión del Cáucaso
Asociación de Belarus
Asociación Campo Este

División Africa Oriental.

Unión de Ghana
Unión Noroeste de Nigeria
Unión Misión África Central
Unión Misión del Este de Nigeria
Unión Misión de Sahel
Unión Misión Oeste Africana

División Asia Pacífico-Norte.

Unión Misión China
Unión Japonesa
Unión Koreana
Mongolia Mision Field

División Asia Pacífico-Sur.

Unión Misión de Bangladesh
Unión Este Indonesia
Unión Oeste Indonesia
Unión Norte Filipinas
Unión Central Filipinas
Unión Sur Filipinas
Unión Misión de Myanmar
Unión Misión Sureste
Misión de Guam-Micronesia
Misión de Sri Lanka

División Pacifico Sur.

Unión Australiana
Unión Pacifico-Nova Zelândia
Unión Missão Papúa Nova Guine
Unión Missão Trans-Pacífico

División Sur-Asiática.

Unión India Leste-Central
Unión Nor-Este da Índia
Unión Norte da Índia


Para entender la estructura adninistrativa, recomendamos leer "Estructura mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día"

Acceda al directorio Oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en ingles, Adventist Organizational Directory

+ Leer más...

Estructura mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

La Iglesia Adventista del Séptimo Día está organizada con una estructura jerárquica bien definida, que concede poderes y responsabilidades a representantes y oficiales. Cuatro niveles definen la estructura de la Iglesia, desde el creyente individual hasta la organización mundial:

1. La Iglesia local está compuesta de creyentes individuales.
2. La Asociación o Misión, está compuesta de varias Iglesias en un territorio definido que puede abarcar todo un Estado todo o partes de el.
3. La Unión se compone de Asociaciones y/o Misiones dentro de un territorio mayor (frecuentemente un agrupamiento de estados o un país entero).
4. La División se compone de Uniones, con responsabilidad administrativa para áreas geográficas particulares, que abarcan normalmente continentes enteros o grande parte de ellos.
5. La Asociación General, la unidad mas extensa de la organización, está compuesta de todas las Uniones en todas las partes del mundo.

Cada nivel refleja un proceso democrático de formación y elección. Iglesias locales eligen sus proprios oficiales. Estas mismas Iglesias eligen delegaciones para las elecciones en las Asociaciones o Misiones, que ocurren a cada cuatro años. Un proceso semejante ocurre en las sesiones de las Uniones, Divisiones e de la Asociación General.

Dentro de estos cinco niveles la Iglesia opera varias Instituciones. En todo el mundo, los adventistas sirven a las comunidades con los servicios mas diversificados posibles procurando siempre mejorar la calidad de vida de las personas. Educación, Salud, y otras áreas afines son prioridad.


Asociacion General (GC) de la IGLESIA ADVENTISTA del 7' DÍA.

Seventh-day Adventists Official Website
General Conference of Seventh-day Adventists
12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904, USA 301-680-6000


Divisiones Mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

División Sudamericana
División Interamericana
División Norteamericana
División Asia-Pacífico Sur
División Africa Oriental
División Euroafricana
División Euroasiática
División Asia-Pacífico Norte
División Pacífico Sur
División Sudasiática
División Transeuropea
División Sudafricana
División Africa y del Océano Índico


Directorio mundial de Divisiones y Uniones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

+ Leer más...

miércoles, 26 de agosto de 2009

El rescate final: palabras de esperanza para los momentos 
más oscuros. Por Mark A. Finley

Conocí a Bill hace diecisiete años, en 1991. Desde 
entonces, muchas veces hablamos de sus temas favoritos: la visión, el optimismo, la superación, la fe en Dios y la posibilidad de hacer una diferencia en este mundo. Los que conocíamos bien a Bill sabíamos que era un apasionado por la vida y por mejorar la de los demás, gracias a la suya.

En sus últimos meses de vida hablamos casi todas las semanas. En uno de nuestros diálogos, percibí que su enfermedad era terminal y que probablemente no viviría mucho tiempo más. La última conversación quedó grabada en mi mente para siempre. Hablamos del hecho que, en último término, Jesús triunfaría sobre los poderes del infierno y que la muerte finalmente sería derrotada.

Me gustaría mencionar aquí algunos de los pensamientos que compartí ese día con Bill, además de algunas reflexiones adicionales.

La muerte no es un misterio sin solución. No es un hoyo oscuro en la tierra. No es una larga noche sin mañana. Dos mil años atrás, Cristo enfrentó directamente a la Muerte en Persona y la venció.

En el curso de su ministerio, Jesús confrontó la muerte varias veces. Estas historias antiguas siguen teniendo gran valor aún en este siglo XXI y llegará el día en que destruirá a la muerte definitivamente. Ahora, más que nunca, esta verdad sigue siendo nueva, novedosa y no deja de transmitir esperanza y consuelo a las generaciones.

La muerte de Lázaro

Lázaro, el amigo de Jesús, desarrolló una repentina enfermedad y falleció poco después. En este relato se halla el versículo más breve de la Biblia: “Jesús lloró” (Juan 11:35). ¿Por qué lloró Jesús? Una lección que extraemos es que se identificó con el dolor que sentían María y Marta, hermanas de Lázaro. Sus lágrimas revelan a un Salvador que comprende nuestro llanto.

Jesús se identifica con nuestro dolor. Entiende nuestras aflicciones. Experimenta nuestra angustia. Sufre con nuestros sufrimientos. Es nuestro compañero en las tribulaciones. Cuando nuestro corazón está quebrantado, el suyo también se quebranta. Cuando sufrimos, él también sufre. Cuando María y Marta lloraron, Jesús también lloró.

¡Él comparte nuestras lágrimas!

Jesús no solo lloró, sino que también tuvo el poder divino de solucionar la muerte de Lázaro. Jesús le dijo a María: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40). Esas palabras llegan hasta nuestros días: Cree, y verás la gloria de Dios.

Seguramente no vi a Bill por última vez. En una tumba pagana de las catacumbas romanas, están grabadas las siguientes palabras: “Adiós mi amor, para siempre”. Por el contrario, las tumbas cristianas expresan palabras de esperanza. Nosotros podemos decir: “Adiós, hasta la mañana”.

Si creemos, nosotros también veremos la gloria de 
Dios. No hemos visto a nuestros seres amados por última vez. Una de las frases más poderosas de toda la Biblia es cuando Jesús exclamó a gran voz: “¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43).

La muerte huye ante las palabras de Cristo; la tumba entrega sus muertos, Satanás tiembla, Lázaro se levanta a la vida, y la muerte es derrotada.

De esto podemos estar seguros: Jesús jamás ha perdido una batalla con la muerte. Tampoco perderá la batalla con la muerte de Bill. La resurrección de Lázaro es un anticipo de la resurrección de todos los creyentes, cuando el Señor venga.

El testimonio de Jesús

La resurrección de Cristo nos revela a un Salvador que tiene poder sobre la muerte, aun sobre la suya y que dice: “Yo soy... el que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y el Hades [infierno]” (Apoc. 1:17, 18). No tenemos que temer a la muerte porque Jesús tiene las llaves del sepulcro.

Acompáñenme al lugar llamado Calvario y a una colina llamada Gólgota, un viernes de tarde, dos mil años atrás. Fue un viernes muy oscuro. El sol retrajo su luz. Los truenos resonaron. Los relámpagos iluminaron el cielo. Ese oscuro viernes, Pedro negó al Salvador. Judas lo traicionó. Los judíos lo dejaron de lado. Los discípulos lo abandonaron y los romanos lo crucificaron.

Bajaron su cuerpo quebrantado y sangriento de la cruz. Y los discípulos perdieron todas las esperanzas.

Pero ese oscuro viernes fue seguido de una brillante mañana dominical. Jesús resucitó de los muertos. La muerte ha sido vencida. El enemigo, conquistado. Y el sepulcro ya no puede esconder a su víctima.

Y como Jesús vive, nuestros amados también vivirán otra vez.

Jesús vence a la muerte para siempre

La victoria de Jesús muestra a un conquistador que tiene poder duradero y definitivo sobre la muerte.

El apóstol Pablo habla de nuestra esperanza final en estas palabras: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. 
Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. 
Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes 
para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con el Señor” (1 Tes. 4:16, 17).

Jesús volverá. El último enemigo será derrotado. La 
muerte desaparecerá para siempre. “Sorbida es la muerte 
en victoria. ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, 
sepulcro, tu victoria?... Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” 
(1 Cor. 15:54, 57).

En mi último diálogo con Bill, hablamos de la eternidad. Hablamos del cielo. Hablamos de lo que significa “para siempre”. Mis últimas palabras como pastor y amigo fueron: “Bill, no estás solo. Cristo está contigo y, muy pronto amigo mío, 
lo verás cara a cara”.

Los momentos finales de Bill

Mientras Bill enfrentaba los últimos momentos de su vida, su esposa Bonnie y sus hijos rodearon su lecho. Bonnie pidió que pusieran un CD de himnos cantados por Wintley Phipps. Quería que el mensaje de un antiguo himno familiar estuviera en la mente de Bill mientras se debatía entre la vida y la muerte. Pronto las palabras familiares de la canción llenaron la habitación: “Cuando camines por la tormenta, levanta tu rostro y no temas las tinieblas”.

El mensaje de la canción es que, no importa lo que tengamos que enfrentar, jamás caminamos solos.

En la vida y en la muerte, en Jesús, por medio de Jesús y gracias a Jesús jamás caminamos solos. Un día lo veremos venir. Nuestra esperanza descansa en la certeza de que Jesús, que se levantó de los muertos y conquistó el sepulcro, viene otra vez a llevarnos al hogar.


Fuente: Adventist World
Autor: Mark Finley es el orador/director emérito de la popular transmisión "Escrito está", y en el presente supervisa los esfuerzos de evangelismo global de la Iglesia Adventista mundial como

+ Leer más...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Creed en sus profetas. Por Arthur G. Daniells

Los adventistas del séptimo día extraen sus creencias de las enseñanzas de la Palabra de Dios, basando así conscientemente sus doctrinas y prácticas en un claro “así dice el Señor”. Desde los primeros días del movimiento esto significó adoptar la doctrina bíblica del don de profecía, ya que esta verdad es enseñada en la Biblia.
Uno de los líderes adventistas más capaces de los primeros tiempos fue Arthur G. Daniells, presidente de la Asociación General durante un extenso período (1901-1922) y amigo y colega de Elena White durante la segunda mitad de su larga vida (1827-1915). En 1935, después de su retiro, Daniells escribió El permanente don de profecía, con el propósito de afirmar el don profético del que había sido testigo durante tantos años de ministerio. Esta selección pertenece al último capítulo de la obra. —Los editores

El bienestar de la iglesia en conjunto y de sus miembros en particular está inseparablemente vinculado con su actitud de fe y consideración a los profetas de Dios. Éstos, como sabemos, son los mensajeros escogidos por él, los portavoces que ha designado para su iglesia en la tierra. Como hemos demostrado también con claridad, este plan de comunicación ha constituido la forma uniforme y benéfica escogida por Dios para revelar su voluntad a la raza humana desde la separación ocasionada por el pecado. Por este medio se aconseja, instruye, advierte, suplica y amonesta, según lo indiquen la necesidad y el amor divinos. La presencia de los profetas entre los hombres no es por lo tanto algo nuevo o inusual, algo extraño o fantástico. Dios es el autor de esta provisión y el hombre peregrino, su beneficiario. Es tan antigua como la necesidad humana, y tan constante como el amor divino que la impulsó e instituyó.

Las vicisitudes de la iglesia en todas las edades han sido medidas por su fidelidad o deslealtad al don de profecía, y su seguridad se ha medido por la manera en que respondió a estas instrucciones divinas. A lo largo de los siglos que abarcan las eras patriarcal, mosaica y apostólica, hemos visto en acción esta regla inviolable, según se revela en las páginas de la Escritura Sagrada.

Más tarde, luego de la muerte de los apóstoles, comienza la trágica marcha de los sucesos de la Era Cristiana que está escrita con sangre y lágrimas, y manchada por los desvíos y la apostasía. Vez tras vez la iglesia cristiana nominal se aparta de estos principios fundamentales, de los preceptos y prácticas, de la letra y el espíritu que caracterizaron a la iglesia apostólica. La desviación consistió en la perversión de la ley y el Evangelio, aunque penetró en todas las verdades del cristianismo.

Trágica fue la suerte de aquellos que defendieron la fe primitiva. Odiados y vilipendiados, perseguidos y aislados, testificaron por la verdad. Pero de vez en cuando, al llamamiento de Dios se levantaron profetas, hombres y mujeres, que denunciaron la iniquidad de los desleales. Estimularon la fidelidad de los fieles y guiaron y guardaron a los defensores de la verdad a lo largo de esos penosos siglos.

Ahora, en estos tiempos llamados por Dios “los últimos días”, el gran plan divino de redención y el insensato curso de la especie humana se acercan a su culminación. De tal manera abunda la iniquidad entre los hombres, tan desafiante es la filosofía humana, tan rebelde es la independencia del hombre frente a Dios y sus provisiones para la redención en este supremo conflicto entre el bien y el mal, que era imperativo que el don de profecía se manifestara con claridad y evidencia en las filas de la iglesia remanente.

La suprema necesidad de los últimos días

Si alguna vez en el curso de la humanidad el hombre necesitó la dirección divina, es ciertamente en estos postreros días, cuando todas las fuerzas de la iniquidad se hallan sueltas para confundir y arruinar, cuando el mundo secular se ha vuelto materialista, y el mundo religioso se ha entregado a las enseñanzas modernistas. Si alguna vez en la historia la iglesia necesitó contar con la dirección divina, fue en el momento de la crisis del movimiento adventista, precisamente después del chasco de 1844 y durante las décadas que siguieron. Los asuntos en juego eran trascendentales, pero la dirección divina fue la adecuada.

El último conflicto se produce en relación con la fidelidad a Dios, y llega a su consumación en nuestro tiempo. La perfecta ley divina, juntamente con el sello del sábado son objeto del odio de Satanás que, en el conflicto, busca tener a todo el mundo de su lado. La salvación plena provista por la fe en Cristo también es objeto de implacables intentos de negar su encarnación, el ministerio intercesor y el inminente regreso en poder y gloria.

La ira de Satanás se concentra sobre la iglesia remanente de Dios, supremo objeto del amor y dirección divinos. Esta iglesia se destacará finalmente como única defensora de la pisoteada ley de Dios, la que recibe los amplios medios provistos para la redención. No sólo es la iglesia en su conjunto objeto del ataque del maligno, sino que los miembros individuales también son acosados porque mantienen la integridad de la ley y el Evangelio. Al introducir la duda, la negligencia, la rebelión y el repudio, Satanás procura destruir la fidelidad individual a los consejos del don de profecía. De ahí que los tres grandes asuntos en juego en esta última hora estén tan claramente definidos por la inspiración, aunque todos han quedado confundidos por las creencias y prácticas de la cristiandad.

Ahora… la cuestión de la relación individual y de la iglesia con el don dado por Dios, resalta como algo de suprema importancia. Sean las palabras finales, por lo tanto, una súplica para que se reconozca y se escuche esta provisión divina para el consejo de la iglesia. Este consejo es una exhortación que la iglesia siempre debe tener presente y obedecer y practicar con fidelidad.

Escuchad los consejos celestiales

Observad, retrospectivamente, lo que este don ha significado para este pueblo a lo largo de las décadas pasadas. Notad bien cómo se ha hecho frente a una crisis tras otra y se ha solucionado un problema tras otro. En cada caso, el tiempo ha vindicado los consejos celestiales. Considerad, a manera de impresionante comparación y advertencia, los días de Israel en el tiempo de Moisés, y luego pensad en nuestros tiempos. Estas son las palabras del gran caudillo de Israel:

“Yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días” (Deut. 30:15, 19, 20).

Al comprender que estaba por deponer sus responsabilidades, el anciano patriarca Moisés dio su recomendación final al pueblo que había conducido durante cuarenta años, desde Egipto hasta los límites de la Tierra Prometida.

Cifraba grandes esperanzas en el futuro de su amado pueblo. Pero conociendo, por larga experiencia, las fragilidades y debilidades del mismo en tiempo de tentación y pruebas, también albergaba graves temores de que tuviesen que arrostrar desastres y derrotas como nación. Como reconocía que su destino para bien o para mal dependía de la forma en que obedeciesen las instrucciones enviadas por Dios, les presentó gráficamente y con muchos detalles las bendiciones temporales y espirituales de las que serían objeto si fueran obedientes y las maldiciones que acompañarían a su desobediencia (véase Deut. 27, 28).
El olvido de Israel

Cuando les aconsejó que amaran al Señor y obedecieran su voz, los estaba exhortando a prestar atención a los mensajes de consejo e instrucción que él les había entregado como mensajero de Dios. Fuera de los Diez Mandamientos, todas las leyes, testimonios y estatutos que les fueron dados habían sido pronunciados por intermedio de Moisés. El hecho de que sólo hubieran visto y oído el elemento humano no disminuía de ninguna manera la culpa que tendrían, si rechazaban estos requerimientos divinos. Así sucede también con los hombres y mujeres de todos los tiempos, no sólo con la generación a la cual se dirigió personalmente.

Moisés se ocupó de que estas solemnes amonestaciones siempre fueran recordadas. Los padres habían de enseñarlas a sus hijos, hablando de ellas cuando estuviesen en casa, o cuando anduviesen de camino, como también a la hora del culto matutino y vespertino (Deut. 11:19, 20). Habían de ser escritas como memoria en un libro, y colocadas al lado del arca. Cada séptimo año habían de ser sacadas y leídas en público delante de la concurrencia de peregrinos reunidos para la Fiesta de las Cabañas. Para esa solemne lectura de los escritos proféticos habían de reunirse hombres y mujeres, sin olvidar al extranjero que estaba dentro de sus puertas. Los niños que llegaban a la edad de la razón eran mencionados de manera especial. También debían oír y aprender a temer al Señor (véase Deut. 31:9-13).

En vista de que el Israel antiguo no supo recordar los solemnes mensajes que Dios había enviado por medio del mensajero escogido, ¿no deberíamos nosotros, “los que hemos alcanzado los fines de los siglos”, cuidar de que la instrucción que ha sido dada a la iglesia remanente sea recordada vívidamente?


Fuente: Adventist World
Autor: Arthur G. Daniells (1858-1935) fue evangelista, misionero, editor y presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día por un largo período.

+ Leer más...